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¿Conoces mi último libro?

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Frenazo florido.

Si hay alguna polémica de las que se discuten actualmente que se puede definir como absurda es la de la prohibición del consumo de flores para la cocina. Pero tanto más absurda es la polémica por tanto que en cuestión de dos semanas, la Generalitat ha pasado de comunicar a los productores que estaban fuera de la ley (a cargo del erario, claro) a revocar la prohibición y ayudarlos a adaptarse a las reglamentaciones europeas. Que me perdonen, pero no entiendo el porqué de esta deria contra las flores comestibles más allá de una burocracia absurda y de una poco o nada estudiada aplicación de la ley, siendo de una u otra forma un síntoma claro de que la cosa pública falla más que una escopeta de caña.

No se quien era que cantaba "La ventanilla hace papilla al más pintao" (¿Aute, tal vez?), y este es un caso claro de lo que expresa la canción. Habiendo problemas alimentarios más graves y más flagrantes pero infinitamente más incómodos políticamente -caso de los transgénicos y el uso de pesticidas- , resulta que la Generalitat pone en marcha su rodillo funcionarial contra el uso de flores comestibles en la cocina y a mediados de agosto, en plena "nocturnidad" estival. Es de suponer que a los funcionarios "yo-soy-un-mandao" a los cuales se les están apretando las tuercas de la producción, les resulta más fácil ganar efectividad pisoteando una flor que jodiendo el negocio inmoral de según qué multinacionales, y allí que se han dirigido.

Sea como fuere, han tenido que volver de vacaciones los verdaderos responsables políticos, para con un poco de cordura dar frenazo, marcha atrás y desfacer el entuerto que los suplentes de turno -siguiendo con celo infinitesimal la ley- habían llevado hasta última consecuencia, prohibiendo, por ejemplo, que los calabacines se puedan servir en un plato con su flor, al no considerarse ésta un alimento.

Ahora, curiosamente, no solo no las prohibirán, sino que viendo que es una auténtica revolución gastronómica y que Catalunya es puntera en este campo, la Generalitat hará todo lo posible para que los productores de flores comestibles y los chefs más prestigiosos produzcan y utilicen estos nuevos alimentos naturales al margen de una ley que está diseñada para limitar el uso de transgénicos y no para aprovechar las posibilidades que la misma naturaleza nos permite.

Por suerte se ha podido rectificar y los platos a base de rosas, claveles y begonias seguirán en las cartas de los restaurantes más caros y snobs del país. Si no hubiese sido así, por culpa de un funcionariado autómata, apático y mandado se hubiera enviado a hacer puñetas uno de los pocos ámbitos en donde Catalunya es un referente a nivel mundial: La gastronomía.

Cuanta razón tienen aquellos que piensan que el lastre para el avance está, muchas de las veces, en nuestro propio sistema.

¿Se prohibirán las alcachofas si están floridas?

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