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Capítulo 7: El asunto del canal

Bouvet, donde aislamiento se escribe con mayúsculas

Isla Bouvet
Hace un tiempo que dediqué un artículo a la isla de Tristán de Acuña (ver Tristan da Cunha: La isla donde Cristo perdió la zapatilla), una isla que de tan aislada que está, más bien se le tenía que llamar la isla de donde Cristo perdió la zapatilla. No obstante, esto no es del todo cierto -permítanme la licencia- porque en realidad existe una isla que bate todos los récords de aislamiento habidos y por haber en el planeta: la isla Bouvet.

La deshabitada isla Bouvet, a pesar de ser noruega, está en el Atlántico Sur, a medio camino de cualquier sitio reconocible, o lo que es lo mismo, perdida en la inmensidad del océano, lejos de la Antártida, lejos de América y lejos de Sudáfrica.

Ubicación de Bouvet
Ubicación de Bouvet
Y no es para menos. La isla de Bouvet (Bouvetoya para los noruegos) es una accidentada isla de unos 49 km2 -la mitad que el municipio de Barcelona- formada por un cono volcánico que asciende hasta los 780 m de altitud y cuya característica principal es que no hay una isla en el mundo más aislada que ésta. 2.580 km la separan de la costa de Sudáfrica, 2.260 de la antes referida Tristán de Acuña y 1.600 km de la costa Antártida. El mejor sitio para perderse... y el peor sitio para ser encontrado si nos perdemos, claro está.

Isla de Bouvet en 1898
Bouvet está completamente cubierta de nieve y hielo, formando glaciares que llegan hasta el mar... y que difícilmente se llegan a ver. Ello es debido a que prácticamente todo el año se encuentra bajo una capa de nubes y niebla que la hace invisible, incluso para los satélites. No en vano, la primera cartografía que se hizo a partir de fotografía aérea no se consiguió hasta 1985.

Glaciares a "cascoporro"
Glaciares a "cascoporro"
Hasta tal punto es accidentada, que en las partes en que no hay nieve es, sencillamente, porque no puede ponerse. Ello implica que hay muy pocas playas a las cuales arribar con un mínimo de seguridad y que, por tanto, está deshabitada la mayor parte del año a excepción de los osados científicos que puedan pasar cortas temporadas en la isla. La dificultad añadida de estar rodeada de una banquisa de hielo durante el invierno, no es que facilite excesivamente su visita.

La rareza de Bouvet con pocas nubes
La rareza de Bouvet con pocas nubes
El clima, como habrá podido extrapolar de mis palabras, es frío y húmedo gracias a la proximidad de la Antártida, con temperaturas medias anuales de -1ºC. Pero no se preocupe excesivamente por el frío, ya que si bien hace un frío que pela (ver Oymyakon. Frío, no. Lo siguiente.), al ser una isla de origen volcánico generada en el punto de choque entre las placas Antártica, Sudafricana y Sudamericana, en cuanto se cava un poco más de un palmo, la tierra se encuentra a una temperatura constante de +25ºC. Eso si, el problema es encontrar un sitio limpio donde cavar y los terremotos que de vez en cuando se producen y que en una ocasión provocaron el descalce de la estación "permanente", la cual apareció en el océano después de una violenta tormenta.

Anexión de Noruega en 1927
Anexión de Noruega en 1927
No obstante, este polo de máxima inaccesibilidad ha tenido siempre un punto misterioso debido a su pequeño tamaño y su impresionante aislamiento. Descubierta en 1739 por el explorador francés Jean-Baptiste Charles Bouvet de Lozier, no fue vista otra vez hasta 1808 por los ingleses al haber habido un error en su ubicación por el explorador francés, lo que llevó a reclamarla para la corona británica en 1825. En 1927, los noruegos pusieron el pie y la volvieron a reclamar para ellos, pero como 100 años antes tampoco se ubicó correctamente e incluso una isla cercana había desaparecido como por arte de magia, Inglaterra no pudo asegurar a qué islas se referían y renunció a sus derechos, siendo declaradas noruegas en 1930.

Bouvetiense posando
Tal nivel de aislamiento ha propiciado que la isla Bouvet mantenga una inmaculada riqueza biológica, tanto en las aguas marinas, como en superficie -con gran cantidad de especies de aves que utilizan la isla como zona de cría-, lo que condujo a Noruega a declararla reserva natural en 1971.

En conclusión, que si está cansado de sus ruidosos vecinos y quiere saborear lo que es la soledad más absoluta del planeta, le recomiendo que pase una temporadita en la isla Bouvet. Le puedo asegurar que sus vecinos, definitivamente, le van a molestar más bien poco.

Primer "hotelito" de la Isla Bouvet en 1929
Art. Rev. 13/02/14 22.57 179v

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