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Presa de Oliana |
Las
tormentas en el área mediterránea son conocidas por su extraordinaria
violencia. No son pocas las veces que hay muertos, desprendimientos, carreteras cortadas, desbordamientos... todo ello derivado de la tremenda potencia de evaporación de un mar cerrado como el
Mediterráneo. Quien más, quién menos ya conocemos los efectos destructores de estas avenidas que pueden hacer que un río, en cuestión de
horas, pase de estar completamente seco a ser una bestia destructora como pocas (
ver La Marrada, el meandro olvidado de Cornellà-El Prat), pero...¿conoce que estas pavorosas tormentas pueden ser
tan virulentas que pueden llegar a desencadenar
terremotos? No es broma; ello pasó en el Pirineo catalán en las devastadoras inundaciones de noviembre de
1982.
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Situación meteorológica |
Durante el día
7 de noviembre de 1982, una potente
borrasca cruzó la península ibérica proveniente del Atlántico, chocando con una entrada de aire húmedo y cálido procedente del
Mediterráneo que estaba siendo empujado por un anticiclón que estaba ubicado sobre
Centroeuropa. Este choque de trenes meteorológicos en pleno otoño, significó que el cielo se rasgara de arriba a abajo y dejara un auténtico
diluvio sobre la vertiente sur del Pirineo central y oriental. Las cantidades recogidas fueron de impresión.
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Cauce del Segre inundado |
Entre el día 7 y el día 8 de noviembre, es decir, en
24 horas, se registraron
650 l/m2 en la estación meteorológica de
Goriz, en Huesca,
500 l/m2 en la estación de La Molina y más de 300 en innumerables puntos del Pirineo aragonés, catalán y Andorra. Todo ello provocó una
avalancha de agua que hizo que los ríos, simplemente no pudieran absorber la tremenda cantidad de agua que caía del cielo, inundándose buena parte de su cauce.
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Andorra inundada |
La riada descontrolada
provocó un sinfín de
desprendimientos y corrimientos de tierra que afectaron por doquier, produciendo cortes de carreteras,
aislando a los vecinos de las zonas afectadas y poniendo en serio peligro al pequeño pueblo de
Pont de Bar, en la cabecera del
Segre, el cual tuvo que ser abandonado y reconstruido tiempo después a 800 metros de su emplazamiento original. Incluso corrió el rumor de que un desprendimiento podría
interrumpir el río Segre en la cola del embalse de Oliana, y provocar una ola destructora que acabara con
todo lo que hubiera aguas abajo (
ver Vajont, crónica de una tragedia anunciada). Por suerte no pasó de aquí.
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Embalse de Oliana |
Sea como sea, el caudal del Segre a la entrada del pantano de
Oliana había pasado de 16.000 litros por segundo (16 m3/seg) a las 4 de la madrugada del día 7 a unos escalofriantes
1.886.000 litros por segundo (1.886 m3/seg) a las 23 horas del mismo día 7, manteniéndose por encima de los 1.500 m/3 hasta las 10 de la mañana del día 8. Todo este
muro de agua fue a parar al dicho embalse, lo que significó que en menos de 24 horas recogiese
30 hm3 de agua, o lo que es lo mismo, casi
un tercio de la capacidad total del pantano de Oliana, estimado en
101 hm3.
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Destrucción generalizada |
En medio de todo este tumulto meteorológico, a las 3 de la mañana del día 8 de noviembre, los vecinos de Oliana, sintieron un
terremoto que hizo temblar hasta las lámparas de las casas, lo cual llenó de desasosiego a toda la población. El terremoto fue detectado por el
Observatorio del Ebro en Roquetes (Baix Ebre) y por el observatorio de
Moulis (Ariège, Francia), pero no por el
Observatorio Fabra de Barcelona debido a que, en aquel preciso momento, la
tromba de agua que descargaba encima de la estación producía
interferencias sísmicas que no le permitieron captarlo. Si bien no pudieron triangular la profundidad, los geólogos determinaron que el foco
estaba en el pantano y que el terremoto fue de una intensidad
II-III en la escala de Mercalli), correspondiente a unos
2,5-3 grados en la escala de Richter (
ver Sant Celoni 1927, un terremoto a las puertas de Barcelona).
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Pont de Bar fue destruido |
La
brutal cantidad de agua que se había embalsado en el pantano de Oliana en tan poco tiempo, había hecho tal presión contra la presa y las paredes montañosas del vaso del embalse, que
indujo el desplazamiento de alguna de las
fallas que recorren la zona,
creando el terremoto que se pudo sentir en la zona. Este movimiento telúrico, si bien quedó en una mera
anécdota, pudo poner en peligro la pared del propio dique de contención lo que hubiera podido provocar otra desastrosa "
pantanada" como la que se había
producido en Valencia con la rotura de la
presa de Tous tan solo 15 días
antes.
La riada en el Segre produjo 14 muertos y supuso unos 45.000 millones de pesetas de la época (más de 270 millones de euros) en daños, pero para la naturaleza, indómita e imprevisible como es, simplemente fue la demostración de que si se lo propone, no hay nada que la pare. Ni las paredes de la más dura montaña.
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Sismograma del terremoto registrado en Moulis |
Webgrafía
Deberíamos a veces, tener un poco más de miedo a la madre naturaleza, tal vez asi nuestro respeto fuera mayor. Buen post
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