Ministros, churros y funcionarios.

Hoy me ha venido a la memoria un caso que me ocurrió hace año y medio o cosa así, y, aunque os pueda parecer mentira, es real como que estoy sentado delante de esta cafetera con teclas que es mi PC.

Esto sería sobre noviembre de 2003, en plena efervescencia de la presentación del plan Ibarretxe que llevó por aquellas fechas al gobierno de Aznar a proclamar una ley en que se regulaba las posibilidades de hacer una consulta popular, y obligaba a quien tuviera intención de hacerlas a tener permiso gubernamental. Esta ley, iba encaminada a evitar que se le ocurriera a Ibarretxe hacer un referendum. Yo, personalmente estoy a favor de hacer tantas consultas populares sean necesarias, ya que la soberania reside en el pueblo, y considero justo que los políticos -nuestros representantes- soliciten nuestro parecer ante cualquier situación. Supongo que a estas alturas ya se habrán dado cuenta que estoy a favor de un referendum por la independencia o no del Pais Vasco. ¿Que sale positivo? Viento fresco y a cascarla. ¿Que sale negativo? A callar, que habeis perdido. Sin miedos, vaya, pero que no me vengan con memeces de regularización de referendum que coarten la libertad popular.

Es dentro de este marco, y dado mi cabreo en el momento, y aprovechando que ibamos a juntarnos los amiguetes a tomar unos churros con chocolate -una "churrada", vamos-, que decidí pasar a la acción.

Escribí entonces un email -lo mas educado y formal posible- solicitando permiso oficial al ministerio del Interior, en aquel entonces a cargo de Ángel "Dosvias" Acebes, para hacer una consulta a mis amistades sobre el lugar en que debíamos realizar la correspondiente "churrada", ya que no era mi ánimo el obligar a nadie a elegir el lugar de reunión, y si no recibía autorización debería imponerlo sin más y no era mi intención la de resultar dictatorial para con mis amistades. Dicho y hecho, lo redacté y lo envié. Evidentemente dicho email sería tratado como spam, porque era evidente que era una broma, pero no quería quedarme con las ganas de enviarlo. Y lo hice.

Pasaron unos cuantos dias, unos quince o veinte, o cosa así, y yo ya ni me acordaba de aquel email. Cual fue mi sorpresa cuando recibo un email del Ministerio del Interior. ¡Ya verás tú! -me dije- te van a sacar los higadillos aquí, ves preparando los abogados. Me quedé de pasta de boniato cuando leí el citado email. En él me remitian a hacer la solicitud a mi ayuntamiento, dado que ellos no eran competentes en lo que solicitaba. Los huevos se me cayeron al suelo y una risa floja me atacó durante un buen rato. ¿Cómo se podía ser tan burro de responder seriamente lo que era una simple burla? Todavia no lo sé, pero lo hicieron.

Estuve tentado de seguir la juerga con el ayuntamiento, pero no lo consideré oportuno, ya que corria el riesgo de que siguieran con los trámites seriamente. En vez de eso, lo envié a una amiga mia de cierto nivel de dentro del ayuntamiento. Me consta que pasó por muchos despachos oficiales dicho email, generando risotadas por donde iba. Lástima que perdí el original por una corrupción de datos del disco duro, porque sería para enseñarlo.

Algún dia le preguntaré a mi contacto si lo guarda y , si las tareas de gobierno se lo permiten, que me lo reenvie, valdría la pena enmarcarlo.

¡Dios nos libre de la Administración!