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La Habitación de Ames |
Hay un
refrán que dice que no se crea lo que no se vea y la mayoría de las veces tiene su parte de razón. Y digo la mayoría porque, en algunas circunstancias, el hecho de que estemos viendo alguna cosa no significa que lo estemos percibiendo correctamente, ya que por muy bien que funcionen nuestros sentidos siempre nos pueden estar
engañando. Esto pasa cuando estamos ante un juego de perspectivas del estilo de la perspectiva
Borromini (
ver El arte de engañar con las apariencias: La Perspectiva Borromini) en que nada está donde aparenta estar, engañando totalmente a nuestro cerebro. Este juego de percepciones hizo que el oftalmólogo estadounidense
Adelbert Ames Jr, en 1946, diseñara una habitación en que el engaño de la perspectiva se llevaba al máximo exponente:
la habitación de Ames.
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Juego de perspectivas |
En la película
El Señor de los Anillos, la diferencia de altura entre los enanos hobbits y el mago Gandalf es, sencillamente, abismal y no son pocas las escenas en que la diferencia de altura entre los personajes se hace evidente. Alguien podría pensar que el
retoque informático de las imágenes ha funcionado a toda castaña, y más si sabemos que el actor que interpreta al enano
Frodo (Elijah Wood) tiene 1.68 m y el que hace de
Gandalf (Ian McKellen) tiene 1.80 m -tan solo 12 cm más-, pero no, el presupuesto no daba para tanto y se echó mano a algo tan barato como el juego de
perspectivas y el principio de la
habitación de Ames.
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Gigantes y enanos de la misma altura |
En la
habitación de Ames -una habitación cúbica de apariencia totalmente normal- una persona ubicada en una esquina de la estancia, parecerá tener una cierta altura. Sin embargo, y como por
arte de magia, si la misma persona se dirige a la esquina contraria, progresivamente va creciendo hasta llegar a aparecer ante nuestros ojos como un auténtico
gigante que apenas cabe en la altura de la habitación. Llegado a este punto, ha de saber que nuestra vista ha engañado a nuestro cerebro talmente como a un chino.
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Forma real de la habitación |
Efectivamente, aquello que ante nuestra vista aparece recto y angulado, resulta que en realidad
no existe. La habitación, no es cúbica, sino
trapezoidal, de tal forma que hay una parte más cercana al espectador que la otra. Asimismo, lo que parece que sea plano (el techo y el suelo), no lo es en absoluto, sino que es un
plano inclinado. Si a esto añadimos toda una serie de ornamentación en perspectiva equívoca en concordancia con el punto de vista general, obtendremos un
trampantojo perfecto (
ver El curioso trampantojo biológico de la pata de un caballo) que tan solo se ve roto por el movimiento de la persona, la cual parece variar de tamaño milagrosamente según va evolucionando por el interior de la habitación.
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La habitación a medio construir |
Este juego de perspectivas que engañan a nuestro
cerebro, es percibido por el común de los mortales que lo están observando. Ahora bien, si usted es una mujer y está enamorada de su marido, como lo esté viendo en una
habitación de Ames, puede ocurrir que no lo vea distorsionarse e, incluso, que vea distorsionarse a todos los que estén con él... menos a él. Curioso, pero cierto, es lo que los científicos han dado a llamar el "
Fenómeno Honi".
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Desde fuera todo es diferente |
Este fenómeno, que toma el nombre de la primera mujer en que se observó en
1949, no se sabe porqué ocurre, pero sí que afecta casi exclusivamente a las
mujeres. Los médicos especulan que la diferente
percepción espacial de las mujeres respecto los hombres, así como una especial relación de familiaridad y cariño para con el observado pueden hacer llegar
anular el efecto de la habitación de Ames, no así para con la gente extraña que lo puede estar rodeando. El hecho de que lo mismo
no pase a los hombres, puede dar pie a más de un comentario (perdonen la tonta carraspera) no exactamente cariñoso en alguna pareja.
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Un engaño al cerebro |
Sea como sea, la habitación de Ames, lo que deja en evidencia es que los sentidos, si bien son los
periféricos que nos permiten estar en contacto con el mundo que nos rodea, ni ellos son perfectos ni lo es la central de proceso de datos que es el
cerebro (
ver La ceguera al cambio o cuando no arrancamos con el semáforo en verde). Ello produce que, a pesar de estar recibiendo la información correctamente, los datos no sean procesados igual de bien, produciendo
conclusiones erróneas que nos lleven a equivocación. O como decía mi abuelo... de lo que no veas, no creas y de lo que vieres, la mitad creyeres.
Sabiduría popular anti trampantojos.
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No nos podemos fiar ni de nuestros sentidos |
Webgrafía
LAS ILUSTRACIONES SON DIMUUTAS!!
ResponderEliminarPERO MUY NITERESANTE. GRACIAS!!
Es una entrada fantástica Ireneu, pero como dice Anónimo se hecha en falta un mayor tamaño de las imágenes (500 px mínimo de anchura) y centradas en el centro para poder observarlas sin tener que hacer más clicks. Un saludo :)
ResponderEliminarYa está arreglado. Ahora las fotos son un poco más grandes, aunque el diseño no lo cambio porque es característico del blog. Muchas gracias por los comentarios y el apunte.
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