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El Canal de la Infanta o la trascendencia histórica de un patrimonio olvidado

El Canal de la Infanta
El Canal de la Infanta
Que, hasta mediados del siglo XX, gran  parte del área metropolitana de Barcelona fuera eminentemente agrícola, con sus campos, sus agricultores con sombrero de paja y sus bestias tirando del arado es, para las nuevas generaciones, algo que está más cerca de las novelas de Harry Potter que de la realidad. Nada hay, en el continuo urbano desde Plaza España hasta el río Llobregat, que haga recordar a quién no lo haya vivido que toda aquella área era considerada la Huerta de Europa por la tremenda producción hortícola de sus tierras. Nada. De aquellos campos ya no queda nada, tragado por el asfalto de la gran ciudad, pero...¿sabía que hubo una infraestructura hidráulica sin la cual es muy posible que Barcelona no hubiera llegado a ser la megalópolis que es en la actualidad? Pues créaselo, porque usted puede estar paseando, sin saberlo, por encima suyo: me refiero al Canal de la Infanta.

Plano del delta del Llobregat (1899)
Plano del delta del Llobregat (1899)
El río Llobregat, en llegando a Sant Boi, se abre en un amplio abanico sedimentario que, ocupando el espacio entre Montjuïc y las estribaciones del Macizo de Garraf, es conocido como el Delta del Llobregat (ver El delta del Llobregat, una costa en retroceso). Este espacio, ocupado hoy por infinidad de grandes infraestructuras (aeropuerto, puerto, Zona Franca, trenes, autopistas...) pese a ser muy fértil debido a los ricos sedimentos aportados por el río, no estaba aprovechado por la agricultura, ya que si bien había buena tierra, no había forma de regarla en abundancia en cuanto te salías un poco de la orilla del Llobregat. De esta forma, gran parte del Delta lo formaban terrenos poco productivos (cultivo de secano) o directamente improductivos (zonas lagunares), por lo que, teniendo el agua tan cerca, era un pecado no repetir el ejemplo del exitoso Rec Comtal (ver El Rec Comtal, la olvidada relación íntima entre Barcelona y su medio ambiente). Así las cosas, en 1188, se empezó la construcción de un canal (el Rec Vell) que, llevando el agua desde El Papiol, y por la orilla izquierda, llevase agua de riego hasta Barcelona. La pena fue que llegó hasta Molins de Rei... y allí se quedó.

Casa de Comportes
Casa de Compuertas
La falta de financiación hizo que esta primera intentona se frustrase, pero los terratenientes, viendo el negocio, no cejaron en el empeño de obtener un canal de riego que proporcionase agua a manta para sus tierras. El hecho de que la construcción de canales fuese una exclusiva real no ponía fáciles las cosas, y pese a repetidos proyectos (1568, 1723, 1805...) no fue hasta 1816  cuando la presión de los interesados y aprovechando todo el follón después de la invasión napoleónica, consiguió que Fernando VII se decidiese a eliminar la prerrogativa real de poder hacer canales. Así las cosas, se pusieron manos a la obra deprisa y corriendo (no fuera el caso que se desdijese) y, pagándolo del bolsillo de los futuros regantes, entre 1817 y 1819, se construyó un canal que, inaugurado el 21 de mayo de 1819 por la infanta Luisa Carlota de Borbón -que casualmente pasaba por allí- daba servicio a más de 4.500 hectáreas de la orilla izquierda del río Llobregat.

Luisa Carlota de Borbón
Luisa Carlota de Borbón
El canal que, debido a las prisas por su entrada en funcionamiento, se terminó efectivamente en 1820, recibió el rimbombante nombre oficial de Real Canal de la Serenísima Infanta Doña Luisa Carlota de Borbón (el Canal de la Infanta, para los más allegados, vamos). La realidad es que tenía que llamarse "Canal de Castaños", en honor de Francisco Javier Castaños, Capitán General de Catalunya y principal valedor del canal, pero siempre resulta más mediático y glamuroso ligar tu imagen a la realeza. Por postureo, que no quedase.

Canal de la Infanta en St. Feliu
Canal de la Infanta en St. Feliu
De esta forma, el Canal de la Infanta, con 17.420 m de longitud, una anchura de entre 4 m (al principio) y 2 m (hacia el final), una profundidad media de 1,5 m y un caudal de 4.700 l/seg iniciaba su recorrido en la Historia. Un recorrido que, partiendo desde la Casa de Comportes de Molins de Rei -punto donde comenzaba la concesión al tomar el agua excedente del antiguo Rec Vell-, y enganchado a los contrafuertes de Collserola, atravesaba Molins de Rei en dirección río abajo y paralelo al que hoy en día es la vía del tren.

Mapa del Canal de la Infanta (1908)
Mapa del Canal de la Infanta (1908)
A partir de aquí, el canal entraba en el antiguo término municipal de Santa Creu d'Olorda (absorbido en 1916 por Molins), pasando por Sant Feliu de Llobregat, Sant Joan Despí, hasta llegar a Cornellà de Llobregat. En este punto, siempre enganchado al talud entre Collserola y el delta, el canal giraba hacia el noreste, entrando en L'Hospitalet de Llobregat, donde trazaba recto hasta el municipio de Sants (absorbido en 1897 por Barcelona) y donde volvía a girar  para, atravesando la actual Gran Vía a la altura del edificio de La Campana, bordear la montaña de Montjuïc hasta llegar al Cementerio de Barcelona. El canal, sobrepasando este punto, giraba y seguía unos metros hasta su desembocadura a pies del Faro de Montjuïc, en la zona conocida como El Morrot.

