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¿Conoces mi último libro?

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Pobles Medievals de Catalunya (2024)

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Capítulo 7: El asunto del canal

El caso de los árboles asesinos.

Bosquete de acacias.
Sabido es que las plantas son la base de la pirámide alimentaria mundial, y de ellas depende toda la vida en el planeta (ver ¿Porqué florecen los almendros tan temprano?). Hasta ahora, hemos visto a las plantas como organismos inferiores, simples, sin sistema nervioso, y a los cuales podemos podar, romper, serrar o comer sin demasiados escrúpulos, pero... ¿qué pasaría si las plantas se rebelaran y pasaran al ataque? Que se lo pregunten a los más de 3.000 antílopes que murieron en Sudáfrica a finales de los 80.

Cazador con un kudú.
Efectivamente, a finales de los ochenta, un gran numero de cotos de caza dedicados a la reproducción en semi-libertad de especies cinegéticas sudafricanas, empezaron a detectar muertes inexplicables de kudús (Tragelaphus strepsiceros), uno de los grandes antílopes de aquellas tierras. Los kudús morían a centenares sin motivo aparente y, en principio, en buen estado de salud, por lo que no se entendía qué era lo que estaba pasando con ellos. Incluso se hicieron autopsias de animales fallecidos que no dieron ningún fruto, por lo que los granjeros decidieron contactar con la Universidad de Pretoria para que investigaran el asunto, ya que sus negocios se estaban resintiendo fuertemente al ser el kudú una de las especies más solicitadas para su caza. El Dr. Wouter Van Hoven empezó sus pesquisas.

La sequía afectava gravemente a Sudáfrica
La sequía afectaba a Sudáfrica
Tras unos primeros estudios se detectó que las granjas con mayor mortalidad correspondían a las que había una mayor densidad de población de kudús, y que en estas, los animales muertos tenían en su estómago una tasa de fermentación notablemente más baja. Por su parte, los análisis efectuados en los hígados de los kudús muertos detectaron una alta concentración de taninos, que llegaba a ser de 4 veces más de lo normal en las muestras de los cadáveres de zonas de alta mortalidad. Los animales estaban muriendo intoxicados al no poder asimilar la gran cantidad de taninos que ingerían. No obstante, se desconocía cual era el origen de dicho envenenamiento masivo, habida cuenta que, debido a su estado de semi-libertad, no se había introducido ningún cambio en su alimentación herbívora más allá de una persistente sequía (ver El árbol del Pastor: modestia por arriba, récord mundial por debajo) que afectaba la zona y que obligaba a los kudús a comer más hojas de acacia de las habituales. Una pista se abría ante sus ojos.

Kudú alimentándose.
Al estudiarse la acacia, se detectó que, cuando se sometía a estrés a estos árboles (imitando un ataque de kudús, a base de ramonear los brotes y romper ramas), tras pasadas poco más de dos horas, las hojas supervivientes aumentaban su concentración de taninos hasta un 250%. Lo más curioso de todo es que árboles cercanos al que había recibido la "paliza", aumentaron a su vez la cantidad de taninos en las hojas talmente como si hubieran sido ellos los que hubieran padecido el ataque de los "kudús" humanos. Todo se aclaró cuando se descubrió que, a la vez de aumentar su contenido en taninos, las acacias emitían grandes cantidades de etileno, un componente gaseoso muy ligero que, al entrar en contacto con las hojas de otras acacias, les hacía reaccionar aumentando, a su vez, las concentraciones de taninos en sus hojas. O lo que es lo mismo, que la acacia "puteada" avisó a sus congéneres de lo que le estaba pasando, y estas, en viendo las barbas de su vecina quemar, pusieron las suyas a remojar. Sencillo.

Brote de acacia.
Los kudús, recluidos en los cotos con mayor densidad de población, ejercieron una presión excesiva sobre las acacias debido a la sequía que impedía el crecimiento de otros tipos de hierba con los que diversificar el menú diario. Esta presión estresó demasiado los árboles, los cuales, para defenderse, aumentaron el contenido de taninos hasta niveles que no pudieron tolerar los kudús, matándolos y, por ende, aligerando la presión que ejercían sobre las acacias. Encima, como el ataque contra las acacias fue masivo, las que fueron comidas avisaron a las demás de lo que estaba acaeciendo, con lo que los árboles que no habían padecido el embate de los hambrientos antílopes se prepararon contra ellos, y los kudús se encontraron con que las acacias se habían organizado contra ellos...y lo consiguieron. Para desgracia de los granjeros, claro.

El estudio, además de esclarecer los crímenes, determinó que las plantas se comunican entre ellas, y que tienen muchas más capacidades y recursos de los que podemos llegar a imaginar para un ser supuestamente inferior. Un virus tiene 250 genes; una bacteria, 3.000; un hongo tiene 6.000; una mosca,12.000; los humanos, 25.000...y por algo será que las plantas tienen 50.000 genes. Sería mejor que replanteásemos nuestra relación con ellas, porque ¿quién sabe los ases que pueden tener escondidos cuando la locura desforestadora sobre las plantas sea excesiva? 

Más vale que los vegetales no tengan un mecanismo para dejar de emitir oxígeno o para volver tóxicas las lechugas, porque se nos iba a quedar una cara de kudú la mar de auténtica.


¿Quién depreda a quién?

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Comentarios

  1. Ya en los años sesenta y setenta se detectó que las plantas se comunicaban también electromagnéticamente entre ellas. Algunos campeones de esta comunicación (como la vid) emitían señales a casi 200 Km de distancia avisando, por ejemplo, de un fuego, lo que aumentaba la densidad de la lignina en las plantas avisadas.

    La comunicación química es otro ejemplo y viene desde las bacterias. Este punto es el que usé argumentando con algunos vegetarianos - véganos y el que más reacciones extremas y violentas me reportó, ya que según sus cánones establecidos (pero heredados por creencia y no por investigación) los seres que sufren son solo los que tienen sistema nervioso y los que no tienen sistema nervioso no sufren.

    Una vez eliminada esa premisa como demuestran estas investigaciones respecto al stress en las plantas y sus reacciones y comunicaciones los véganos y vegetarianos deben enfrentarse finalmente al hecho ético/ moral que pretendían evitar no comiendo carne: para poder vivir debemos generar muerte y en parte sufrimiento. No podemos ser perfectos fuera del sistema sino que tenemos que permanecer dentro de él. Y se enfadaban mucho.

    Por cierto, perdón por salirme del tema pero me ha venido al hilo.

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  2. Anónimo7:37 p. m.

    lo que yo queria, gracias

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  3. Excelente! Te invito a visitar mi blog! Saludos.

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