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El pueblo ha hablado.

La sociedad francesa acaba de alejarse un poquito más si cabe de la sociedad española. La polémica ley de primer empleo sostenida a machacamartillo por el gobierno de Villepin será sustituida por una serie de leyes de ayuda a los jóvenes con problemas laborales. Los sindicatos y los estudiantes han vencido. La lucha social ha conseguido hacer retirar una ley que permitía que el joven que fuese empleado estuviera durante los dos primeros años “en prueba” y pudiera ser, por tanto, despedido sin necesidad de dar explicación ninguna. En Francia, quien manda es el pueblo, no el gobierno.

En una sociedad avanzada, el pueblo es soberano y no ha de estar pendiente de las veleidades o intereses de sus representantes, y como tal en Francia se han expresado. Los estudiantes de universidades e institutos, junto con los sindicatos han echado un pulso al gobierno, el cual, sin negociar con los interlocutores sociales la aplicación de la ley, pretendía hacerla efectiva y con la excusa de ayudar a los jóvenes, beneficiar los intereses económicos de las grandes empresas. Le ha salido mal y Villepin ha tenido que rectificar tras las presiones incluso del mismo Chirac.

Resulta muy chocante comprobar cómo, mientras que en el país vecino, la sociedad civil obliga a imponer su doctrina a la clase política, aquí sean los militares los que crean que tienen el sacrosanto deber de proteger a la ignorante sociedad civil española, en una escandalosa reedición del “todo para el pueblo, pero sin el pueblo” del despotismo ilustrado de finales del siglo XVIII. Igual, la diferencia radique en que nuestros vecinos galos ya dejaron este concepto bastante claro a sus gobernantes hace ya unos siglos tras hacer rodar unas cuantas cabezas.

Sea lo que fuere, la realidad es que mientras que aquí, los gobiernos hacen oídos sordos a todo lo que dice el pueblo (véase las manifestaciones contra la guerra de Irak), en Francia no les dejan pasar ni una. Si se tiene que parar un país con una huelga general, se para (allí no tienen servicios mínimos como aquí), pero no se dan cheques en blanco a sus gobernantes. Dominique de Villepin ha salido muy tocado y pone en grave crisis al actual gobierno francés en espera de las elecciones del año que viene. Tan solo el 25% de la población está a favor de su gestión.

Una sociedad que sabe lo que quiere y que está convencida de que el poder real de un estado se encuentra en ella, tiene muchos visos de estar entre las sociedades más avanzadas del planeta. En España el poder del pueblo se ejerce con una litrona en una mano y un porro en la otra.

Buen camino llevamos.




Macrobotellón a la francesa.

Comentarios

  1. Así les va a lucir el pelo en Francia. Si no se atreven a poner en marcha medidas impopulares (y nunca se atreven), la economía va a seguir estancada.

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  2. De acuerdo que hay que tomar medidas impopulares, pero que no paguen siempren los mismos.

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  3. Da gusto saber que a veces la presión del pueblo puede cambiar las cosas, desde luego. Así debería ser siempre: que nos hicieran caso a nosotros y no al contrario. Un saludo!

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