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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
Directo al corazón.
Si a alguien voy a echar de menos de la programación de televisión va a ser a Steve Irwin, el naturalista y showman que se jugaba la vida entre cocodrilos haciendo entre espectáculo y espectáculo, proselitismo de la vida natural. Su carisma y osadía ante las cámaras asombraba a todo el mundo, demostrando una y otra vez que la naturaleza es sabia, pero también muy peligrosa. Tanto, que ha llegado a perder la vida por ello.
Nada que no se conozca no se puede amar, y este audaz australiano nos hacía conocer los detalles más duros de la fauna salvaje, sobretodo su pasión, los cocodrilos. Una fauna natural que amaba profundamente y que conocía aún más profundamente si cabe. Se ha de estar loco para hacer lo que él hacia, pero también se ha de conocer a la milésima la etología animal, y muy pocos eran capaces de ello.
Tal vez Irwin no fuera un flemático Cousteau, y se le criticó mucho por ello, pero era capaz de llamar la atención sobre los problemas que están ocurriendo hoy en día en nuestro medio ambiente. Era un showman, pero seamos francos, en nuestra sociedad si quieres llegar al gran publico o eres un frikie o eres un genio, y este australiano de 44 años tenía un poco de ambas cosas.
Irónicamente no ha sido ninguno de sus amadísimos cocodrilos el que ha acabado con su vida, sino una simple raya cuyo aguijón se ha clavado con demasiada puntería en el mismísimo corazón del naturalista. Pienso realmente que este hombre ha muerto haciendo y viviendo lo que más amaba, y de la mejor forma que puede esperar morir alguien que viviera la naturaleza tan intensamente como lo hacía él. Sin sufrimiento, limpiamente y a manos de un animal casi desconocido. Descanse en paz.
Al fin y al cabo, más honroso es morir por el aguijón de una raya trabajando por divulgar su conocimiento que estrellado contra un camión en una carretera cualquiera.
Y de estos últimos hay demasiados.
Nada que no se conozca no se puede amar, y este audaz australiano nos hacía conocer los detalles más duros de la fauna salvaje, sobretodo su pasión, los cocodrilos. Una fauna natural que amaba profundamente y que conocía aún más profundamente si cabe. Se ha de estar loco para hacer lo que él hacia, pero también se ha de conocer a la milésima la etología animal, y muy pocos eran capaces de ello.
Tal vez Irwin no fuera un flemático Cousteau, y se le criticó mucho por ello, pero era capaz de llamar la atención sobre los problemas que están ocurriendo hoy en día en nuestro medio ambiente. Era un showman, pero seamos francos, en nuestra sociedad si quieres llegar al gran publico o eres un frikie o eres un genio, y este australiano de 44 años tenía un poco de ambas cosas.
Irónicamente no ha sido ninguno de sus amadísimos cocodrilos el que ha acabado con su vida, sino una simple raya cuyo aguijón se ha clavado con demasiada puntería en el mismísimo corazón del naturalista. Pienso realmente que este hombre ha muerto haciendo y viviendo lo que más amaba, y de la mejor forma que puede esperar morir alguien que viviera la naturaleza tan intensamente como lo hacía él. Sin sufrimiento, limpiamente y a manos de un animal casi desconocido. Descanse en paz.
Al fin y al cabo, más honroso es morir por el aguijón de una raya trabajando por divulgar su conocimiento que estrellado contra un camión en una carretera cualquiera.
Y de estos últimos hay demasiados.
Descanse en paz Steve Irwin.
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Comentarios
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Nunca más apropiado el título del blog.
ResponderEliminarBesos.
Coño... pues nunca vi nada de este buen hombre... pero en fin, que descanse en paz.
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