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¿Conoces mi último libro?

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Pobles Medievals de Catalunya (2024)

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Capítulo 7: El asunto del canal

El repetitivo primer ascenso al Cavall Bernat

El mítico Cavall Bernat
La emblemática montaña de Montserrat, en Barcelona, siempre ha despertado la fascinación de propios y extraños. Su perfil inconfundible, fruto de la erosión de millones de años, le confieren un halo de majestuosidad y misterio que la han llevado a ser considerada montaña mágica y sagrada, y a albergar en el monasterio homónimo la imagen de la patrona de Catalunya, la Virgen de Montserrat. A parte de la devoción mariana, la montaña es punto de atracción de los amantes de lo oculto, de los naturalistas, de los geólogos, espeleólogos  y, muy especialmente, de los escaladores, los cuales han visto en los altos riscos un marco incomparable para practicar su deporte favorito. Sin embargo, uno de los monolitos pétreos más famosos de la montaña, el Cavall Bernat, se mantenía inexpugnable, rechazando una y otra vez el acceso de los escaladores más osados. En 1935, finalmente, tres escaladores lo coronaron; el único problema es que no los creyeron y lo tuvieron que repetir...¡por dos veces!

250 m de caída
El Cavall Bernat, eufemismo impuesto por los religiosos para denominar el "Carall Armat o Trempat" (Carajo Enhiesto, en catalán) es una aguja modelada a pico en los conglomerados terciarios que forman la montaña de Montserrat, la cual es famosa por su forma fálica casi perfecta. Este monolito, de 60 metros de altura en su parte más baja y unos 250 en su pared más larga, alcanzando los 1110 m sobre el nivel del mar, está ubicado en la vertiente nororiental de Montserrat, prácticamente en la vertical del pueblo de Monistrol de Montserrat, a orillas del río Llobregat.

Primera ruta
Esta imponente mole rocosa, desde siempre había sido el gran objetivo del alpinismo catalán, pero la verticalidad de sus paredes, el mal tiempo y la falta de material de escalada adecuado, hacían que una y otra vez todas las tentativas de alcanzar la cima se vinieran abajo, alguna incluso literalmente: en mayo de 1935, un joven escalador barcelonés se mató al despeñarse en el intento de coronar el Cavall Bernat.

Aquel mismo año, el 27 de octubre, un grupito de cuatro escaladores de Barcelona, pertenecientes al Ateneu Enciclopèdic Popular, decidió encarar la escalada de la inexpugnable peña. El día era frío y ventoso, lo cual dificultaba mucho el ascenso, hasta el punto que uno de los escaladores decidió no subir y hacerles el apoyo desde abajo. Después de cuatro horas y media de ascenso, repetidos problemas derivados de abrir vía y del frío reinante, finalmente, los escaladores Josep Costa, Carles Balaguer y Josep Boix, lograron coronar el tan ansiado objetivo. El Cavall Bernat había sido vencido.

Monasterio de Montserrat
Llegado el momento de inmortalizar la gesta, la cámara de fotos que habían llevado para dar testimonio gráfico de ello, les falló, de tal forma que les fue imposible sacar ninguna foto conforme habían sido los primeros  en acceder a la aguja rocosa. Fuera como fuese, habían conseguido llegar y, en cuanto bajaron, la noticia corrió como la pólvora en el mundillo de la escalada. No obstante todo no sería tan fácil.

Los monjes de Montserrat, días después publicaron en el boletín del monasterio, que ante la falta de ninguna prueba gráfica, ni directa ni indirecta, se negaban a dar crédito a que realmente se había conseguido la proeza. Ello significaba de facto, que los escaladores que habían conseguido subir no veían "homologado" su esfuerzo, con todo lo que ello comportaba... lo cual les hizo una gracia inmensa, obviamente.

¿Escalador u hormiguita?
Removieron Roma con Santiago para encontrar algún otro grupo escalador que pudiera haber sacado alguna foto de la cordada pero, a pesar de encontrarla, la foto estaba hecha de demasiado lejos y no se les distinguía con claridad. Costa, cabreado como una mona por la duda generalizada por los monjes, dijo que repetiría de nuevo la ascensión al Cavall Bernat y, no solo la repetiría, sino que -con un par de bemoles- lo haría en solitario. Para más inri, invitó a la prensa para que asistiera a dar testimonio de la gesta. El día 16 de marzo de 1936 sería la nueva cita. Sin embargo, Josep Costa no las tenía todas consigo.

Para preparar la "representación", el osado escalador, le pidió ayuda a un amigo suyo para poder hacer a escondidas de nuevo el ascenso, y así asegurarse el éxito en la que había convocado ante el público. De esta forma, la semana anterior a la gran fecha, con su amigo Isidre Colell, subieron nuevamente hasta arriba siguiendo sin mucha dificultad el camino que meses atrás había sido abierto por el mismo Costa y compañía.

Una aguja inexpugnable
El día de la ascensión "oficial" ante cámaras y taquígrafos, todo el mundillo de la escalada se reunió al pie del Cavall Bernat esperando ver cómo aquel escalador hacía -nuevamente- historia consiguiendo la cima. Hasta Radio Barcelona destacó una unidad móvil en el evento, retransmitiendo en directo el ascenso al mítico monolito rocoso, en lo que -parece ser- la primera retransmisión en directo para un medio de comunicación de un ascenso montañero. Costa, con la oculta preparación previa y la motivación extra por demostrar ante tanta gente cómo era capaz de subir a la aguja, subió en tan solo una hora, demostrando, ahora sí, que el Cavall Bernat había sido definitivamente derrotado.

Las malas lenguas comentan que si Costa y sus amigos hubiesen pertenecido a una entidad excursionista de las que partían el bacalao en la época y no a una prácticamente desconocida, no se les habría puesto tantas pegas para validar su primer ascenso. Sea como fuere, Costa, Boix y Balaguer, después de dos subidas más para dejar constancia de su proeza, al final obtendrían el reconocimiento de haber sido los primeros de haber coronado la más conocida aguja de la montaña de Montserrat.

La importancia de llevar buen material... fotográfico.

Costó que los reconocieran como héroes

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