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Sobran presentaciones |
Si hay algún galardón que sea especialmente controvertido, sin lugar a dudas es el
premio Nobel, y dentro de los Nobel, el que se lleva la palma de la controversia y el debate mundial es el
Nobel de la Paz. Y la verdad es que razones no faltan para
cuestionar algunas veces el criterio de los miembros del jurado, ya que con ejemplos como el de la nominación de
Hitler para el Nobel de la Paz en el 1939, es como para cuestionarlos. Pero... ¿cómo se llego a esta situación? Aunque parezca mentira, siempre hay un fuego del cual provienen las cenizas.
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Ceremonia de los Nobel |
Era enero de 1939 cuando el parlamentario sueco
Erik Gottfrid Christian Brandt envió a la
Academia Sueca (
ver Guimerà, el robado Nobel catalán) una carta en la cual solicitaba que Adolf Hitler fuera nominado para el Nobel de la Paz. En ella explicaba que si no hubiera sido por su concurso con la firma de los
Acuerdos de Munich en septiembre de 1938, una nueva guerra se hubiera producido en Europa. Y como, para más recochineo, ello era cierto, se aceptó a trámite.
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Firma de los Acuerdos de Munich |
Los Acuerdos de Munich fueron una auténtica
aberración según los cuales Francia, Gran Bretaña e Italia
accedían a las reclamaciones territoriales de Hitler de anexionarse el territorio de los
Sudetes de Checoslovaquia, debido a que eran de cultura germánica. Lo gracioso es que a Checoslovaquia, que era la principal afectada,
no se le dejó que participara, de tal forma que aquello se convirtió en una merienda de negros para Hitler, que continuaba su proceso de expansión comenzado meses atrás con la
anexión de Austria.
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Chamberlain y un papel mojado |
Inglaterra y Francia -sobretodo la primera- confiaban que dando lo que pedía a Hitler evitarían el estallido de una nueva guerra pero, en realidad, lo único que hicieron fue hacer crecer el
ego de la bestia. Italia, por su parte, con un
Mussolini títere de los alemanes al frente, tampoco se iba a oponer mucho. Sólo así se comprende que
Arthur Neville Chamberlain, primer ministro británico, fuera recibido en loor de multitudes después de la firma de los Acuerdos de Munich. Unos acuerdos que Hitler se los iba a pasar por el arco del triunfo sin problemas -de hecho no se escondía de ello.
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Si uno era nominado, el otro, también |
En este escenario de pacifismo a ultranza, que realmente ocultaba un
miedo terrible a una nueva guerra, se presentaron a la Academia Sueca hasta 10 nominaciones de diferentes personalidades europeas (británicas, suecas, italianas, belgas, holandesas...) para otorgar el Nobel de la Paz a Chamberlain, el primer ministro británico, por haber sido el catalizador de aquella acción en pro de la paz mundial. Y aquí es donde entra el papel de
E.G.C. Brandt.
Brandt, socialdemócrata sueco y
antifascista (
ver La fuerza antinazi de un sencillo clip sujeta papeles) , viendo la bajada de pantalones de los aliados y previendo la que se avecinaba, se enojó como una mona con el hecho de que, encima, uno de los principales autores de semejante cobardía fuera
premiado con un Nobel. Ello le llevó a pedir -con toda la
sorna e ironía posibles- la nominación de Hitler, ya que si uno merecía la condecoración, el otro también, habida cuenta que el fürher, si hubiese querido, hubiera podido empezar la guerra
y no lo hizo. Lo más sorprendente es que
coló y quedó constancia conforme que había alguien que pedía el Nobel para Hitler.
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Hitler comiéndose a Checoslovaquia |
Tal revuelo provocó la noticia de la nominación, que el día 1 de febrero de 1939, el propio Brandt, envió una carta
retirando su solicitud y explicando las razones de su acción, cosa que, todo sea dicho, no hicieron los que apostaban por el galardón de la Paz para Chamberlain, que siguieron adelante con su proposición.
Como era evidente para todos menos para los que no lo querían ver, Hitler siguió adelante con su política expansionista,
limpiándose el culo con los tratados firmados hasta entonces, absorbiendo toda Checoslovaquia y, finalmente, invadiendo Polonia (
ver Osinów Dolny, el pueblo de los peluqueros y de las dos limpiezas étnicas), lo que significó, ahora sí, el comienzo de la
Segunda Guerra Mundial.
Hitler se quedó sin Nobel de la Paz, al igual que Chamberlain, porque dada la zarabanda de palos que comenzó en el mundo, la Academia Sueca decidió no otorgar ningún premio Nobel el 1939. Ni el 1939, ni ninguno más hasta el 1944, cuando, al final y desgraciadamente, encontraron a alguien que se lo mereciera: la Cruz Roja.
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Medalla del Premio Nobel |
Webgrafía
Este blog crea adicción, pero de la buena! felicidades!
ResponderEliminarXatevexo: Jajaja! Muchas gracias por el cumplido. Todo un honor. ;-)
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