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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
Moda de prisión.
Últimamente se está poniendo de moda en los gimnasios una serie de estilos de hacer ejercicio muy fuertes, pero que implican muy poco desplazamiento: Body Pump, Spinning, Pilates.... En principio pudiera parecer una simple moda pasajera, pero lejos de esta primera impresión, lo que realmente se esconde es una estrategia claramente definida por las grandes cadenas de gimnasios.
A principios de los años noventa y con la generalización del uso de los gimnasios entre la gente, y en nuestro país gracias a las olimpiadas de Barcelona, se desarrolló un tipo de ejercicio que implicaba mucho movimiento al mezclar la danza, el ejercicio gimnástico clásico y la música: había nacido el aeróbic.
El boom fue tal que pronto los gimnasios se multiplicaron como una mala plaga y la difusión del aeróbic llegó a todos los sitios, organizándose maratones populares por doquier, que congregaban a muchas miles de personas. Sin embargo, ello tenía un inconveniente, un practicante de aeróbic necesita mucho espacio para desarrollar su actividad. Los sitios donde practicarlo, por el contrario, eran limitados. Se tenía que solventar el problema.
Con la excusa de innovar y hacer nuevas cosas, los gimnasios empezaron a introducir nuevos tipos de ejercicio que implicaban reducir el espacio de uso de los practicantes. El primer intento de introducción de un ejercicio “alternativo” fue el Step, o lo que es lo mismo, subir y bajar un peldaño al ritmo de la música. Un “aeróbico”, puede utilizar en su ejercicio un espacio que puede rondar los 20 m2; en los Steps difícilmente llegan a utilizar los 10. Es fácil imaginar que en un polideportivo, donde cabían 600 aeróbicos, se podían incrustar casi el doble de practicantes de Step. Los números cuadran a los organizadores.
Durante el tiempo aparecieron y desaparecieron nuevos tipos de ejercicios que todos llevaban la misma filosofía de máximo movimiento en el mínimo espacio, pero sin demasiado éxito. Sin embargo, los grandes emporios del culto al cuerpo siguen en sus trece, hasta llegar al desarrollo de los ejercicios de Pilates, que prometen (y consiguen) en menos de 2 m2 el máximo de ejercicio y puesta a punto.
Los números cantan. Las salas tienen unas dimensiones limitadas, y dada la afluencia de deportistas, a las empresas les interesa hacer caber el máximo de gente dentro del mismo espacio, sin tener que duplicar horarios y, lo que es más importante, sin tener que pagar un honorario más al monitor de turno. Si con el sueldo de uno pueden obtener el doble de beneficios, la tendencia de la “moda” queda totalmente marcado, aunque no sea el gusto general de la gente. Y en ello estamos.
En todos los gimnasios las clases de aeróbic están llenas de gente, mientras que los de ejercicios alternativos, tienen sus altas y bajas, pero no llegan a pasar la barrera de la moda tal como los ejercicios aeróbicos lo han hecho, que tras más de quince años, aún siguen atrayendo al vecindario.
Hacer ejercicio implica moverse y estar a sus anchas. Qué más hubiese querido el capitán Pilates dentro de su celda, que no haber tenido que inventar esos ejercicios para mantenerse en forma. Lo que fue una respuesta a una falta de espacio y libertad, ahora se convierte en el mejor invento de moda.
Hoy,los presos somos nosotros.
A principios de los años noventa y con la generalización del uso de los gimnasios entre la gente, y en nuestro país gracias a las olimpiadas de Barcelona, se desarrolló un tipo de ejercicio que implicaba mucho movimiento al mezclar la danza, el ejercicio gimnástico clásico y la música: había nacido el aeróbic.
El boom fue tal que pronto los gimnasios se multiplicaron como una mala plaga y la difusión del aeróbic llegó a todos los sitios, organizándose maratones populares por doquier, que congregaban a muchas miles de personas. Sin embargo, ello tenía un inconveniente, un practicante de aeróbic necesita mucho espacio para desarrollar su actividad. Los sitios donde practicarlo, por el contrario, eran limitados. Se tenía que solventar el problema.
Con la excusa de innovar y hacer nuevas cosas, los gimnasios empezaron a introducir nuevos tipos de ejercicio que implicaban reducir el espacio de uso de los practicantes. El primer intento de introducción de un ejercicio “alternativo” fue el Step, o lo que es lo mismo, subir y bajar un peldaño al ritmo de la música. Un “aeróbico”, puede utilizar en su ejercicio un espacio que puede rondar los 20 m2; en los Steps difícilmente llegan a utilizar los 10. Es fácil imaginar que en un polideportivo, donde cabían 600 aeróbicos, se podían incrustar casi el doble de practicantes de Step. Los números cuadran a los organizadores.
Durante el tiempo aparecieron y desaparecieron nuevos tipos de ejercicios que todos llevaban la misma filosofía de máximo movimiento en el mínimo espacio, pero sin demasiado éxito. Sin embargo, los grandes emporios del culto al cuerpo siguen en sus trece, hasta llegar al desarrollo de los ejercicios de Pilates, que prometen (y consiguen) en menos de 2 m2 el máximo de ejercicio y puesta a punto.
Los números cantan. Las salas tienen unas dimensiones limitadas, y dada la afluencia de deportistas, a las empresas les interesa hacer caber el máximo de gente dentro del mismo espacio, sin tener que duplicar horarios y, lo que es más importante, sin tener que pagar un honorario más al monitor de turno. Si con el sueldo de uno pueden obtener el doble de beneficios, la tendencia de la “moda” queda totalmente marcado, aunque no sea el gusto general de la gente. Y en ello estamos.
En todos los gimnasios las clases de aeróbic están llenas de gente, mientras que los de ejercicios alternativos, tienen sus altas y bajas, pero no llegan a pasar la barrera de la moda tal como los ejercicios aeróbicos lo han hecho, que tras más de quince años, aún siguen atrayendo al vecindario.
Hacer ejercicio implica moverse y estar a sus anchas. Qué más hubiese querido el capitán Pilates dentro de su celda, que no haber tenido que inventar esos ejercicios para mantenerse en forma. Lo que fue una respuesta a una falta de espacio y libertad, ahora se convierte en el mejor invento de moda.
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Hay que salir a correr a la calle y llenar las aceras españolas de lapos (por el esfuerzo), como hace servidora.
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