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¿Cráneo de Hitler? |
Uno de los asuntos más turbios y misteriosos de la historia mundial del último siglo ha sido la confirmación o no del suicidio de
Adolf Hitler. Este hecho, calificado de
alto secreto por las potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial ha hecho correr
ríos de tinta de los amantes de las teorías conspiratorias, los cuales, siguiendo pistas y bulos a cual más disparatado, negaban (y de hecho niegan) el suicidio del líder nazi. Estas teorías "
conspiranoicas" lo ubicaban en los más variopintos lugares, sobretodo en Argentina, e incluso lo pintaban viviendo tranquilamente en una secreta base antártica. En esta circunstancia, el interesado
secretismo de los aliados, sobretodo de la URSS de Stalin (
ver Stalin y su objetivo de asesinar a John Wayne), tampoco ha ayudado mucho a sacar el agua clara de este asunto, pero todo apunta a señalar que
Hitler se suicidó, y los rusos aún dispondrían de algunos
restos suyos que lo confirman.
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Imagen de "El Hundimiento" |
El 30 de abril de 1945, la guerra está
perdida para Alemania. Los rusos ya estaban en el centro de Berlín y su política de dos ojos por cada ojo y dos dientes por cada diente, obligaba a las
exiguas fuerzas nazis que aún combatían por las calles berlinesas a luchar hasta morir, habida cuenta que morir matando sería el menos malo de los finales (
ver Osinów Dolny, el pueblo de los peluqueros y de las dos limpiezas étnicas). Hitler, viéndose vencido,
decidió suicidarse junto a Eva Braun, ella envenenada con una cápsula de cianuro y él de un tiro en la cabeza, dejando encargado que fueran incinerados para que sus restos
no quedasen en poder de los soviéticos. Así se hizo.
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Soviéticos en el Reichstag |
El día 2 de mayo, las tropas rusas tomaron el
Reichstag y con él el búnker donde se escondía el estado mayor nazi. Se encontraron los cuerpos de
Goebbels -el ministro de propaganda-, su mujer, sus 6 hijos y diversos altos mandos, pero no salían los cuerpos de Hitler y Eva Braun. El día 5, los soldados soviéticos encontraron en el fondo de un
cráter de una explosión los cuerpos semiincinerados de lo que podía ser Hitler, su mujer, y sus dos perros. Stalin ordenó que
fueran identificados por médicos forenses, y ante la imposibilidad de reconocerlos, debido al estado de degradación de los cadáveres, se buscó a los
odontólogos de Hitler para que reconocieran los dientes postizos que se había encontrado. Éstos fueron reconocidos por la ayudante y el técnico del odontólogo dado que Hitler tenía la dentadura muy mal y se tuvo que hacer un puente dental muy característico. Pocos días después, los forenses
certificaban que aquellos restos correspondían a los de Hitler, si bien se mantuvo un silencio
absoluto al respecto.
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Dentadura atribuida a Hitler |
Los mandos rusos tomaron diversas muestras tales como partes del cráneo, uno con un agujero de bala, parte de la mandíbula y la dentadura y los enviaron a Moscú, donde fueron depositados en los archivos de los servicios secretos (posterior KGB). El resto de los cuerpos de Hitler, Braun, Goebbels y familia fueron enterrados en la Alemania Oriental, bajo dos metros de tierra en la base del 3er Ejército de Choque soviético. El secretismo fue total y absoluto, habida cuenta que a Stalin ya le venía bien que no se supiera el paradero de Hitler y que corriera el rumor de que los deleznables capitalistas habían dado cobijo al Führer. Los cuerpos permanecieron durante 25 años en su tumba provisional.
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Yuri Andropov |
En 1970, el jefe del
KGB y posterior jefe de estado soviético,
Yuri Andropov, ante la situación de tener que retirar el ejército rojo para ceder el mando a los alemanes orientales, recomendó al entonces presidente ruso
Leónidas Breznev, la exhumación de los restos de Hitler, Goebbels y compañía, así como su posterior destrucción. La posibilidad de que los restos fueran
descubiertos por los nuevos inquilinos y el hecho de evitar que la zona se convirtiera en una zona de
peregrinación por los fanáticos seguidores del dictador (
ver La Esvástica del Bosque, el oculto regalo del führer), hicieron que Breznev diera el visto bueno a la operación. Los cuerpos se
incineraron y sus cenizas se tiraron al río
Elba, quedando solamente los restos depositados en los almacenes del KGB en Moscú.
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Fragmentos del cráneo |
En el año 2000, en una exposición con motivo del 55 aniversario de la
capitulación de la Alemania nazi que se organizó en Moscú, se mostraron diversos recuerdos de la victoria, entre ellas los
fragmentos de cráneo con la perforación por bala, la guerrera, una cigarrera y una foto de la
dentadura pertenecientes a Hitler, los cuales, por primera vez vieron la luz públicamente. Y por si había dudas de su origen, en el 2002, el FSB (heredero del KGB) permitió que un
forense norteamericano estudiara los restos depositados en sus archivos, confirmando a su vez que los restos pertenecían al líder nazi y que darían carpetazo definitivo al asunto de la muerte de Hitler.
