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Eurovisión 2022: Terceros... y sin que sirva de precedente

Si algo había claro este año es que Ucrania iba a ganar aunque enviara un gato aullando. La situación de guerra entre Rusia y Ucrania con la invasión de los primeros y la tremenda defensa de los segundos hacía  prever que el público europeo votaría en masa a favor de los ucranianos, como así fue. No obstante, y obviando esta salvedad fruto de la luctuosa actualidad, la realidad es que este año, el festival de Eurovisión que tuvo lugar en el Paralímpico de Turín, será recordado por estas tierras por que Chanel, la representante española con "Slo-mo" quedó en...¡tercer puesto! El mejor en 27 años. Y pudiera haber llegado a ser la segunda si las irregularidades habidas en los votos (4 o 5 paises se votaron entre ellos) y los jurados hubiesen movido el resultado desbancando al representante británico que con su televisivo "Space-man" quedó en segundo puesto... ¡si Uribarri levantara la cabeza!

Polémicas a parte, la verdad es que el nivel del festival de este año ha sido muy bueno. No han habido grandes disonancias e incluso, la ganadora, Ucrania con "Stefania", si no hubiera sido por las circunstancias especiales que entraban en el concurso (retransmitiendo desde un bunker y los cantantes que casi tienen que cantar pegando tiros) habrían quedado en el top 5. En este caso, la cantante española, residente en la baixllobregatina Olesa de Montserrat (Olona de Montserrat u Olesa de Mar, según el periodista zote de turno), presentó una canción muy enganchadiza en que, una morenaza como Chanel moviendo el culete lo que no estaba escrito, cantando a ritmo latino de spanglish y vistiendo de Palomo Spain, se llevó gran parte del público europeo de calle. Y para enganchadiza, más que un chicle a la suela de un zapato, la canción de Rumanía, con su rumba hispano-moruna "Llámame", que con un estribillo en español, fue la nota simpática de la noche. Más que nada porque es acordarte del "hola mi bebebé..." y, parafraseando a Eva Soriano, es despertar al diablo. Lástima de quedar en el puesto 18.

Como crítica, el excesivo concurso de canciones melódicas (15 de 25) en el que parece un reflejo del ánimo depresivo-melancólico de una buena parte de la sociedad europea, con el colmo del representante alemán que parecía que le hacía un favor a alguien yendo a cantar la mustia canción que presentó. El voto de sus familiares evitó que se fuera con el 0 absoluto y acabó último con 6 puntos. Para compensar, los juerguistas moldavos Zdob si Zdub, con su rock-folkórico "Trenuletul", iban de los últimos en la votación de los jurados y la gente los aupó hasta la 7ª posición final. He reconocer que me gustaba más la versión original (mucho más balcánica que la presentada, y más divertida) pero creo que se merecía el puesto en que quedó.

Otra que merecía estar en mejor puesto de lo que quedó (acabó siendo la 22) fue la representante de Chequia que, con la canción "Lights off", una clásica techno-disco muy potable, abrió el festival, así como la francesa -pero cantada en bretón- "Felenn" que con una pieza etnico-electrónica de reminiscencias celtas acabó la segunda por la cola. Si hubiésemos llevado a las gallegas Tanxugueiras en vez de a Chanel, ya tenemos una idea de por dónde habría quedado España. Y no, la Rigoberta Bandini tampoco hubiera quedado mucho mejor...

Lo que no puedo entender es que la representante sueca llegase a quedar la cuarta. Una canción melódica aburrida e insulsa que, a mi parecer, a lo máximo que merecía era a estar por encima del representante alemán. Y tampoco puedo entender que las dos mejores voces de todo el concurso, el polaco Ochman y la armenia Rosa Linn, quedasen el 12 y el 20 respectivamente... pero en fin. A la gente le dio por ahí y, tongos a parte -que siempre los ha habido y siempre los habrá-, Eurovisión es así.

Para compensar, la sección friki del concurso fueron los noruegos Subwoolfer con "Give that wolf a banana", remake barato de Duft Punk pero con cabeza de lobo de goma eva, y el hijo "heaviata" del Capitán Pescanova representando a Finlandia, los cuales quedaron uno el 10º y el otro el 21º. Las casas de apuestas les daban posiciones más altas, pero les falló el punto de mira. El resto de concursantes pasaron sin pena ni gloria.

En definitiva, un entretenido festival de Eurovisión presentado por la máquina humana y televisiva de Laura Pausini  y dos más (Mika y Alessandro Cattelan) que, a pesar de tener que hacerle de sustitutos durante los 20 minutos en que la Pausini se ausentó del escenario por el jamacuco que le dio, simplemente hicieron de teloneros de la personalidad aplastante de la italiana. Sea como sea, volvió pletórica, para acabar un Eurovisión que será criticado hasta la nausea por los de siempre y por los "fans" de Putin, pero que quedará en los anales (sobre todo para España que de la tabarra que dieron todos los medios, si no ganó, fue como si lo hubiera hecho) como uno de los mejores festivales de los últimos años. 


España quedó tercera, pero como si hubiera ganado
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