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Los cangrejos Heike o el pudor de meter un samurai en la olla

Cangrejo Heike
Si alguna serie de televisión me ha influenciado profundamente esa ha sido "Cosmos", de Carl Sagan, ya que me proporcionó una visión diferente del mundo que me rodeaba. Podría dedicarle un montón de artículos a este divulgador científico de primera categoría especial, pero hoy me he acordado de uno de los capítulos, en que explicaba un curioso fenómeno, el de los cangrejos Heike del Japón.

El parecido es asombroso
Cuenta la historia que hacia el siglo XII el clan de los Genji se enfrentó en batalla naval contra el clan de los Heike. Los Genji ganaron la batalla, y los Heike supervivientes, viéndose derrotados, no dudaron en suicidarse lanzándose al mar (ver Aokigahara, el bosque de los suicidas). A partir de entonces, se reencarnaron en cangrejos, y estos cangrejos tienen, en su caparazón, la imagen de la cara de un samurái.  Tales cangrejos -los Heikeopsis japonica- existen en realidad, pero...¿cómo es posible que un bicho tenga una cara encima de su concha? Aunque parezca mentira, tiene su explicación.

Imagínese -¡venga!¡haga el esfuerzo!¡que usted puede!- que tiene un corral de pollos y que cada día tiene que matar uno de ellos para comer. Ahora, imagínese que hay algunos pollos que tienen la cara parecida a alguien apreciado por usted, pero no se distinguen a primera vista, sino hasta que los tiene en la mano. Mientras que no coja el que se parece, todo irá bien -mal para el pollo, claro-, pero si coge el que se parece, dudo mucho que tenga el valor para cortarle el cuello y hacerlo en pepitoria, por lo que le perdonará la vida. Más o menos es el caso de los cangrejos antes nombrados.

Pareidolia de sus músculos
Los pescadores japoneses que han pescado secularmente en la zona de la batalla -totalmente real- cuando pescaban los cangrejos para comer, en el momento en que cogían alguno de ellos que se parecía, aunque fuera ligeramente, a una cara humana, lo devolvían al mar, ya que les daba apuro el comérselos. Evidentemente, si no se parecían, no dudaban en meterlo en la olla. Este criterio del pescador hacía que los cangrejos que tenían esta cara humana tuvieran más posibilidades de reproducirse que los que no la tenían, por lo que el ser humano mismo iba sacrificando (comiéndose)  los que no tenían la imagen, y respetando los que sí la tenían. Dicho efecto se ha dado a conocer como selección artificial, ya que el hombre ha ido seleccionando -aún sin darse cuenta- los cangrejos que más se parecían a la cara de un ser humano. Para el cangrejo, el parecerse o no era una mera cuestión de supervivencia.

Una reencarnación de los samurais
En realidad, la cara del samurai de los cangrejos Heike no es más que una pareidolia de los abultamientos que producen las inserciones de los músculos del cangrejo en su caparazón, y tan solo con la selección humana ejercida durante siglos ha sido posible llegar a tal grado de perfección en la imagen. En el caso de dejar de pescarse, si tal forma no fuese determinante para la vida del cangrejo Heike, pasadas unas cuantas generaciones se habría perdido volviendo a su estadio natural.

El ser humano interactúa constantemente con su medio ambiente, a veces conscientemente, a veces inconsciente, pero no podemos aislarnos de nuestro entorno. Un entorno que el gran Carl Sagan nos puso al alcance de la mano.

El alma de los guerreros samurái  en un cangrejo.
 El alma de los guerreros samurái  en un cangrejo.
Art. Rev. 4/1/11 23:58 181v

Comentarios

  1. Anónimo1:12 p. m.

    Eri me parece muy buena la historia de los cangrejos. y asta fascinante su historia.
    Pero ahora me gustaría saber de a donde procede la historia de que cuando partes un cacahuete se dice que se leve la cara de un santo, con sus barbas y todo.a ver si es verdad o no

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Interesante entrada. Cosmos de Carl Sagan es una gran serie de divulgación. He leído algunos libros de Sagan y en mi opinión era un excelente escritor. Un caso famoso de pareidolia es un cráter en Marte que recuerda a una carita feliz, además de las famosas pirámides de cydonia.

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