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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
El efecto Gilipollas
El que más y el que menos, a estas alturas, ya conoce que el precio de los pisos está por las nubes y que está imposible poderse comprar -y ni tan solo alquilar- una vivienda. Pisos a reformar, cuchitriles que hasta hace poco solo habitaban las familias sin recursos, locales insanos y sin ventilación, se han convertido ahora en un lujo asiático con unos precios por los que no hace mucho tiempo te podías comprar autenticas mansiones. Y lo peor es que encima los venden. ¿La locura? No, el efecto “Gilipollas”. Me explico.
En todo mercado libre, el precio siempre se establece en proporción de la demanda que un producto concreto tiene. En productos con una alta demanda y poca oferta, los precios tienden a subir hasta que llega un límite a partir del cual la demanda se para debido al excesivo coste. Al revés, en caso de artículos con poca demanda y mucha oferta, los precios tienden a bajar hasta que su bajo precio lo hace atractivo al comprador. Sin embargo, ¿Cuál es la espoleta que hace subir el precio de un tipo a otro?
Cuando hay mucha demanda de un artículo, los comerciantes tienden a intentar aprovechar al máximo las ventas y lejos de hacer caros estudios de mercado, simplemente los suben una cantidad concreta para poder aumentar el beneficio, la excusa es lo de menos. Si la gente se queja y no lo compra, el comerciante vuelve al precio anterior ya que lo que le interesa es ganar, no perder. Sin embargo, si se presenta “el gilipollas” y a pesar de inflar el precio, lo compra, el comerciante tiene la vía libre para no modificar el precio, ya que sabe que ese producto, a ese precio, lo va a vender, forzando a todo el resto de gente que no lo iba a comprar a adquirirlo al precio que a ese “tonto l’haba” lo ha hecho. El comerciante se agarrará al clavo ardiente de ese precio, y la gente se verá obligada a entrar al trapo quiera o no. En los artículos de primera necesidad ocurre mucho, y en el tema de los pisos más.
Gente que vendería sus pisos a un precio razonable, cuando ve que el vecino de al lado, por un piso mucho peor que el suyo lo ha vendido a un precio exagerado, los acaba vendiendo a un precio mucho superior, en proporción de lo que el “gilipollas” de turno ha pagado de más por un piso que no lo valía. De esta forma nos encontramos que en barrios obreros, el precio de las viviendas no viene dado por la demanda, sino por el precio máximo a los cuales han sido vendidos. El gilipollas (o la, no seamos sexistas) rompe el límite de precios de venta por lo superior y obliga a todo el resto de la población a tragar con unos precios exagerados, y como es un producto de primera necesidad, la gente HA de comprarlos. La inconsciencia de unos pocos arrastra a todo el mundo.
La próxima vez que miréis precios de cualquier cosa y veáis que han subido, estad seguros que si han subido es porque algún GILIPOLLAS ha decidido pagar mucho más por lo mismo. Aplicable a gasolinas, pisos, coches, alimentos, vestidos…
El mercado es libre, pero la estupidez humana, supina.
En todo mercado libre, el precio siempre se establece en proporción de la demanda que un producto concreto tiene. En productos con una alta demanda y poca oferta, los precios tienden a subir hasta que llega un límite a partir del cual la demanda se para debido al excesivo coste. Al revés, en caso de artículos con poca demanda y mucha oferta, los precios tienden a bajar hasta que su bajo precio lo hace atractivo al comprador. Sin embargo, ¿Cuál es la espoleta que hace subir el precio de un tipo a otro?
Cuando hay mucha demanda de un artículo, los comerciantes tienden a intentar aprovechar al máximo las ventas y lejos de hacer caros estudios de mercado, simplemente los suben una cantidad concreta para poder aumentar el beneficio, la excusa es lo de menos. Si la gente se queja y no lo compra, el comerciante vuelve al precio anterior ya que lo que le interesa es ganar, no perder. Sin embargo, si se presenta “el gilipollas” y a pesar de inflar el precio, lo compra, el comerciante tiene la vía libre para no modificar el precio, ya que sabe que ese producto, a ese precio, lo va a vender, forzando a todo el resto de gente que no lo iba a comprar a adquirirlo al precio que a ese “tonto l’haba” lo ha hecho. El comerciante se agarrará al clavo ardiente de ese precio, y la gente se verá obligada a entrar al trapo quiera o no. En los artículos de primera necesidad ocurre mucho, y en el tema de los pisos más.
Gente que vendería sus pisos a un precio razonable, cuando ve que el vecino de al lado, por un piso mucho peor que el suyo lo ha vendido a un precio exagerado, los acaba vendiendo a un precio mucho superior, en proporción de lo que el “gilipollas” de turno ha pagado de más por un piso que no lo valía. De esta forma nos encontramos que en barrios obreros, el precio de las viviendas no viene dado por la demanda, sino por el precio máximo a los cuales han sido vendidos. El gilipollas (o la, no seamos sexistas) rompe el límite de precios de venta por lo superior y obliga a todo el resto de la población a tragar con unos precios exagerados, y como es un producto de primera necesidad, la gente HA de comprarlos. La inconsciencia de unos pocos arrastra a todo el mundo.
La próxima vez que miréis precios de cualquier cosa y veáis que han subido, estad seguros que si han subido es porque algún GILIPOLLAS ha decidido pagar mucho más por lo mismo. Aplicable a gasolinas, pisos, coches, alimentos, vestidos…
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Comentarios
saludos
P.D.
Discrepo contigo en cuanto al sexismo, prefiero pensar en "el" gilipollas y no en una "la" ;-)
Si en vez de comprar a primer golpe de vista nos plantearamos nuestras necesidades reales, comparasemos los precios y nos informaramos del producto, podeis estar seguros que la gente compraría menos, de mejor calidad y a precios más ajustados.
Pero como la neurona está cara, el gilipollas marca el precio.
Entonces, ¿qué debemos hacer para no ser gilipollas?, nos ponemos de acuerdo y no nos vestimos para no pagar los precios desorbitados de la ropa, no vamos en coche ni aunque este sea compartido y no haya transporte público para no pagar la gasolina, no nos independizamos para no pagar los precios de los pisos, no comemos para hacer bajar los precios de los alimentos, ...
No tenemos más remedio que vivir en esta sociedad, ¿qué debemos hacer?, ilústranos.
http://www.ocu.org
http://www.ocuc.org
Buena compra!
El gilipollas primigenio probablemente fue algún banco o algún multimillonario al que se le ocurrió comprar vivienda a un precio inflado, para que a nadie se le ocurriera hacerle competencia. Mucha. Tanta, que casi monopolizó el mercado en esa zona. Después, si esa zona lo aguanta, vende la vivienda al precio que se le antoja. Poco a poco, la "genial" idea se ha ido extendiendo por España.
Y así andamos.
Besos.