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¿Conoces mi último libro?

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Prepotentes acorralados.

Quien más, quien menos, va a tener durante los próximos días /semanas /meses, unas merecidas vacaciones, premio a toda una temporada de duras horas de trabajo y stress. Pues bien, como a esos señores que están en la torre de control de su aeropuerto, no se les dé lo que piden, si usted ha planificado -y pagado- unas vacaciones con viaje de avión, se las va a comer con patatas y se va a tener que ir a casa de su suegra a pasar el verano si quiere sentir emociones fuertes durante su período de asueto. Así de simple... y así de perverso.

Nadie mínimamente honesto se atreve a negar que se está haciendo una huelga en toda regla cuando una cuarta parte de la plantilla se toma una baja a la vez. Pues bien, esto es lo que afirman repetidamente estos trabajadores públicos, llave de vuelta del espacio aéreo español. ¿Alguien en su sano juicio, puede creer la más mínima palabra de lo que digan para defenderse si están mintiendo de forma tan flagrante y descarada?. Evidentemente, no.

Si algo bueno ha tenido la crisis es que la falta de dinero ha puesto entre la espada y la pared la economía del país, por lo que se ha obligado al gobierno a poner en solfa -se quiera o no- los desmanes presupuestarios de algunos colectivos, entre ellos los controladores. Dada esta situación, José Blanco -el ministro de Fomento español- ha tenido que ponerse duro (mal que le pese) para que las cuentas salgan, y ha debido oponerse a las prebendas y privilegios de esta gente, para gozo de sus “señorías”, claro.

El problema del asunto, no está en que cobren unos 350.000 euros de media por controlar el espacio aéreo, sino que aduzcan stress, una larga jornada laboral y falta de vacaciones para justificar su pornográfico sueldo a cargo del erario. El hecho de que digan que no cobran dinero público, porque cobran de lo que pagan los viajeros, es tener una jeta de cemento armado y añadir otro agravio más a ojos del resto de la sociedad española, que haciendo más horas que un reloj y con responsabilidades muchas veces por encima de sus obligaciones y sueldos, no llegan a fin de mes ni locos.

Tan acorralados están, por un lado por la Seguridad Social -estudiando con lupa todas y cada una de las bajas, haciéndolos volver al trabajo a la fuerza-, por la opinión pública y por el propio gobierno -que amenaza con contratar controladores privados y utilizar controladores militares-, que no dudan en negar la huelga e incluso en desprestigiar al colectivo de controladores militares -insinúan que son un peligro por su inexperiencia- cuando estos mismos controladores están hasta el moño de llevar aeropuertos militares abiertos al tráfico civil, tal es el caso de los aeropuertos de Zaragoza o de San Javier (Murcia).

Resulta una pena que haya tenido que venir “la forzosa” para bajar los humos a la prepotencia y soberbia de un colectivo que, por estar en el punto más débil de la cadena, pretende aprovecharse de su posición estratégica para chantajear a todo un país, justo ahora en que la crisis está golpeando tan duramente a toda la sociedad española.

Lamento informarles, señores controladores, que nadie es imprescindible.

Ni tan siquiera ustedes.


Enlace sindical de los controladores departiendo con el Rey.

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