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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
Únicos responsables.
Levantarte después de una verbena de San Juan, y enterarte que cerca de tu casa un tren ha arrollado a un grupo de personas con el resultado de 13 muertos y un montón de heridos, no es plato del gusto de nadie. Uno busca información al respecto y se entera de que el atropello ha venido provocado al atravesar las vías por un sitio prohibido. Es entonces, por mucho que duela el decirlo, que llega uno a la conclusión de que, por mucho que digan o se pidan responsabilidades a unos o a otros, la responsabilidad última del accidente ha sido única y exclusivamente de quien ha atravesado las vías estando expresamente prohibido.
Se han levantado voces criticando a Adif porque habían cerrado una pasarela de acceso, a la Generalitat por no haber previsto un contingente de vigilantes que impidiesen que la gente bajase a las vías, y al Sursum Corda porque no había previsto que casi un centenar de descerebrados inconscientes, en vez de hacer cola para salir por el sitio más seguro iban, con toda la chulería del mundo, a saltarse todas las prohibiciones habidas y por haber. Pero va a ser que no.
Estamos demasiado habituados a eludir las responsabilidades echando las culpas siempre al de arriba o al de abajo, sin querer ver que NOSOTROS tenemos siempre la responsabilidad de nuestros actos. Tal como dijo Sartre, somos asquerosamente libres para hacer y no hacer, por lo que los atropellados, mal que pese a quien pese, ejercieron su libertad de hacer lo que quisieron. Cogieron el camino más arriesgado pudiendo escoger el más seguro, nadie les obligó y lamentablemente, sufrieron las consecuencias.
Los reglamentos, avisos y prohibiciones tienen su razón de ser, y reclamar ahora, tal como lo hace el cónsul de Ecuador, una serie de responsabilidades a nuestros gobernantes, a Adif o incluso al pobre conductor del tren es una excusa de mal pagador para intentar endosar al Estado la responsabilidad de la soberana imprudencia ejercida por los atropellados.
Todos nuestros actos tienen consecuencias y las responsabilidades pesan, pero la sociedad se estaba acostumbrado a eludir ese peso moral quitándose las molestas pulgas de encima y endiñándoselas hipócritamente al que tiene más cerca. Muchas veces ha funcionado, pero a día de hoy, 13 muertos nos ponen violentamente delante de los ojos que somos los únicos responsables de lo que hacemos.
Los únicos.
Se han levantado voces criticando a Adif porque habían cerrado una pasarela de acceso, a la Generalitat por no haber previsto un contingente de vigilantes que impidiesen que la gente bajase a las vías, y al Sursum Corda porque no había previsto que casi un centenar de descerebrados inconscientes, en vez de hacer cola para salir por el sitio más seguro iban, con toda la chulería del mundo, a saltarse todas las prohibiciones habidas y por haber. Pero va a ser que no.
Estamos demasiado habituados a eludir las responsabilidades echando las culpas siempre al de arriba o al de abajo, sin querer ver que NOSOTROS tenemos siempre la responsabilidad de nuestros actos. Tal como dijo Sartre, somos asquerosamente libres para hacer y no hacer, por lo que los atropellados, mal que pese a quien pese, ejercieron su libertad de hacer lo que quisieron. Cogieron el camino más arriesgado pudiendo escoger el más seguro, nadie les obligó y lamentablemente, sufrieron las consecuencias.
Los reglamentos, avisos y prohibiciones tienen su razón de ser, y reclamar ahora, tal como lo hace el cónsul de Ecuador, una serie de responsabilidades a nuestros gobernantes, a Adif o incluso al pobre conductor del tren es una excusa de mal pagador para intentar endosar al Estado la responsabilidad de la soberana imprudencia ejercida por los atropellados.
Todos nuestros actos tienen consecuencias y las responsabilidades pesan, pero la sociedad se estaba acostumbrado a eludir ese peso moral quitándose las molestas pulgas de encima y endiñándoselas hipócritamente al que tiene más cerca. Muchas veces ha funcionado, pero a día de hoy, 13 muertos nos ponen violentamente delante de los ojos que somos los únicos responsables de lo que hacemos.
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Por fin alguien dice lo que hay que decir, alto y claro.
ResponderEliminar¿Sabes aquel juego que se puso de moda hará como de cinco a diez años, el trenning?. Todos estos sucesos son claro pulso de la debilidad mental de la sociedad.
No puedo estar más de acuerdo.
ResponderEliminarVivimos en una sociedad con una sociedad infantilizada e inmadura.
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