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Un volcán en una huerta |
Uno, cuando planta una huerta, a parte de coger un
lumbago de órdago si no está acostumbrado, puede recoger patatas, pimientos, tomates, judías, maíz.... o un volcán. Efectivamente, por mucho que le pueda extrañar, esto último es lo que "cosechó"
Dionisio Pulido, un agricultor mexicano que vio cómo, sin previo aviso, se le formaba un volcán en medio de un maizal el 20 de febrero de
1943: el
Paricutín había nacido.
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Dionisio Pulido |
Paricutín era una población agrícola de poco más de 700 habitantes ubicada a unos trescientos kilómetros al oeste de
México DF, y a partir de entonces su futuro iba a cambiar para siempre. Ese día, hacia las 4 de la tarde, Dionisio estaba trabajando el campo con Paula, su mujer, como de costumbre. De pronto, en uno de sus terrenos, descubrió una
grieta de unos 50 metros de longitud por medio metro de profundidad, sintió un
trueno y los árboles se pusieron a temblar. El agricultor se giró a hablar con su mujer y en ese momento vio como el suelo comenzaba a
hincharse hasta una altura de unos 2 o 2'5 m. de alto, y de una de las grietas empezó a salir un
polvo fino -como cenizas-, acompañadas de gases con fuerte olor a
azufre, que salían con un fuerte pitido. El pobre hombre, asustado, se encomendó al
Santo Cristo de los Milagros, e intentó salvar los bueyes y a su familia, los cuales encontró en el pueblo sanos y salvos.
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Acabado de nacer |
A partir de entonces, la grieta empezó a expeler una nube de material
piroclástico (lapilli, bombas, cenizas...), creando alrededor de la fisura un
pequeño cono que crecía con rapidez. A las 10 de la noche de aquel día, el bebé-volcán, además de los piroclastos, comenzó a derramar
lava que se extendió por el campo, destrozando todo lo que encontraba a su paso, dando inicio a una
erupción que con ligeras oscilaciones no acabó hasta cinco años más tarde, en
1948.
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San Juan en peligro |
El cono del volcán creció a una velocidad
endiablada (ver
Surtsey, el nacimiento de una isla). A las 24 horas de iniciado el episodio volcánico, el cono tenía ya más de
30 metros de altura; a las 72 horas, ya tenía
60 metros; a los 6 días el volcán había alcanzado los
120 metros y a los cuatro meses, había llegado a los
200 metros de altura por encima del nivel del valle. Aquello parecía (y, de hecho, era) imparable
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La iglesia, tragada por la lava |
Las continuas erupciones -con nubes de cenizas y vapor de agua que llegaron hasta los 6.000 metros de altura- y los flujos de lava que salían del volcán a una velocidad de
25 m. por hora, causaron el desplazamiento de más de
2.500 personas de los pueblos de los alrededores. Así las cosas, la erupción provocó durante los primeros seis meses la
desaparición completa bajo la lava del pueblo de Paricutín, el cual se encontraba a unos 3 kilómetros de la grieta origen del incidente.
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El Paricutín en la actualidad |
En 1944 tuvo que ser evacuado el pueblo de
San Juan Parangaricutiro, ya que el volcán en su continua erupción -con algunos momentos ciertamente violentos-, envió coladas de lava hasta a 10 kms del punto de efusión. Coladas que cogieron de pleno al pueblo, del cual, en la actualidad e
incrustada en medio de un grueso manto de lava solidificada, tan solo queda parte de la iglesia en pie. El drama humano que se vivió fue impresionante, si bien no se tuvo que lamentar pérdidas humanas provocadas por la actividad volcánica.
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Destrucción total |
El Paricutín siguió sus erupciones hasta 1948, momento en el cual
paró su actividad hasta 1952, cuando tras una serie de violentas explosiones que provocaron nubes de ceniza de hasta 3 kilómetros de altura,
cesó completamente su actividad emitiendo desde entonces tan solo algunas
fumarolas. El cono había llegado a una cota máxima de 424 metros desde el nivel original.
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Restos supervivientes |
Durante los años en que se produjeron las erupciones, todos
los campos quedaron arrasados como consecuencia directa de las nubes de ceniza y las coladas de lava, muriendo miles de cabezas de
ganado. Ello provocó una gran
hambruna debido a la imposibilidad de cultivar las tierras (ver
El creativo y espectacular paisaje de La Geria), una pertinaz
sequía que siguió a la erupción y los problemas derivados del desplazamiento a otras zonas, a pesar del establecimiento de una nueva población,
San Juan Nuevo, a una decena de kilómetros del anterior. Si bien las erupciones de 1944 acabaron con las cosechas de esa temporada, sirvieron para, curiosamente, acabar con una
plaga de langosta que asolaba la región desde hacía años. No hay mal que por bien no venga, claro.
En la actualidad, el volcán Paricutín y los restos de la iglesia de San Juan, se han convertido en una visita obligada para todo turista que visite aquella zona. Una zona que tiene el honor de ser listada como una de las 7 maravillas del mundo natural.
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El Paricutín, una cosecha demasiado "potente". |
Art. Rev. 17/11/10 23.58 215v
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