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El origen de Haití, una cuestión catalana

La isla de La Española
Si usted ve un mapa de la República Dominicana, le llamará poderosamente la atención que éste país, tan profundamente hispano, sólo ocupe la mitad de una isla (llamada, para más inri, La Española), mientras que la otra mitad está ocupada por Haití, un país francófono radicalmente diferente y misérrimo entre los misérrimos. La historia muchas de las veces esconde golpes sorpresa que nos explican la situación actual de las cosas, por lo que vale la pena tenerla en cuenta para poder comprender los fuegos que produjeron las cenizas actuales. En este caso y, aunque le parezca mentira, Catalunya, un territorio a miles de kilómetros de La Española, resultó ser una pieza clave para poder entender esta división administrativa actual.

Europa después de Ryswick
Coja un saco, meta en él media docena de gatos, átelo bien y agítelo enérgicamente durante un rato. Pues bien, la situación de este imaginario y convulso saco de lindos gatitos era exactamente la situación de Europa a finales del siglo XVII. Alemanes, franceses, italianos, ingleses, españoles, holandeses, portugueses, turcos... todos ellos repartiéndose palos entre sí de forma solidaria y generosa según fluyeran los intereses económicos o dinásticos del momento, dominaban la vida política del suelo europeo. Así las cosas, en 1688 una liga formada por el Sacro Imperio Germánico, España, Inglaterra y los Países Bajos entró en guerra (si en algún momento la habían dejado) contra los borbones franceses, los cuales se habían obstinado en expandirse territorialmente a costa de sus vecinos colindantes. 

Invasión francesa hasta 1697
Esta guerra, prólogo de la posterior Guerra de Sucesión, fue llamada la Guerra de los Nueve Años justamente porque durante esta cantidad de años se estuvieron repartiendo hostias a diestro y siniestro los franceses contra el resto de monarquías europeas. En este conflicto, los frentes ubicados en el Rhin, en los Países Bajos españoles y en la frontera con Italia (Saboya), se llevaron la palma de la actividad bélica. Sin embargo no fueron los únicos, ya que los franceses se dedicaron también a llevar el frente de guerra hacia el sur, invadiendo Catalunya. 

Asedio de Barcelona de 1697
Con el Tratado de los Pirineos, Francia ya se había apropiado del Rosellón, pero Catalunya siempre ha sido un bomboncito que nunca ha amargado a los galos y estaban dispuestos a llevárselo entero. Para ello, tomaron las plazas fuertes que fueron encontrando en su viaje hacia el sur, hasta llegar a la misma Barcelona, a la cual asediaron y rindieron. Pero los nueve años de zarabanda de palos habían hecho avanzar muy poco los frentes para el gasto económico que se había producido, y en vistas del poco provecho, todos los contendientes decidieron dar por acabado el guateque firmando el Tratado de Ryswick el 20 de septiembre de 1697. 

Luis XIV, el Rey Sol
En este tratado de paz, se cerraba la partida con tablas, por lo que se propuso el retorno a las fronteras de antes de la guerra. Francia retornó los pocos territorios que había conquistado al otro lado del Rhin y se quedó con buena parte de la Alsacia, devolviendo "graciosamente" los territorios conquistados a los españoles en los Países Bajos. Con esta gentil cesión, Luis XIV se aseguraba poder tener opciones de aspirar al trono español, ya que se olían que el rey Carlos II moriría sin descendientes -como efectivamente pasó pocos años después- liándose parda con la Guerra de Sucesión española.

Carlos II... en fin...
Sin embargo, Catalunya era una cosa distinta. Los intereses tanto de franceses como de españoles por este trozo de tierra eran muy fuertes, por lo que Luis XIV pidió compensaciones para devolvérsela a Carlos II y así se hizo. España, como contrapartida al retorno de Catalunya a administración hispana, cedió la parte occidental de la isla de La Española a los franceses, o lo que es lo mismo, la parte que hoy día ocupa Haití.

España hacía buen negocio de esta forma, ya que recuperaba la rica y estratégica Catalunya a costa de la parte más pobre, conflictiva e incomoda de La Española, la cual, todo sea el decirlo, había sido de facto colonizada por franceses y por esclavos negros escapados al estar formada por tierras pantanosas o montañosas poco fértiles. Los hacendados españoles, por su parte, habían preferido ubicarse en la zona oriental (actual República Dominicana), donde los cultivos eran más propicios y había menos problemas de piratería.

Sea como sea, los franceses aceptaron de mil amores esta compensación, ya que ello significaba poder participar en el negocio del cultivo de la caña de azúcar, rompiendo el rentable monopolio que tenían los españoles de exportación de azúcar a Europa. España se quedó con la parte que más le interesaba de la isla y Francia con un territorio que le abría posibilidades. Todos contentos.

En conclusión, el cambio de cromos entre los reyes españoles y franceses en la década final del siglo XVII implicó tiempo a venir que una isla esté administrativamente partida en dos, que en la actualidad Haití sea uno de los países más pobres del mundo, que la República Dominicana sea una de las economías más florecientes del Caribe y que Catalunya no sea francesa.

Y aún dirán que la historia es aburrida...


Monolito dedicado al Tratado en Ryswick

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