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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
La perdida religiosidad de las bodas
Hoy se ha hecho público que, por primera vez en la historia, el número de matrimonios civiles ha superado a los efectuados con el rito católico en Catalunya. De hecho, los datos, no son ni más ni menos que la confirmación de que la iglesia, cada vez más, está siendo apartada por la gente a su verdadero entorno. La iglesia católica, que durante tantos siglos ha sido la única que poseía el derecho de efectuar matrimonios, está perdiendo éste derecho ganado a fuerza de contactos con el poder.
A este incremento de las bodas civiles no es ajeno el aumento de la inmigración, la cual al provenir de múltiples países, culturas y religiones diferentes, no pueden, en orden a la libertad de culto ser obligados a un matrimonio confesional concreto. Y máxime cuando la misma iglesia católica no recomienda -por no decir prohíbe- las bodas religiosas entre cónyuges de diferentes religiones, e incluso, entre diferentes confesiones dentro del mismo cristianismo. El laicismo, una vez más, une, mientras que la religión, como siempre, separa a las personas.
Todos los trámites para una boda (que vale la pena recordar que simplemente es un contrato mercantil en el cual una pareja obtiene una serie de beneficios y obligaciones oficiales), son extremadamente más cortos, sencillos y -lo que es más importante- más baratos que los efectuados en una iglesia, con lo cual, dada la carestía actual de la vida, es una opción que cada vez más es escogida por las parejas. Si encima, la cosa sale mal, los trámites, igualmente son más sencillos y en caso de violencia doméstica es más fácil de actuar desde un punto de vista judicial.
Sin embargo, las estadísticas dicen que son las parejas mayores de 30 años las que mayor uso hacen del matrimonio civil, al contrario de las parejas menores de esta edad, las cuales en la proporción de un 60% prefieren el rito católico al civil. El porqué es bien sencillo a la vez que desesperante. A parte de que, en una buena proporción, las bodas jóvenes se producen por una presión social del entorno familiar a la cual los jóvenes no saben sobreponerse, existe una inmensa proporción de parejas -y sobretodo mujeres- a las que el hecho de vestirse por un día de princesita, ser el centro del espectáculo y el aparentar sobremanera, “les mola cantidad”. Y lo peor es que no hace falta ser de familia “bien”.
Familias de toda condición y posibilidad pecuniaria entran en este juego de las apariencias, y no son pocas las que se han de endeudar de mala forma, para poder sufragar los gastos absolutamente demenciales que una boda “tradicional” comporta. Lo importante es el “que dirán”, y no qué es lo que se puede asumir. No pocas veces, la unión de la pareja se rompe al poco tiempo y deja a las parentelas la sensación de haber hecho el gilipollas y de haber despilfarrado tontamente una cantidad impresionante de dinero. Es cuando han madurado un poco y cuando vuelven a rehacer sus vidas que se decantan, entonces, por la boda civil.
En definitiva, que para quererse de verdad no hacen falta papeles oficiales de ningún tipo en que se especifique que nadie pertenezca a nadie. Ya bastante boda se efectúa con el banco con el cual vas a estar casado el resto de tu existencia...
...y la de tus descendientes.
A este incremento de las bodas civiles no es ajeno el aumento de la inmigración, la cual al provenir de múltiples países, culturas y religiones diferentes, no pueden, en orden a la libertad de culto ser obligados a un matrimonio confesional concreto. Y máxime cuando la misma iglesia católica no recomienda -por no decir prohíbe- las bodas religiosas entre cónyuges de diferentes religiones, e incluso, entre diferentes confesiones dentro del mismo cristianismo. El laicismo, una vez más, une, mientras que la religión, como siempre, separa a las personas.
Todos los trámites para una boda (que vale la pena recordar que simplemente es un contrato mercantil en el cual una pareja obtiene una serie de beneficios y obligaciones oficiales), son extremadamente más cortos, sencillos y -lo que es más importante- más baratos que los efectuados en una iglesia, con lo cual, dada la carestía actual de la vida, es una opción que cada vez más es escogida por las parejas. Si encima, la cosa sale mal, los trámites, igualmente son más sencillos y en caso de violencia doméstica es más fácil de actuar desde un punto de vista judicial.
Sin embargo, las estadísticas dicen que son las parejas mayores de 30 años las que mayor uso hacen del matrimonio civil, al contrario de las parejas menores de esta edad, las cuales en la proporción de un 60% prefieren el rito católico al civil. El porqué es bien sencillo a la vez que desesperante. A parte de que, en una buena proporción, las bodas jóvenes se producen por una presión social del entorno familiar a la cual los jóvenes no saben sobreponerse, existe una inmensa proporción de parejas -y sobretodo mujeres- a las que el hecho de vestirse por un día de princesita, ser el centro del espectáculo y el aparentar sobremanera, “les mola cantidad”. Y lo peor es que no hace falta ser de familia “bien”.
Familias de toda condición y posibilidad pecuniaria entran en este juego de las apariencias, y no son pocas las que se han de endeudar de mala forma, para poder sufragar los gastos absolutamente demenciales que una boda “tradicional” comporta. Lo importante es el “que dirán”, y no qué es lo que se puede asumir. No pocas veces, la unión de la pareja se rompe al poco tiempo y deja a las parentelas la sensación de haber hecho el gilipollas y de haber despilfarrado tontamente una cantidad impresionante de dinero. Es cuando han madurado un poco y cuando vuelven a rehacer sus vidas que se decantan, entonces, por la boda civil.
En definitiva, que para quererse de verdad no hacen falta papeles oficiales de ningún tipo en que se especifique que nadie pertenezca a nadie. Ya bastante boda se efectúa con el banco con el cual vas a estar casado el resto de tu existencia...
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Catalonia siempre en la vanguardia.
ResponderEliminarEso es que a la gente le empiez a entrar el conocimiento.
ResponderEliminarLo que no entiendo es la gilipollez de las arras, los anillos y el vestido en las bodas civiles (ni en las otras).
Sí, me casé por lo civil y no de blanco ni con gilipolleces ;)
Correcto. El amor (el de verdad, digo) no requiere papeles, ni firmas, ni ritos.
ResponderEliminarHola, pues este tema está para mí super candente, porque mi única hermana se casó en el ayuntamiento de Gracia este viernes pasado. Nunca había asistido a este tipo de boda, pero me gustó bastante más que la religiosa, por lo menos aquí el concejal de turno no te riñe como el cura de mi ex pueblo, que en plena boda te largaba una bronca sin más ni mas...
ResponderEliminarPor cierto, el ayuntamiento estaba a tope de bodas, además es muy bonito
que conste que yo me siento casada por el rito "hipoteca a 30 años" por el director del banco
Supongo que las familiar todavía tienen algun poder y presión, los más jóvenes se inclinan con más facilidad por la iglesia. Será cuestión de tiempo. Yo lo que no soporto es el mercantilismo de las listas de boda y que hace tiempo considero un atentado a la modestia y un descarado abuso.
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