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¿Conoces mi último libro?

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Edificis Catalans amb Història (2023)

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El fin de un globo.

Hala… a cascarla. La Selección española de fútbol -sí, esa que era favorita para ganar el mundial tras enfrentarse al Pueblo Seco, a la Ponferradina y al Leganés- ya está de vuelta para casa. Todo el humo que se había vendido, todo el politiqueo que había tras el equipo, se ha ido a hacer puñetas. Más de uno si no se ha suicidado, le habrá faltado muy poco.

Y es que no puede ser que desde todas las plataformas mediáticas se vendiese que la patriótica selección nacional de la España española ibérica, era prácticamente invencible y que poco menos que se iban a comer a todos con un tenedor de plástico; la raza, el orgullo y la furia genuinamente española iban a acabar con el Estatut, los separatismos periféricos, iba a unir nuevamente a todo un país bajo una única bandera -la rojigualda- y de paso, a Brasil y a Argentina se les iba a meter un capazo de goles a cada una. Pues va a ser que no.

La instrumentalización que se ha hecho de la selección -ni más ni menos la que se hace en todas las selecciones y todos los países- por parte de los poderes políticos, pero sobre todo por los políticos nacionalistas españoles y sus consiguientes fuerzas mediáticas, han inflado un globo que de tan hinchado simplemente era cuestión de esperar que la primera espina lo hiciera explotar en mil pedazos.

No es lógico que lancen tantas campanas al vuelo cuando resulta que España ha caído en el grupo de las madrecitas de la caridad: Ucrania, la más fuerte, a parte de Sevshenko no tiene nada; Túnez, unos amigos que venían al mundial por ver algo de mundo y Arabia Saudita, que lo más redondo que habían visto en su vida era la joroba de un camello. En cuanto se han enfrentado con una Francia en horas bajas, toda la furia, garra y orgullo se ha ido a buscar “la cagá lagarto”.

No creo que esté muy contenta Doña Espe, que para hacer la competencia al grupo Prisa (a Cuatro, la cual se estaba llevando de calle todas audiencias en detrimento de La Sexta y tenía montado el chiringuito en la Plaza Colón), no ha dudado en montar una pantalla gigante para que los que el rojo solamente lo soportan en la Selección y la Bandera de España, pudieran verlo tranquilamente en la Puerta del Sol. Todo el aprovechamiento mediático de tanta bandera española por todo el país dependía de que la pelotita entrase entre dos palos, pero se ha encontrado que la selección ha perdido por tres a uno contra su más odiado rival (con permiso de vascos y catalanes): Francia.

En fin, que todo se ha acabado, los periodistas retractándose de tanta euforia económicamente interesante en un "donde dije Digo, digo Diego" humillante para salir del atolladero; la sangría de caros traslados y estancias de toda la curia político-deportiva se han terminado, los futbolistas al final están de vacaciones y el fútbol ha dejado de tener interés en este país. Se ha vendido la piel del oso antes de cazarlo y ahora vendrán las consecuencias: Los jugadores no eran suficientemente buenos, el seleccionador una mierda, que si robaron el partido o si han tenido mala suerte. Sin embargo, nadie mirará a los verdaderos culpables de este desaguisado, es decir, los políticos y sus particulares brunetes, que han politizado asquerosamente un simple deporte de equipo.

Definitivamente, “La Furia”, caso de haber existido nunca, empezó y acabó con Zarra.

Comentarios

  1. Sobre suicidios: según el corresponsal de EFE un chino se ha suicidado porque perdió Holanda (la realidad supera la ficción: ni siquiera era su país). Saludos.

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