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¿Conoces mi último libro?

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Pobles Medievals de Catalunya (2024)

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Capítulo 7: El asunto del canal

¡Sobreviven!

Quienes me conocen saben que gusto mucho de descubrir lo que yo llamo "desconchones", aquellos restos de épocas pasadas que aún se pueden encontrar en la actualidad y que nos hablan de un pasado que se resiste a morir, pero que la mayoría de las veces pasa totalmente inadvertido. Si a eso sumamos mi gusto por los árboles, entenderán porqué desde siempre me ha llamado poderosamente la atención conocer de la existencia de una treintena de hayas en el Montnegre, a 45 kms de Barcelona y a 8 kms de las playas del Maresme.

El Haya (Fagus sylvatica), es un árbol caducifolio habitual de climas centroeuropeos, frescos y húmedos, que en su crecimiento forma el típico bosque de cuento de hadas, ya que debido a su frondosidad no permite que la luz llegue con facilidad al suelo, evitando el crecimiento de un sotobosque frondoso. En la Península Ibérica los encontramos en la Cordillera Cantábrica, Pirineos y poco más, coincidiendo con la distribución de un clima atlántico que les es propicio. 

En Catalunya también podemos encontrar hayedos en el Montseny, en Olot -la conocida Fageda d'en Jordà- o tan al sur como en los Puertos de Tortosa-Beceite, todos ellos con climas que ya sea por la altura, humedad o lejanía del mar, mantienen zonas similares al centroeuropeo, permitiendo su crecimiento. Pero...¿qué pintan 30 hayas a un paso de la playa en un sitio tan "atlántico" -denotese la ironía- como el Maresme? Todo tiene su razón de ser...y no, no fueron plantadas. Son autóctonas.

Nuestras protagonistas crecen a una altura de 710 metros, cerca del Coll ses Basses, totalmente rodeadas de bosque mediterráneo (encinas, alcornoques, pinos, robles...) en la parte de umbría de la Sierra del Montnegre, cuya máxima altura se encuentra a 766 metros en el Turó Gros. Este mini-hayedo ha sido muy machacado históricamente por su aprovechamiento maderero, lo cual llevó al botánico Pere Montserrat en 1949 a describirlo como "dos árboles viejos y una docena de tocones", dando una idea de la precariedad del bosquecillo. El fin de la explotación forestal de la zona tras su declaración como parque natural en 1989, ha permitido un mayor desarrollo de los tocones y un respiro para las hayas, que han aprovechado para ganar un poco de terreno.

El origen de este hayedo viene de la última glaciación, la cual produjo una retirada hacia el sur de los climas fríos y húmedos del centro de Europa, que llevaron a las especies como el haya a conquistar extensas zonas de la península. Tras la retirada de los hielos, los climas cálidos volvieron a subir de latitud, provocando la retirada generalizada de las hayas de nuestro territorio, refugiándose éstas en pequeñas "islas" propicias a su desarrollo por una u otra razón. 

En el Montnegre, a pesar de la cercanía del mar y, aunque parezca un contrasentido, gracias a ello, ha quedado un pequeñísimo islote climático gracias a las nieblas que suben directamente desde el Mediterráneo. Estas nieblas cubren buena parte del año la zona atemperando y humidificando el ambiente, lo suficiente para crear un microclima que ha permitido que desde hace más de 10.000 años se desarrolle una población vegetal que ha sido capaz de resistir tanto la presión humana como la propia competencia vegetal de las especies típicas del clima mediterráneo.

Esperemos que nuestro habitual desprecio para con todo nuestro entorno, deje paso a un respeto venerable hacia un pequeña arboleda, testimonio vivo de una época y una antigua realidad ecológica que se resiste a desaparecer.

Una de las hayas supervivientes.

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