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¿Conoces mi último libro?

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La hartura de las sanguijuelas.


Hay días en que te das cuenta de la cantidad de gorrones, jetas y chupasangres que corren por este mundo. No se trata sólo de políticos y otra gente de mal vivir, sino que aquellos que pretenden vivir a cuenta de parasitar los bolsillos y las vidas de los demás son auténtica legión. En estos casos, el saber decir que no, es un auténtico salvavidas.

En un día cualquiera te encuentras que, por teléfono, te llaman los de la venta de seguros, los de las empresas de telecomunicación (jazztel, ono, telefónica, orange...), incluso los del gas y de la electricidad, todos ellos con la intención de ofrecerte unas ventajas tarifarias que a los únicos que interesan es a los que te las hacen. Ellos no son tontos.

Si seguimos con la retahíla de chupopteros, a la puerta te llaman desde ONG's exprimiendo tu lástima más atávica para sacarte cuatro eurillos de nada al día, los de las encuestas, los de las ventas de libros -cuando no lees ni un libro al lustro-, más seguros, los del gas, electricidad y teléfono (¿tiene usted una factura?) , los testigos de Jehová, los butaneros, el que se ha quedado perdido y no tiene para coger el tren, incluso el que es un pintor que trabaja aquí al lado y que necesita 5 euros para el taxi ya que su mujer se ha puesto de parto... Todos ellos dispuestos a rapiñarte tus exiguos recursos con las más increíbles tretas.

El intento de saqueo, ya llega hasta a lo más intimo del gimnasio. Estás en pelotas y un tío al cual no conoces de nada, te dice... oye... me puedes dejar un poco de gel, que solamente me he traído el champú. Pues no, le he respondido, con menos asertividad de la que me hubiera gustado mostrar. Estoy harto de tanto sableador profesional, y harto de ver a los jetas de turno que se bañan gratis a cuenta de gorronear los jabones de los demás. Evidentemente, y sin ningún problema, le ha ido a sablear a otro -yo, antes me lavo sin jabón que le pido a los demás, de la vergüenza-, el cual ha caído en su lazada y le ha dado lo que le pedía.

Todas estas sanguijuelas humanas se acabarían rápidamente si todo el mundo aplicara el conocido dicho de que ante el vicio de pedir está la virtud de no dar, pero como a los que tenemos buena voluntad siempre hay algún momento en que nos pillan con la guardia baja y acabamos cayendo, estos chupones lo intentan una y otra vez por si suena la flauta, tocando lo que no suena en pos de su preciado vasito de nuestra más preciosa sangre.

Ojalá que todo el mundo aprendamos a decir NO a todo lo que realmente no nos interesa y que nos pretenden meter a machamartillo usando cualquier excusa, cuando los únicos beneficiados son ellos.

El mundo sería un auténtico paraíso. 


Cada día los tenemos que soportar.

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