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Ubicación de Valdivia |
Todo lo que son las costas del
Pacífico, ya sean las asiáticas o las americanas, soportan una actividad telúrica que sobrepasa la del resto de tierras del mundo. El hecho de estar englobados en el conocido como
“Cinturón de Fuego” llamado así por la profusión de volcanes y terremotos que, debido a los movimientos de las
placas se producen en su contorno, les hace ser muy proclives a padecer grandes acontecimientos sísmicos que acaben en una gran desgracia. Si eres un país rico como
Japón, podrás prepararte para minimizar los daños producidos por terremotos de una gran magnitud. El problema es que
Chile, en la costa pacífica del cono sur americano, no lo es tanto.
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Cataclismo total |
El 21 de mayo de 1960, a las 6.02 horas, la ciudad de
Concepción, ubicada a unos 400 km al sur de
Santiago de Chile, se despertó con un fuerte terremoto de escala 7,5 en la escala de Richter (bueno, en verdad es en la escala de
Magnitud de Momento -Mw-, pero como es una escala que deriva de la Richter y se parece mucho, para no liar al personal se usa también “Richter”). Los daños fueron considerados de escala X en la escala de
Mercalli (que es de 12), destruyendo un tercio de los edificios de Concepción y cortando las comunicaciones con el resto de Chile. Dos
réplicas tan fuertes o más que la primera, tuvieron lugar al día siguiente a las 6.33 h (7,1 Mw) y a las 14.55 h (7,8 Mw) provocando una gran destrucción. Sin embargo, el
plato fuerte se serviría tan solo 15 minutos después de esta última sacudida.
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Alcance del tsunami |
Pasando 11 minutos de las tres de la tarde de aquel 22 de mayo, el suelo empezó a temblar como nunca se había visto antes en la ciudad costera de Valdivia, a unos 330 km al sur de Concepción. Durante unos tremendos y eternos
8-10 minutos, el suelo valdiviense, convertido en una auténtica coctelera geológica, fue sacudido violentamente, no dejando piedra sobre piedra. Destruyó puentes,
infraestructuras, casas, e incluso fortificaciones de la época colonial española y causando más de
2.000 muertes, 3.000 heridos y daños materiales que se acercaban a los
mil millones de dólares de la época. La destrucción producida por el inconmensurable temblor fue total, alcanzando la categoría
XII (Mercalli) y los
9,5 en la escala de Richter (que es de 10). Si algo había que se pareciera al
Fin del Mundo, debía de ser aquello, debieron pensar los chilenos. Pues no. El show no había hecho más que comenzar.
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Daños del tsunami en Hilo (Hawaii) |
La sacudida fue de tal calibre que incluso
la topografía cambió de golpe. Los lagos y las bahías empezaron a bambolear como quien menea una palangana llena de agua (
ver Wellington 1855, el terremoto que emuló a la Atlántida), produciéndose un
tsunami en tres olas, la primera de las cuales fue de 4 metros, una segunda de 8 metros y finalmente una final de 10 metros, que acabó por destruir todas las poblaciones costeras cercanas a Valdivia. Un tsunami que se propagó por el Pacífico y que llegó 15 horas después a
Hawaii, destruyendo la ciudad de Hilo con una ola de
10 metros y causando 61 muertos. La ola, en su macabra
tournée, llegó con 6 metros al
Japón produciendo unos 200 muertos y daños considerables en la isla de
Honshu. Filipinas, Australia, Nueva Zelanda, Alaska o California también se vieron afectadas en mayor o menor medida. Por si fuera poco, dos días después, el
volcán Puyehue -a 200 km del epicentro, en los Andes- entró en erupción complicando aún más la situación.
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Obstrucción del río San Pedro |
En Valdivia, el terremoto había provocado el hundimiento del suelo (algunas partes de la ciudad quedaron 1 metro bajo el agua) así como numerosos
corrimientos de tierras. Deslizamientos que no tendrían más importancia si no hubiesen taponado por tres sitios el curso del
río San Pedro, un río que, desembocando en Valdivia, daba desagüe a toda una cuenca lacustre de 7 grandes lagos el último de los cuales, el
Riñihue, se encontraba a tan solo 1.200 metros de los tapones. Al sublime caos tras el terremoto –que no causó más muertes gracias a estar sobre aviso por el terremoto de Concepción del día anterior y por ser una zona de baja densidad de población- y al tsunami, se añadió el “pantanazo” que podía producirse como el Riñihue, obstruido en su salida, superara el nivel de los tapones que lo embalsaban. Y como Murphy, cuando le da por hacer horas extras no se cansa, se puso a llover como si no hubiera un mañana.
