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Síndrome de Covada o el embarazo psicológico de los hombres

Síndrome de Couvade
Quien haya tenido perros en casa, seguro que no le será desconocida la extraña "enfermedad" que "ataca" a algunas perras, en que, sin más ni más, éstas comienzan a mostrar todos los síntomas de estar preñadas, pero sin estarlo. Esta situación, en que la hembra ha estado lo mismo de cerca de un macho que usted de acertar la lotería es, como mínimo, divertido y problemático a la vez, ya que según la virulencia del "embarazamiento" pueden sufrir diversas complicaciones (mastitis, hipersensibilidad...) que comporten una incómoda -sobre todo por la factura- visita al veterinario. Esta preñez ficticia, en que las hormonas se ponen tontas y hacen cosas raras (ver El misterioso caso de las chicas con reglas simultáneas), ocurren en todas las hembras de los mamíferos, inclusive en las mujeres, donde no es infrecuente. No obstante, lo que no es tan normal es que estos mismos embarazos psicológicos ocurran en los hombres, pero, aunque le pueda parecer mentira, hay hombres que los sufren: es el conocido como Síndrome de Covada.

Habitual en hembras
Los síntomas externos del embarazo, en las mujeres, son harto conocidos. Desde el aumento de peso (¿quién no ha dudado entre si era obesidad o embarazo antes de felicitar a alguna conocida?), las náuseas, los antojos y, sobre todo, los cambios intempestivos de humor, los cuales llevan de auténtico cráneo a más de un marido. Toda esta sintomatología, junto con el hecho de venida del bebé, es un auténtico trastorno tanto para la mujer como para el hombre, pero para estos últimos puede suponer un mazazo a nivel psicológico y, para algunos, incluso a nivel físico.

Mazazo psicológico
Lo más normal es que, ante un embarazo, el hombre sienta que todo lo que le gusta, es decir, salir los fines de semana, el fútbol, las cervezas con los amigotes o dormir a la patalallana, se va a ir al traste gracias a la venida de una criatura. Esta nueva responsabilidad familiar puede provocar reacciones psicológicas de todo tipo que pasan desde el abandono de la pareja, negaciones de paternidad o mil pequeñas cosas que las embarazadas se ven obligadas a capear como pueden. Sin embargo, en algunos casos, el hombre, ante la llegada de un retoño, empatiza tanto con la gestante que llega a presentar los mismos síntomas que ella.

¿Compartiendo el embarazo?
Dolores lumbares, náuseas matutinas, cambios de humor, aumento de peso, abultamiento de la barriga (al margen de las cervezas, conste), dolores de cabeza, vómitos, pérdida de apetito, insomnio... los hombres que padecen el Síndrome de Covada  (del latín Cubare -yacer- y de aquí al francés, Couver -incubar-) pasan un auténtico embarazo paralelo al de sus compañeras, pero no sólo psicológicamente, sino que, incluso, llegan a sufrir físicamente.

Más allá de los síntomas psicosomáticos, los estudios que se han efectuado han probado que los hombres que padecen este síndrome sufren un auténtico cóctel de hormonas, con alteración de los niveles de estrógenos, dopamina, oxitocina e incluso de prolactina -la hormona que induce a segregar la leche- por lo que, en algunos casos graves, puede necesitar tratamiento médico. Con todo, si bien se conocen perfectamente los síntomas, no se tiene claro cuál es el origen de esta afección.

Sufren antojos
Hay científicos que piensan que es meramente psicológico, ya sea por el cambio que supone en la vida habitual del hombre, por las ganas de tener un hijo, por empatizar en exceso con la pareja, por la responsabilidad, por celos, o tal vez por todo a la vez. Por el contrario, hay otros que piensan que la alteración hormonal de la mujer encinta produce elementos químicos (ver El misterioso caso de las chicas con reglas simultáneas) que son captados por un especialmente sensible futuro padre, produciéndole los disturbios endocrinos antes comentados. Sea uno o sea otro, los síntomas tienen su punto más álgido durante el primer trimestre de gestación y el último, y si bien los síntomas mejoran ostensiblemente haciendo ejercicio regularmente, acaban desapareciendo totalmente tras el parto, cuando las "pre-ocupaciones", dejan paso a una "ocupación" muy real.

Vivir la paternidad
El hecho de que un hombre pueda sufrir un auténtico embarazo empático, posiblemente sea visto como una debilidad desde el punto de vista del machismo más rancio y obsoleto. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que estamos inmersos en un proceso de feminización de la sociedad, en que los valores femeninos están al alza y que, tal y como van las cosas, esta particular dolencia posiblemente contenga la clave de la supervivencia humana. Y es que, en un mundo en que los recursos escasean a medida que la población se multiplica, la supervivencia de los grupos familiares -tal y como pasaba durante el Paleolítico- sólo es posible con la participación conjunta y equitativa de hombres y mujeres.

Tengámoslo en cuenta.

 
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