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¿Conoces mi último libro?

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Moscas, miserias y obuses

París, la ciudad de las luces, está haciendo honor a este apelativo. Su corona de barrios periféricos, donde se acumula toda la pobreza de la inmigración lejos de los elitistas Campos Elíseos, está ardiendo por los cuatro costados. Un par de chavales electrocutados en un transformador, el detonante. Unas desgraciadas manifestaciones del ministro del interior francés, Nicolás Sarkozy, en el que se tildaba de “chusma” a los habitantes del extrarradio parisino, el viento que lejos de calmar los ánimos, no ha hecho más que encender aún más si cabe el fuego de la indignación.

París es una megalópolis de más de diez millones de habitantes en la cual se han juntado gentes provenientes de todo el mundo, muchos de ellos inmigrantes provenientes de las colonias francesas, que tras el fin de la colonización decidieron volver a la metrópolis. Sin embargo, no todos los que vinieron fueron ricos hacendados que al verse despojados de sus posesiones retornaron, sino que hubieron muchísimos que con ánimos de buscar una vida mejor prefirieron venir a Europa para probar suerte, ocupando los barrios baratos periféricos.

La acumulación de gente pobre, la desilusionante falta de salidas, el elevado fracaso escolar, el paro galopante, las diferencias culturales, religiosas, y la nula capacidad de la sociedad francesa autóctona de integrarlos debidamente -cabe recordar que muchos eran franceses de colonias-, ha hecho que la situación estalle de una forma violenta y semiorganizada en estos auténticos guetos modernos, donde los integrismos hayan su caldo de cultivo más óptimo.

Realmente, si aquí algunos se quejan de que en España hay mucho inmigrante, tendrían que ver algunos de los barrios de la periferia parisina. De hecho, este verano pasado, estuvimos unos cuantos días hospedados en casa de un buen amigo nuestro, el cual que tiene una bonita mansión en la periferia, en Cergy-Pontoise, a una hora de tren del centro.

La experiencia más chocante fue el ver que la población de raza blanca éramos una auténtica rareza. Asiáticos, centroafricanos, magrebíes... y contaditos blancos. Hasta tal punto éramos raros, que cuando paseábamos por la villa, nos abordaron varias veces -usualmente magrebíes- solicitándonos alguna calle, pensando que éramos habitantes autóctonos. Tal profusión de razas y personas diferentes por allí era normal para todo el mundo, a pesar de no ser un barrio marginal, y es fácilmente imaginable lo que debe ser en los barrios más deteriorados, algunos de los cuales se atravesaban con el tren.

En conclusión, el gran problema francés en estos momentos es el problema que se está dando, ni más ni menos, en todo el resto del mundo: la pobreza. Una pobreza que produce injusticia, racismo, desarraigo, desilusión y desesperanza, y que son un foco de continuos problemas sociales. Un problema que no puede ser maquillado ni solventado a cañonazos, como propone Sarkozy, eliminando la policía de proximidad, reduciendo los presupuestos a prevención y aumentando la represión, porque las moscas de la miseria humana no desaparecen con balas. Solo desaparecerán eliminando las desigualdades que permiten que mientras unos no tienen para comer, otros se gasten sus infinitos sueldos en inútiles coches de muchos millones de euros.

Esto está ocurriendo al lado nuestro, a unos pocos kilómetros. Esperemos que aquí, por una vez, y sin que sirva de precedente, los políticos se dediquen a lo que se han de dedicar, aprendan de los errores ajenos y pongan la tirita antes de que se produzca el corte.

Aunque mucho me temo que antes de que lo hagan, ya nos habremos desangrado.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola!!!

me temo que al problema de la emigración en España le falta muy poquito para llegar a los límites de Francia. Puede que no nos haya estallado ya porque en España hay un alto porcentaje de emigrantes latinos, con los que compartimos lengua y parte de la cultura, sin embargo en Francia las diferencias son más acusadas.

Desgraciadamente no veo que nadie haga nada para frenar el proceso que se ha reducido a otra arma arrojadiza más entre los partidos dominantes
Ireneu Castillo ha dicho que…
Hola , Miercoles!

Aquí, el único sitio donde están un poco parecidos es en Melilla. Aquí no existen barrios con un 80% de población musulmana inmigrante como ocurre por allí. No es comparable en absoluto, aunque desde aquí nos lo parezca, pero es simplemente porque no lo hemos vivido.
scape95 ha dicho que…
Tú lo has dicho. Hoy París y ¿mañana dónde? Las diferencias sociales son cada día más acusadas.
Tbo ha dicho que…
Bravo, bravo, bravisimo..., que magnífico post, "siempre nos quedará Paris", dicen los pobres en Casablanca, otro barrio más de Paris.
oserlaj ha dicho que…
Yo también pienso que tarde o temprano esto terminará pasándonos aquí, y eso sí que puede ser una auténtica batalla campal...
Anónimo ha dicho que…
Cierto, olvidé Melilla y también las Islas Canarias, en estas últimas tengo familia que me pone al día de una situación que nunca vemos en los telediarios, quizás París no esté tan lejos...
Luis Amézaga ha dicho que…
Como en otras ocasiones, y por otras circunstancias, considero una injusticia relacionar la pobreza con el estallido de la violencia. Es un insulto para la gente sin recursos que en un porcentaje infinitamente superior a otras clases sociales, es más honrada y menos violenta. Otro tema es la integración (para integrarse hay que querer y respetar), o las mafias, o las bandas, o la rabia contenida de un sector de la población inmigrante islámica que no consigue adecuarse al sistema de vida occidental. Un saludo.
laceci ha dicho que…
OFFTOPIC: Vaya, veo que por fin os habéis conocido Diencéfalo y tú!!

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