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Las uñas del hoacín, el eslabón perdido entre aves y dinosaurios

Hoacín adulto
Hoacín adulto
Cuando vemos la belleza y delicadeza de un canario, de un jilguero o de una golondrina en vuelo, cuesta horrores llegar a imaginar que estos auténticos prodigios de la naturaleza puedan proceder, evolutivamente hablando, de los dinosaurios. Más de uno puede llegar a ponerlo en duda y, dados los tiempos que corren, en que la gente, imbuidos en su ignorancia infinita de ideas preconcebidas, creen que la tierra es plana, que nos bombardean con químicos desde 15 kilómetros de altura o que reenviando ese mensaje a 200 personas le regalarán un iPad, demostrar según qué cosas puede llegar a ser cansino. Sin embargo, la misma naturaleza muestra a quién quiera verlas, pistas que nos indican que ese lindo pajarito está más emparentado con los velocirraptores del Jurásico de lo que le pueda parecer. Y una de estas pistas extraordinarias la encontramos en uno de los pájaros más raros que existen: el hoacín.

Reproducción de Archaeopteryx
Reproducción de un Archaeopteryx
A mi, que me gusta la cocina, cuando tengo en las manos una pata de un pavo o de un pollo, no puedo, por menos, que pensar en un reptil. Esas uñas... esas escamas... retrotraen mi mente a la época de los dinosaurios y, aunque la pepitoria me devuelve a la realidad, no dejo de ver claro que los ancestros de estas aves se movían entre brontosaurios, triceratops y helechos arborescentes. En otras ocasiones ya he hablado de este raro emparentamiento (ver La letal belleza emplumada del casuario) pero el caso del hoacín es especial ya que, a parte de otras particularidades, cuando es una cría, tiene garras en sus alas. Detalle que solo se conoce en aves fósiles (es el caso del Archaeopteryx) y lo convierte en un auténtico eslabón perdido de la evolución entre pájaros y dinosaurios.

Aspecto desaliñado
Aspecto desaliñado
El hoacín (Opisthocomus hoazin), también conocida como chenchena o pava hedionda, es una curiosa ave que vive en las zonas pantanosas del Amazonas (ver Caño Cristales, el río donde se derritió el arco iris) y que, si se la tengo que describir, sería como un faisán "punky" después de correrse una juerga gitana de tres días. O dicho de otra forma, rolliza, con los ojos rojos, con una cresta enhiesta y con un plumaje multicolor de aspecto desaliñado. Como podrá fácilmente imaginar, la tal ave tampoco es que sea muy buena voladora, pero tampoco es que lo necesite demasiado porque el bicho que la ataque ha de estar muy apurado para hacerlo. Y es que, como el hoacín es vegetariano, tiene un singular sistema digestivo muy parecido al de una vaca, en el que hace fermentar su alimento con una serie de bacterias que le hacen parte de la digestión y cuyo fétido olor inunda todo su cuerpo. ¿Comprende ahora por qué lo de "pava hedionda" y por qué tiene pocos enemigos? No obstante, no acaban aquí sus originalidades...

Las crías se agarran con sus uñas
Las crías se agarran con sus uñas
Este curioso pájaro, que pesa cerca de un kilo, hace unos nidos igual de desaliñados que su apariencia donde incuba dos o tres huevos de los que salen unos polluelos grises -muy feuchos también- pero que tienen la particularidad de tener dos uñas en las alas que, como si fueran las patas de un mono, utilizan para trepar entre las ramas de los árboles que les sirven de soporte para el nido. Lo gracioso del asunto es que el hoacín es el único pájaro que dispone de estas curiosísimas garras delanteras, las cuales son totalmente funcionales durante su infancia, si bien las van perdiendo conforme que alcanzan la vida adulta.

Uñas de hoacín infantil
Uñas de hoacín juvenil
Estas uñas, según los científicos, corresponderían a vestigios de cuando las aves eran cuadrúpedas y aún no habían deformado sus patas delanteras en beneficio de desarrollar unas potentes alas que les permitieran conquistar el más seguro (al menos a priori) espacio aéreo. Una adaptación que, si bien en general ha hecho que las patas delanteras se perdieran durante los millones de años de la evolución (ver Las ballenas de 4 patas o cuando la Evolución se manifiesta tercamente), en algunos pocos casos, como en el del hoacín, se vuelven una ventaja evolutiva y se han mantenido hasta la actualidad. Tal vez sea por eso que este pájaro desgreñado, desde que fue descrito por primera vez en 1776 por el zoólogo alemán Statius Müller, no ha habido quien lo clasifique y esté incluido en un género (el Opisthocomus) en que está representado él solo, correspondiendo a uno de los linajes aviares más antiguos existentes.

Adulto incubando en su nido
Adulto incubando en su nido
En definitiva, que si quiere seguir creyendo que el ser humano tiene algo de especial en este universo (a parte de su capacidad infinita de depredación) y que hace 4.000 años que apareció por ciencia infusa, por mí, siéntase libre de hacerlo. Eso si, los hoacines seguirán naciendo -si no nos los hemos cargado antes- con sus uñas reptilianas para recordarle que el ser humano no es ni un dios, ni una obra divina, sino un vulgar animal que en lo único que nos destacamos del resto es que hemos desarrollado un músculo diferente para sobrevivir. Aunque, viendo el poco uso que hacemos de él y cómo estamos destruyendo nuestro medio ambiente con alegría e impunidad, más pronto que tarde acabaremos por sucumbir.

Al hoacín, créalo o no, le va a dar absolutamente lo mismo.

Anatomía comparada de dinosaurios y aves (entre ellos, los hoacines)
Anatomía comparada de dinosaurios y aves (entre ellos, los hoacines)

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