 |
El monte Everest |
Cuando se conduce tranquilamente por una autopista, no nos damos cuenta de la
energía que necesita el coche para mantenerse en movimiento. Aceleramos, pasamos de 100 km/h,
frenamos con una facilidad pasmosa y no es hasta el momento en que se tiene un
accidente de tráfico cuando tomamos conciencia de la brutal cantidad de energía aplicada en mover un automóvil. Una energía que hace que, en una fracción de segundo, un coche pase de ser un bonito utilitario a un simple
acordeón metálico. El exceso de velocidad es un riesgo evidente, debido a que las fuerzas de la
dinámica actúan ante todo lo que esté en
movimiento, ya sea una mota de polvo, un coche... o un continente entero. Tal es el caso del
Himalaya, el cual se formó por el choque de una placa continental que iba con exceso de velocidad.
 |
Un choque violento |
Al hacer
frenar un objeto en movimiento, en realidad lo que se le está haciendo es
disipando la
energía cinética que tiene dicho objeto y que es la que le mantiene en movimiento. Si bien esta energía dependerá de la masa y de la velocidad del objeto, el hecho de frenarlo no es demasiado problema cuando es un cuerpo pequeño a poca velocidad (un balón de playa, por ejemplo), pero la cosa se complica conforme va aumentando la
velocidad y el tamaño, dado que si no se hace de forma controlada, la energía se disipa a costa de la materia que los forma, como se puede ver en los horrorosos
accidentes de tráfico que se producen cuando dos vehículos colisionan.
 |
Una colisión continental |
Las
placas tectónicas, en tanto que están en movimiento
(ver El inquieto punto caliente de las Islas Hawaii) no son ajenas a éstas fuerzas físicas pero, debido a su tamaño y aunque su velocidad sea muy baja -del orden de centímetros por año-, la cantidad de energía que acumulan para mantenerse en marcha es simplemente
brutal. Energía que, cuando dos placas chocan, se disipa en forma de
calor (vulcanismo) y en
deformación de la corteza terrestre (cordilleras y
terremotos), tanto más importantes cuanto más violenta haya sido la colisión, siendo exactamente este el origen del
Himalaya.
 |
Impacto de la Placa Índica |
Hace unos 84 millones de años, el supercontinente
Gondwana se había partido en varios trozos que formaron África, Sudamérica, Australia, la Antártida y la
India. El movimiento de separación afectó a todos ellos, pero especialmente a la India, la cual, a una velocidad récord de
20 cm/año -la más alta de las registrada por las placas tectónicas- se dirigió hacia el
norte en rumbo de colisión hacia el continente euroasiático, subduciendo bajo
Eurasia la corteza oceánica existente entre ambos.
 |
La India se empotró 2.500 km |
El choque de trenes entre India y Eurasia empezara a producirse hace 50 millones de años, al acabarse la
subducción de la corteza oceánica. Ello hizo que, debido a la alta velocidad del encuentro, la corteza continental de India y Eurasia entrara en
colisión violentamente, incrustándose el uno en el otro haciendo que la velocidad de la
Placa Índica pasara de 20 cm/año a tan solo
5 cm/año. Valga como ejemplo de la energía del choque el hecho que hay restos de corteza oceánica (llamadas
ofiolitas) en partes altas del Himalaya.
 |
El Himalaya a vista de satélite |
El impacto -y posterior frenazo- hizo que, tras una deriva de 6.000 km y un
acortamiento de la corteza continental de 2.500 km que afectó hasta a 3.000 km
(ver El colorido espectáculo natural de la Formación Zhangye-Danxia) en el interior de Eurasia, se levantara la cordillera más alta del planeta. Una cordillera, el Himalaya, que con 2.400 km de largo y una anchura máxima de 400 km, aún a día de hoy, se está levantando a 1 cm por año debido a la inercia de todo un continente en movimiento.
Un auténtico accidente de tráfico continental a cámara superlenta.
 |
Un accidente debido al exceso de velocidad |
Webgrafía
Comentarios
Publicar un comentario