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Árboles de Navidad: esos verdaderos reos navideños.

Reos navideños
Reos navideños
A los que nos confesamos amantes de los árboles (ver Hyperion, el ser vivo más alto del planeta), estos días nos da especial tristeza por el maltrato a que se somete a estos mismos seres vivos, a pesar de ser unos días en que el árbol es uno de los protagonistas más importantes. Las plazas de los pueblos y ciudades de los países cristianos se llenan de imponentes árboles talados con el único fin de ponerles cuatro luces y unas cuantas bolas durante una quincena de días. Árboles de alturas impresionantes que han necesitado decenios para crecer (120 años y 33 m. el instalado este año en la Plaza de San Pedro del Vaticano) son masacrados para "hacer bonito" durante estas mercantilistas fiestas navideñas. Como decía mi abuelo... donde no hay mata, no hay patata.

Un simple producto anual
Personalmente, cada vez que veo un árbol en una casa, no puedo por menos que apiadarme de él, ya que lo veo como al reo inocente que está siendo ahorcado y está dando sus últimos espasmos. Y no es para menos cuando sabes cual será el fin de dichos árboles.

No hace muchos años se vendían directamente sin raíces clavados a un disco de madera, sin embargo, la presión social empezó a denunciar que de esta forma no se daba la oportunidad de replantarlos y que era una crueldad. Poco a poco se impuso el vender el árbol con tierra y con raíces para poderlos volver a plantar, hasta el punto de abandonarse el árbol sin raíces. De esta forma, en Barcelona, incluso se hicieron campañas institucionales para replantarlos en las laderas de Collserola, pero resultaron un auténtico fracaso, ya que menos de un 1% de los árboles (píceas y abetos sobre todo) conseguían arraigar. Curioso...¿verdad? Tiene su razón de ser.

Si sobreviven, no hay negocio
El mercado, si no puede hacer pasar a la gente por el tubo, se adapta a las demandas del público -esto es un axioma. En este caso, se solicita que los árboles tengan raíces para que el que quiera los pueda plantar, y por tanto, los cultivadores lo hacen para no perder cuota de venta. Sin embargo la biología de una planta no admite cualquier manipulación y si a eso añadimos la tan bien conocida "comodidad" de la gente, ya tenemos el resto.

Proporción raíz/copa
Un árbol de unos dos metros, con la densidad de copa que normalmente se solicita para poder colgar las horteras guirnaldas del "Todo a 100", y si se quiere tener una cierta probabilidad de arraigo (estaríamos hablando de un 30-40%, tampoco ninguna barbaridad), su volumen de raíz no tendría que bajar de los 50-70 litros (ver El árbol del Pastor: modestia por arriba, récord mundial por debajo). ¿Usted se imagina cargando un abeto de 100 kg por su escalera? ¡El niño tendría una vez el caprichito en su vida, pero no más! Lógicamente, a los productores lo que les interesa es vender, no que duren, ya que el hecho de que vivan implica que haya muchas posibilidades de que el año que viene no compren otro. Y aquí está el quid de la cuestión.

"raíces" para vender más
Por un lado la presión social para que tengan raíz, por el otro la necesidad de vender un producto anualmente, y se ha llegado a un término medio: la sociedad, urbana sobre todo, ignorante de las cosas del campo (ver Una carretilla, una alcachofera y un anuncio de espárragos desconcertante) aceptan perfectamente el hecho de que una pícea de 2 metros esté metida en un tiesto de 8 litros ya que tienen la "posibilidad" supuesta de replantarlo -es ecológico por tanto- y los viveristas consiguen un producto perecedero y fácilmente transportable por los clientes. El producto está vendido.

Planta de consumo
Por desgracia, cuando a alguien se le ocurre intentar indultar a alguno de estos "reos", se destapa todo el pastel. La mayoría de las veces las raíces se reducen a un tocón con cuatro atisbos de bifurcación falcado con un par de trozos de ladrillo y rellenado con arena para dar más peso al conjunto. Resulta imposible que arraigue nada así. Los gastos de explotación (interesa que el producto salga del campo rápidamente) impiden que los árboles sean tratados con la mínima delicadeza, y se da toda la prioridad a que el árbol tenga un cepellón en un tiesto o en una red ya que es lo que va a vender el árbol.

Destino fatal e inexorable
Resulta fácil comprender porqué en 15 días esos árboles se quedan pelados y dejan los salones perdidos de acículas, ya que no tienen ninguna raíz que absorba el agua que le tiramos a las raíces y lo único que tiran es de las reservas. Ese agua solamente está pensada para dar equilibrio. El cliente, contento y engañado, y el productor con los duros en el bolsillo. Hace reír, pero es así.

En conclusión, cómprese un árbol de plástico, que aunque parezca mentira es más ecológico y más sostenible que los árboles de verdad, que para la corbata, la bufanda y la colonia de todos los años no necesita cargarse ninguno de verdad. El planeta se lo agradecerá y su bolsillo, más.

¡O hágase uno con un bonsái! ¡Como yo!

Árbol de Navidad 100% sostenible

Comentarios

cosmofonio ha dicho que…
Una cosa más que añadir a mi lista de cosas que no tengo ni necesito: el árbol de navidad.

Bonito el bonsai!

Ammmm... dos palabrejas que no conocía: falcar y acícula (esta última no está en el diccionario, pero sí en la Wikipedia). Gracias!
Ireneu Castillo ha dicho que…
Pues nada, chico... nunca a la cama te irás sin saber una palabra más! jajaja!

Ah! y me gusta que te guste mi arbolito! Ya que los cuido...¡al menos que me luzcan!

Buena entrada de año! :-D
Marina ha dicho que…
Totalmente de acuerdo en tu explicación. Cordiales saludos.

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