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¿Conoces mi último libro?

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Edificis Catalans amb Història (2023)

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Trenes nuevos, indignidades antiguas.

Este fin de semana ha vuelto a ser un fin de semana trágico en las carreteras catalanas, donde se han producido 6 muertos por diferentes causas. Las autoridades, por su parte, nos reclaman prudencia y una mayor utilización de los transportes públicos para evitar la sangría de vidas humanas sobre el asfalto. Sin embargo, hoy he cogido el tren de la costa que recorre el Maresme, y a la vuelta, el tren, más que un tren era una rara mezcla entre una cámara frigorífica, un vagón de transporte de ganado y una lata de sardinas. ¿Esta es la alternativa que se nos ofrece?

Durante los últimos años, los convoyes de ésta línea que transporta a la gente de Barcelona hacia las playas de la costa norte, han disfrutado de mejoras notables tanto en comodidad (aires condicionados eficientes) como en capacidad (eliminación de la compartición interna), al haber incorporado nuevas unidades que han sustituido los antiguos trenes que llevaban más de 20 años en funcionamiento. Por desgracia, y a pesar de las mejoras añadidas, los fines de semana de verano continúan atestándose hasta límites infrahumanos, anulando de facto la eficacia de las mejoras en los trenes, debido todo ello a que los responsables de esta línea (actualmente la Generalitat) continúan aplicando unos pasos de trenes totalmente dislocados respecto las necesidades de los usuarios: No tiene sentido que sabiendo el consumo masivo de playa de los habitantes del área metropolitana de Barcelona durante los fines de semana de verano, se establezca un paso de un tren cada media hora como si un día cualquiera se tratase.

La gente quiere pasar un día tranquilo olvidando los coches y aprovechando que el transporte público deja directamente en las playas, pero tanto a la ida, como a la vuelta, el hacinamiento de gente dentro de los vagones es auténticamente bochornoso, haciéndote dudar seriamente entre coger el tren o coger el coche. Una cosa es tener conciencia social y otra tener que dejarte en tu casa la dignidad como persona si quieres montar en tren: oler el sobaco del guarro de turno en primera fila no es del gusto de todo el mundo.

¿Porqué no se aumenta la frecuencia de trenes los sábados y domingos a un tren cada 15 minutos, por ejemplo? Con esta simple acción estamos aumentando al doble la cantidad de trenes que traen y llevan a la gente, y estaríamos aumentando la eficacia y comodidad de este transporte público en las épocas del año en que se dispara el uso de esta infraestructura. Pero los años pasan y continúan sin cambiar los horarios; continúan las masificaciones y el disgusto de los usuarios. ¿Porqué?

No hay duda que razones económicas y/o de convenio laboral del colectivo de ferroviarios son las que subyacen ante esta situación indignante, pero lo que no puede ser es que, desde las instituciones, por un lado se esté castigando el uso del transporte privado y machacando hasta la nausea el uso de los transportes públicos, y por el otro se permita que por vete a saber qué excusas, se siga sin ofrecer un servicio público con la mínima calidad. El tufo a hipocresía enrarece el ambiente.

Señores responsables de Cercanías de Catalunya, cómo se nota que ustedes no utilizan para nada estos trenes. Las mejoras de esta línea no se acaba con incorporar unos trenes de lujo como parece que piensan, ya que si por ahorrarse dinero en sueldos dejan que toda Barcelona tenga que coger el mismo tren a la vez, la inversión millonaria efectuada no sirve absolutamente para nada.

En vez de ello, el mero hecho de aumentar las frecuencias ya hubiera hecho innecesario -al menos temporalmente- el incorporar nuevos convoyes por el ahorro que ello conlleva, ya que ese sutil detalle sin importancia para ustedes, implicaría no tener que llevar continuamente los trenes al límite físico de sus capacidades y, por tanto, un alargamiento en la vida útil de los trenes utilizados.

Una gestión correcta de una infraestructura como ésta no implica tanto un aumento de gasto como un aumento del uso de las neurona de sus gestores.

¡A ver si se aplican el cuento!

Imagínenselo con 2.000 personas dentro.

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