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El coprolito del Lloyds Bank, una caca humana de museo

Coprolito de Lloyds Bank
No resulta exactamente agradable el ir paseando por nuestras ciudades y pueblos y tener que ir sorteando cacas de perro de todos los tamaños, colores y olores, como si de una gimkana se tratara. No. Sin embargo, si pensamos en la cantidad de seres vivos que hay en el planeta, todos los que han habido durante la historia y todos dejando más o menos puntualmente su "paquetito" allí donde ha podido, resulta incluso admirable que en la actualidad no estemos caminando entre un metro de excrementos en todo el planeta. Esto, que si bien es una exageración, se ha acercado a la realidad en algunas partes y épocas (ver Las mareas que afectaban Madrid a pesar de no tener mar), ha sido posible gracias a la intemperie, los insectos y, en el caso de los excrementos humanos, por el hecho de ser enterradas en mayor o menos proporción. La sorpresa salta cuando, excavando en una obra, te encuentras un zurullo humano inmaculado y resulta ser el excremento humano mejor conservado de la Historia. Me estoy refiriendo al coprolito del Lloyds Bank.

La Sucursal de la Lloyds Bank
York, ciudad situada al norte de Inglaterra, además de ser conocida especialmente por su jamón, también lo es por tener el curioso honor de ser la ciudad que posee las heces humanas más grandes y mejor preservadas del mundo. No, no es una broma escatológica, es un "adabelardo" humano parecido a un calabacín de a palmo,  que incluso es visitable. Poca coña.

En 1972, en el centro de York, en el barrio de Coppergate, el Lloyds Bank quiso construir una nueva sucursal. La ciudad, una de las más antiguas de Inglaterra, dispone de una gran cantidad de yacimientos arqueológicos que la predispone a encontrar restos históricos a cada piedra que se levante, talmente como una Tarragona o Roma cualquiera. En este caso, las obras que se hicieron dieron de pleno en un afloramiento de época vikinga, por lo que procedieron a su excavación.

Festival vikingo de York
La parte norte de Inglaterra -lo que hoy sería Yorkshire- había sido invadida por los vikingos daneses durante los siglos IX y X, formando un reino independiente que duró poco menos de un siglo. Los vikingos hicieron de York su capital, a la que llamaron Jórvik y, durante aquella época, uno de los habitantes de la ciudad "descomió" tal y como exigen la tradición y el buen tránsito intestinal. Lo que no sabía aquel habitante -no se sabe si era mujer u hombre- es que aquel bate de béisbol se iba a conservar perfectamente y que, 1.000 años después, los arqueólogos iban a encontrarlo en los futuros cimientos de un banco.

Excavación en Coppergate
Los restos, que se habían mineralizado y se habían convertido en coprolitos (ver  Coprolitos o las cacas que vinieron del pasado), fueron estudiados por los científicos, los cuales determinaron que aquella persona tenía una dieta a base de carne, pan, cereales, frutas y nueces, pero sobre todo, carne. Los análisis hechos también encontraron huevos de lombrices intestinales en gran cantidad, por lo que llegaron a la conclusión de que tenía una fuerte infestación de estos parásitos (se especula que entre 600 y 2.500 lombrices) y que ello tendría que ser fuente de severas molestias para el creador de "aquello".

Una vez estudiado, el coprolito fue depositado en el Centro de Recursos Arqueológicos para pública exhibición, siendo la sensación del museo. Sin embargo, en 2003, semejante reliquia sufriría un accidente.

En una de las visitas guiadas para escuelas que se hacen regularmente, un profesor estaba enseñando la "alegría" vikinga a sus alumnos cuando ésta se le cayó de las manos y se partió en tres trozos. Por suerte, el pegamento hace milagros y los encargados de restauración del museo pudieron recomponerlo y volvió a estar visible al público.

En la actualidad el coprolito humano se encuentra expuesto en el Jorvik Viking Centre de York, en testimonio fehaciente de que, hace 1.000 años, la gente de la ciudad también hacía sus necesidades como hoy en día.

¡Y qué necesidades!

Una caca humana digna de estar en un museo

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