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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
Niza 1979, la historia de un tsunami.
El 16 de octubre de 1979, la Costa Azul francesa sufrió un tsunami con olas de 3 y 4 metros de altura que causó una gran cantidad de daños. Barcos en medio de los paseos marítimos, edificios devastados, coches arrastrados e incluso varios muertos fueron el resultado de la súbita ola (ver ¿Qué hacer en caso de Tsunami?). Sin embargo, los sismógrafos no detectaron ningún movimiento sísmico ni en tierra ni en mar en los momentos previos al tsunami. ¿Qué había pasado entonces? La mano del hombre, como tantas otras veces, se encontraba detrás de la desgracia.
Unos años antes, y debido a la gran afluencia de gente que acogía la Costa Azul, se decidió ampliar el aeropuerto de Niza con una nueva pista para poder acoger los grandes Boeing 747 que hasta entonces no podían aterrizar por las características del aeropuerto, el cual está construido paralelo a la costa, ganándole tierra al mar Mediterráneo. La obra realizada con éxito se aprovechó para construir una ampliación del puerto. No obstante, algo se torció.
La zona de la Costa Azul es muy escarpada, y en ella los Alpes alcanzan el Mediterráneo a pico, creando grandes acantilados y una estrecha área de playas que es donde se ubican las ciudades que todos conocemos: Niza, Cannes, Antibes, Mónaco, etc. En esta zona, la plataforma continental es muy estrecha y a 5 kms de la costa ya se alcanzan los 1000 metros de profundidad. El aeropuerto de Niza, por su parte, está construido sobre el delta sumergido del río Var, que acaba abruptamente en un profundo cañón submarino, lo cual no deja mucho margen de maniobra. A pesar de este riesgo evidente, los ingenieros franceses apuraron al máximo el espacio disponible y comenzaron a construir el nuevo puerto.
Las máquinas empezaron a abocar miles de toneladas de rocas y material diverso que tenía que conformar los diques y la explanada de carga, compactándolo para asegurar el nuevo suelo adquirido al mar. Ya tenían una gran parte construida cuando se desencadenó la tragedia y, emulando a la Atlántida (ver Doggerland, la Atlántida del Mar del Norte), sobre las dos de la tarde del día 16 buena parte de los nuevos diques se hundieron súbitamente bajo las aguas, generando una avalancha submarina que arrastró con ella toda la maquinaria pesada y los nueve operarios que estaban trabajando en el lugar en el momento de la desgracia.
Ahora lo ves... ahora no lo ves. |
El alud que se produjo -estimado en unos 8'5 millones de m3 de derrubios- se abalanzó cañón abajo a una velocidad de unos 50 m/segundo, arrasando el fondo por donde pasaba y creando un efecto "bola de nieve" que hizo crecer el volumen de material implicado en la avalancha hasta los 150 millones de m3; un volumen de rocas y piedras similar a la capacidad del pantano de Sau, produjo el tsunami que afectó toda la Costa Azul.
Tal energía llevaba el desplome que 3 h y 45 min después de producirse, cortaba el cable telefónico submarino que se encontraba a 2.500 metros de profundidad y 80 km de la costa de Niza y 8 horas después cortaba el que se encontraba a 110 kms. y 2.600 m, llegando prácticamente hasta los pies de la isla de Córcega.
Los responsables franceses quisieron buscarle todo tipo de excusas de carácter natural (terremotos, exceso de lluvias que hicieron bajar el río Var crecido, desestabilización del talud submarino por causas naturales, etc...) de cara a vestir las obras del aeropuerto como víctimas de un incidente no previsible y no como las culpables que parecían ser. En vistas de que todo apuntaba a negligencias de diverso tipo, el gobierno galo blindó el acceso a los archivos e informes concernientes al asunto, clasificándolos de secretos y no permitiendo su publicación hasta pasados 100 años.
En realidad, la avalancha no se produjo de forma inesperada. Según se ha podido saber por algunos archivos filtrados, los hundimientos de material y las grietas en los diques eran continuos, pero se solucionaban a base de meter más piedra y apisonar o asegurar mediante láminas de acero clavadas a golpe de martillo pilón, cosa que aún agravaba el problema. El talud del delta del Var, de esta forma, avisaba de su inestabilidad, pero los ingenieros decidieron seguir adelante a pesar de que -como en las películas- hubieron informes geológicos que desaconsejaban las obras (ver Vajont, crónica de una tragedia anunciada). No les hicieron caso... hasta que se produjo el hundimiento.
Las obras del nuevo puerto de comercio se abandonaron, a pesar de los millones de francos invertidos en la época, en un claro ejemplo de que si rompemos el equilibrio, aunque no lo queramos creer, los principales afectados vamos a ser nosotros mismos.
Efectos del tsunami en una foto de la época. |
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