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El simpático Síndrome del Acento Extranjero

En el mundo hay un gran número de enfermedades a cual más rara y a cual más desconocida, pero hay una que lejos de despertar pena o morbo, resulta incluso simpática por lo curiosa que puede ser para alguien que no la padezca -aunque ello no signifique que sea menos grave: el Síndrome del Acento Extranjero.

1941. Los alemanes han ocupado Noruega (ver La fuerza antinazi de un sencillo clip sujeta papeles) y la mujer de 35 años Astrid L. se ve afectada en el cerebro por la metralla producida por un bombardeo, si bien no fue letal para ella. Cuando se recuperó, la única secuela que le quedó es un fuerte acento alemán, en su habla noruega. Ello, que pudiera parecer banal, le significó un fuerte rechazo de sus compatriotas los cuales la llegaron a considerar una espía de los nazis, a pesar de que no tenía nada que ver con ellos.  Pero... ¿qué le pasó en realidad?

El Síndrome del Acento Extranjero es un misterio aún para la ciencia, ya que no se sabe exactamente qué ni como se produce. Se acostumbra a presentar después de accidentes cerebrales, tales como derrames, trombosis, etc... aunque el hecho de que tan solo se conozcan unos 60 casos en el mundo tampoco ayuda a su estudio.

En este síndrome, los afectados, si bien no tienen ningún problema de tipo lingüístico, ven radicalmente alterado el patrón de pronunciación de su propio idioma, dando la sensación de ser alguien foráneo hablando un idioma que no es el suyo. El caso de Astrid L fue el primero documentado, pero se tiene constancia en otros idiomas, tales como ingleses que hablan con acento francés, estadounidenses con acento británico, españoles hablando como rusos, etc... lo cual si bien resulta simpático para los demás, es muy impactante para el afectado porque el habla es una de nuestras señas de identidad más personales y cualquier cosa que la afecte implica un duro golpe psicológico a quien la padece.

Los científicos no se ponen de acuerdo en cual es el origen. Una de las teorías dice que el accidente vascular afecta la parte del cerebro encargada del habla y ello provoca distorsiones en la forma de expresarse. La otra, la que parece más plausible a ojos de la medicina es que el accidente vascular afecta al movimiento en general del cuerpo (puede provocar paralizaciones) y ello hace que la gestión de los músculos implicados en el habla se vean afectados, modificando la forma de pronunciar su propio idioma.

En definitiva, que detrás de un efecto curioso, se esconde una auténtica tragedia personal que por suerte se da muy poco. Sea como sea, lejos de compadecernos de los que la sufren, nos reímos de ellos o incluso los hacemos foco de nuestros prejuicios.

Para reflexionar.


Debbie habla un perfecto inglés en un perfecto acento francés

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