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El barro obligó a usar el pico y la pala |
Ante la perspectiva de que el
lago rebosara y produjera una riada que arrasara con los restos de Valdivia, el gobierno envió efectivos del ejército chileno y varios centenares de obreros y constructores, para crear un
canal de desagüe sobre las tierras que atascaban el río San Pedro que evitara el desastre que se preveía. Un desastre que ya había pasado en 1575, con funestas consecuencias para Valdivia y que no había ganas de repetir. 27 bulldozers se enviaron a la zona, pero las crecientes lluvias convirtieron los sedimentos en un auténtico barrizal al mejor estilo Passchendaele (
ver Passchendaele, la pírrica batalla donde el barro se tragó 40.000 soldados) inutilizando la maquinaria pesada. No quedó otra alternativa: cavar
a pico y pala.
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Erupción del volcán Puyehue |
Los centenares de personas que trabajaban allí consiguieron penosamente realizar
tres canales que recondujesen el agua que, peligrosamente se iba acumulando tras el primer tapón (o taco, como le llaman allí). Así, el 24 de julio de 1960, en pleno
invierno austral, cuando ya estaba llegando al rebose del primer taco, se procedió a una voladura del dique de sedimentos que obturaba el cauce, dando pie a que el agua bajase por el canal recientemente construido. De esta forma, de una forma
controlada, aún a costa de inundar algunas tierras ribereñas y gracias al trabajo poco menos que heroico de los trabajadores chilenos, se consiguió conjurar el que se ha dado a llamar el “
Riñihuazo”.
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40 metros de choque de placas |
Los científicos llegaron a la conclusión de que el
terremoto de Valdivia, que se produjo a una profundidad de unos 30 km, no había sido un solo temblor, sino la concatenación de hasta
37 terremotos que produjeron que la
Placa de Nazca se desplazara, de sopetón, más de
40 metros bajo la placa Sudamericana en una longitud de
1.350 km. Ello significó que aquel terremoto, por sí solo, desprendiera la
cuarta parte de la energía que se había generado en
todos los terremotos del mundo habidos entre 1906 y 2005. No en vano ante tal sacudida, el eje de la Tierra
se desplazó 3 cm de su posición habitual. Impresionante.
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La ciudad costera de Corral, arrasada |
En definitiva, que cuando la naturaleza se pone en su sitio, el hombre, con todo su (supuesto) poder no deja de ser más que un
monigote de papel. Tan solo la previsión, la humildad y, cuando pasa lo inevitable, el heroísmo, la tenacidad y la solidaridad de la gente, son capaces de poner un poco de orden humano al inalcanzable caos en que nos sume la
Madre Tierra en esos casos. Caos que no es tal, sino un
cosmos, un orden muy superior que, como nos enseña el terremoto más fuerte de la Historia, no deberíamos de ser tan
prepotentes de saltárnoslo a la torera.
Después todo son lágrimas.
Hola. Muy buen resumen de lo que pasó. Estudié en Valdivia y todavía se ven los vestigios: una zona de marismas salobres al sur de la ciudad (cuando sus ríos están al norte y al oeste) y la casa donde a orillas del río Valdivia tenía una marca en las paredes que marcaba hasta dónde llegó la inundación. Soy chilote (el verdadero último reducto español en América del Sur ;) ) y mi mamá tenía menos de 3 años y medio cuando fue el terremoto, pero se acuerda de muchas cosas de ese día. Yo viví la que se supone su réplica más reciente, el 25 de diciembre del 2016 (!), de 7.6 y me impresionó mucho, pero los ancianos con los que conversé me decían que a ellos no, porque lo del 60 fue "otra cosa". Por suerte nuestras casas son de madera (bailan como locas, pero nada más) y era verano y de día, así que no hubo muertos ni heridos y solo una casa destruida por un derrumbe. Pasado el susto y las conversaciones, los asados de cordero se reanudaron como si nada y la fiesta siguió, pero en la tele lo mostraban como una inmensa catástrofe. Desde el terremoto del 2010 la población chilena se ha vuelto más consciente de los peligros de los terremotos y está más preparada acerca de qué hacer y qué no hacer. En buena hora. Un saludo.
ResponderEliminarRoberto: Al contrario, muchas gracias a ti por comentar tu testimonio en este blog. Se bienvenido y recibe un cordial saludo desde el otro lado del charco. :-)
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