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Pingelap, la isla del blanco y el negro

Felipe VI y Letizia
Una de las cosas que más se criticó al recién coronado Felipe VI cuando se casó, fue que lo hiciera con alguien que no venía de casa real y que, encima, era divorciada: la periodista y actual reina Letizia. Esto que puede parecer para el profano una auténtica veleidad del corazón, atiende a una razón mucho más obvia, que es la necesidad de hacer que la casa real mezcle genes con gente ajena a la corte para evitar los problemas de salud por consanguinidad; y más si tenemos en cuenta que todas las familias reales europeas estén emparentadas con ellas mismas. Ejemplos en la historia de los reyes españoles y europeos hay para parar un carro, por lo que desde que se conoce el mecanismo, se intenta evitar al máximo no sea que pase como en una isla en el Pacífico en que, por culpa de la consanguinidad, a una gran parte de su población le da lo mismo pintar las paredes de marrón o de verde. Es el curioso caso de la isla del blanco y negro.

El atolón de Pingelap
Pohnpei es un pequeño estado insular de Micronesia que está formado por unas pocas decenas de islas y atolones perdidas en mitad del Océano Pacífico. En esta remota región de nuestro planeta se encuentra el atolón de Pingelap, el cual está formado por tres islas que juntan entre todas 1'75 km2, o lo que es lo mismo, un poco más grande que el Parque del Retiro de Madrid. Esta zona no tendría mayor aliciente más que el ver cuanto va a tardar en quedar bajo las aguas por la subida del nivel del mar por el calentamiento global, pero los científicos en los años 90 encontraron que, más de un 10% de sus 750 habitantes no son capaces de ver en color, sino únicamente en blanco y negro. ¿A qué podía deberse esta extensión de una enfermedad que habitualmente se presenta una vez cada 33.000 personas? Las investigaciones dieron un curioso origen.

Pingelap, una isla a ras de mar
En 1775, la zona se vio afectada por un potente tifón que acabó por arrasar la isla, la cual se levanta tan solo unos pocos palmos por encima del nivel del mar. El tifón, llamado Lengkieki, acabó con buena parte de la población que vivía precariamente en aquella isla, la cual, encima, tuvo que padecer la hambruna consiguiente al paso de tan destructivo meteoro. Total, que tras el paso del Lengkieki, solamente quedaron unos 20 supervivientes, de los cuales uno, un tal Nahnmwarki Mwanenised, padecía esta rara enfermedad. Enfermedad que, para más cachondeo, había sido llevada a la comunidad por un marinero irlandés que años atrás se había dedicado a poner "la pica en Flandes" por la isla.

Ven en blanco y negro
Las generaciones pasaron, y debido al aislamiento, a lo reducido de la población superviviente y a la necesidad de darle marcha al bajo vientre, la enfermedad -llamada acromatopsia- empezó a reproducirse como los habitantes de la isla, hasta llegar al 10% de afectados directos y superar el 30% de habitantes sanos que son portadores del gen pero no la han desarrollado. Esto pudiera parecer bastante grave como para estudiarlo sin embargo, la consanguinidad no solo ha transmitido el hecho de ver en blanco y negro.

Los estudios realizados por los científicos durante los años 2000, han dado que la población de Pingelap, a parte de la acromatopsia, una gran parte tiene falta de agudeza visual, fotofobia y que un 85% de ellos padece un trastorno que hace que las pupilas se abran con luz fuerte y se cierren con poca luz, justamente al revés de lo que lo hace todo el mundo. Afectaciones derivadas de la endogamia forzada que la población lleva con resignación y, a la vez, son un disloque para los oftalmólogos y una auténtica delicia para los genetistas.

Carlos II "el hechizado"
El caso de  Pingelap, en que una malformación genética ha entrado en bucle dentro de un pequeño grupo, es ni más ni menos que el reflejo de lo que ha estado pasando durante siglos con las monarquías hereditarias del viejo mundo, en que un tradicional elitismo malsano ha convertido un grupo humano en poco menos que una caricatura de sí mismo por propia voluntad. Los reyes y reinas, buscan ahora como desesperados genes frescos que mejoren la raza que ellos solos, durante siglos, se han encargado de degenerar.

Viendo que la tradición es potencialmente perniciosa para ellos mismos, y que necesitan romper el quiste que los separa del pueblo para poder sobrevivir... ¿no sería momento de abolir dicha tradición?

Creo que no hay que ser ciego (de colores) para dar con la respuesta.


Aquí la acromatopsia es noticia. En Pingelap es normal.

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