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Hitler y Eva Braun |
No obstante, para
complicarlo todo, un estudio de ADN efectuado por una arqueóloga de la Universidad de Connecticut a partir de una
muestra extraída del cráneo guardado en Moscú, determinó que el fragmento con el agujero del disparo que los rusos atribuían a Hitler, en realidad se trataba del de una
mujer de entre 20 y 40 años y no el de un varón de 56, como era el dictador. Todo ello, por tanto,
desbarataría la versión dada por las autoridades soviéticas durante todo este tiempo, y volviendo la partida al punto de inicio.
En conclusión, oficialmente resulta probada la historia del suicidio y posterior destino de los restos de los máximos exponentes del sádico régimen nazi. Sin embargo, el -por otro lado, obligado- secretismo con que las administraciones implicadas han llevado el asunto del cuerpo de Hitler (intereses propagandísticos a parte) dan pábulo a que cualquier loco que esté convencido de las teorías conspiratorias piense que el Führer sigue vivo en Ecuador, Alemania, Austria, la Patagonia, la Antártida o incluso en la Luna (no es broma), estirando hasta la nausea el manido tema, más en busca de protagonismo o rédito económico que con una científica intención de aclarar un misterio.
Posiblemente no tendremos nunca la certeza de qué paso con Hitler, pero, sinceramente, no tiene la menor importancia, ya que el personaje no podrá nunca ocultar la sangrienta historia que le precede. Historia que, esta sí, no debemos olvidar jamás.
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El cráneo de la discordia |
Webgrafía
He visto algunos capítulos de la serie “Persiguiendo a Hitler” de History Channel, llevada a cabo por expertos forenses. El segmento crucial de la serie es cuando confrontan las evidencias sobre el cráneo llevado por los rusos desde el sitio de los hechos, demostrado genéticamente como perteneciente a una mujer. De nadie más sino de Eva Braun, cosa que no se pudo demostrar forensemente porque su familia no quiere más de ese tema. Pero los testimonios del proceso de Nuremberg llevan a tener alto grado de certeza sobre su procedencia. Las imágenes muestran un fragmento de cráneo joven (suturas bien delimitadas) y una perforación de salida de un proyectil de arma de fuego. Aquí es donde está el problema de la serie. Como quieren demostrar la hipótesis que Hitler escapó con vida, no se hicieron la pregunta que mejor explicaría el muy probable fin de Hitler. El antecedente judicial es que los testigos dan fe de haber oído un solo disparo en el recinto donde estaban juntos, y como ese disparo está en el cráneo de Eva, los investigadores pasaron, sin hacerse la mejor pregunta, a reafirmar su hipótesis. No se olvide que se casaron poco antes de los hechos, y es psicodinámicamente verosímil que, dadas las condiciones desesperadas del momento, también quisieron morir juntos. Simplemente un solo disparo acabó con sus vidas. Hitler, luego de ingerir con Eva su pócima venenosa, tomó con una de sus manos su cabeza y la adjuntó a la suya y con la otra mano, a boca de jarro, destrozó con los gases de deflagración su cráneo y el proyectil, liberado de los gases, siguió su limpio camino a través del de Eva, dejando la única huella visible del hecho. Esta pregunta pudo detener en seco la investigación de History Channel. Tito Vega Restrepo, médico forense, Colombia.
ResponderEliminarQue se encuentre un craneo pocos días después ya dice mucho de la falacia y la mentira que nos ocultan!....un cuerpo necesita muchas horas y a temperaturas muy altas y extremas para ser irreconocible!
ResponderEliminarEn este caso el fenómeno resulta particularmente insólito porque un cuerpo humano es, en condiciones normales, bastante difícil de quemar, si la idea es reducirlo a un montón de cenizas. Alrededor de tres cuartas partes del peso de un cuerpo humano es agua, lo que lo hace un pésimo substrato para la combustión. En un horno crematorio, se requieren temperaturas entre 760 y 1100 °C durante dos a tres horas para destruir un cadáver (el tiempo varía de acuerdo al peso y la talla del mismo), dejando un remanente de 1800 a 3600 gramos de residuos sólidos. Y ni siquiera en estas condiciones los huesos son reducidos a polvo, pero y la gasolina? como deja un cadaver? se piensn que somos tontos?...hitler huyó del bunker acedio al metro, se dirigió al sudoeste!, desde allí a suiza, cuando en las fronteras empezaron a no ser tan estrictos fué a suiza junto a menguele y algún psicopata más...de allí a sudamerica, paraguay , o argentina! Papa Sionista pagaba y protegía....!