Acequia del Canal de la Infanta a su paso por L'Hospitalet (1971)
Acequia por L'Hospitalet (1971)
El canal fue un éxito desde el primer momento. Las tierras que hasta aquel instante, lo máximo que daban era para cereal, viña o legumbres, pasaron a poder disponer de agua suficiente para poder hacer una agricultura hortícola de mercado y no solo de subsistencia. Ello significó el aumento de los cultivos, de los beneficios y la transformación de todo el delta izquierdo en un auténtico vergel -la calidad del suelo era tal que se podían extraer hasta cuatro cosechas al año. Obvia decir que, el aumento de la riqueza agrícola necesitaba cada vez más mano de obra para su mantenimiento y desarrollo, traduciéndose en un aumento disparado de las poblaciones por donde pasaba. No en vano, en 1855, los terratenientes de la orilla derecha, viendo el rotundo éxito de sus homólogos de la orilla izquierda, construyeron el Canal de la Dreta (la envidia, ese gran motor de progreso...).  Pero no solo la agricultura se benefició.

Regando los pies de Montjuïc (1906)
Regando los pies de Montjuïc (1906)
Efectivamente, el canal salvaba la diferente altura entre la cota de inicio (22 m) y la final (0 m, nivel del mar) con una serie de saltos que ocuparon molinos harineros, de papel o industrias textiles. Estas actividades utilizaban la fuerza del agua para mover los telares y las piedras de molino, por lo que, alrededor de estos saltos se fueron formando pequeños núcleos industriales que fueron aumentando en importancia conforme que iba aumentando la población gracias a la agricultura. L'Hospitalet pasó de 900 habitantes en 1820 a casi 5.000 hacia el 1900. Y no paró aquí.

Bombardeos de Barcelona (1938)
Bombardeos de Barcelona (1938)
La neutralidad de España durante la 1ª Guerra Mundial (ver La Gripe Española, la mortífera historia de la peor epidemia de la Humanidad) hizo que el delta del Llobregat se hiciera de oro vendiendo sus productos a los contendientes. La "Huerta de Europa", como se le conocía, crecía a un ritmo desenfrenado, atrayendo cada vez más y más gente, tanto a Barcelona como a todos los pueblos regados con agua del Canal de la Infanta (L'Hospitalet pasó de 5.000 habitantes a tener 33.500 en 1930). Sin embargo, la Guerra Civil significó el desastre.

Bellvitge, y canal (años 70)
Bellvitge, y canal (años 70)
A partir de ese momento, todas las exportaciones colapsaron y la producción agrícola se centró en el mercado interno. El problema era que en el resto de España, la economía estaba destruida (ver La corrupta historia de los coches llamados "Gracias Manolo") por lo que el hecho de mantener una mínima capacidad productiva durante la posguerra hizo de efecto llamada a toda la gente, sobre todo de Andalucía y Extremadura, que se debatía entre la miseria, el hambre y la emigración. Los pueblos y ciudades del área de Barcelona comenzaron a crecer descontroladamente (factoría de la Seat, Bellvitge, Gornal...) a expensas de los mismos terrenos agrícolas que atraían la población, utilizando las acequias del canal como improvisadas cloacas dada la absoluta carencia de infraestructuras durante el franquismo.

Canal por St Joan Despí (años 80)
Canal por St. Joan Despí (años 80)
El caos urbanístico durante los años 1960 en el área metropolitana, produjo la polución de los ríos y, entre ellos, el Llobregat se convirtió en poco menos que en una cloaca a cielo abierto. Las continuas paradas por episodios de contaminación de la central depuradora de Sant Joan Despí -de la cual se abastecía de agua potable a Barcelona- obligaron a las autoridades franquistas a desviar en  1968 los caudales de la Riera de Rubí y del río Anoia (más contaminados que el Llobregat) hacia el canal y así evitar que las aguas más sucias afectaran el suministro. El Canal de la Infanta, al tener que coger este "agua" si o si (recordar que estábamos en plena dictadura), se convertía en un simple colector que apestaba por donde pasaba y cuya mierda licuada impedía totalmente la agricultura, llevando a que los agricultores dejaran sus explotaciones en beneficio de la especulación urbanística que, entonces igual que ahora, daba pingües beneficios.

Canal de la Infanta en activo
Un paisaje actual pero de otro tiempo
El canal, de esta forma ignominiosa e indolente, fue perdiendo su función original y, según aumentaron las reclamaciones vecinales por olores y molestias (utilizado como caballo de batalla contra el régimen), con la llegada de la Democracia fue desapareciendo tanto de la vista como de la memoria bajo el peso del cemento y el alquitrán de las ciudades que se iban conformando. Un patrimonio histórico, natural y humano de impresionante valor, de esta forma, se perdía ante la fuerza de la codicia, la desidia y la indiferencia de la gente que vivía a su alrededor.

Puente de La Remunta (L'H)
Patrimonio prostituido (Puente de La Remunta)
Hoy en día, el Canal de la Infanta ha desaparecido de muchos tramos -en Hospitalet pudo haberse preservado, pero no le dio la gana hacerlo al consistorio (ver Ni historia, ni derecho a tenerla)- y en otros aún se mantiene en forma de cloaca o acequias relictas, pero hay un buen trozo en que todavía funciona. Son unas modestas 300 ha que aún son regadas con su agua y que permiten mantener a cielo abierto aún 1.500 metros de canalización original entre Molins de Rei y Sant Feliu, sin embargo el legado de esta infraestructura ahora olvidada lo envuelve todo. Las calles, los topónimos, la estructura de la ciudad, la red de alcantarillado... todo está influenciado por la existencia del Canal de la Infanta, un canal donde la gente se bañaba, pescaba, vivía y que, como reconoció el Parlament de Catalunya, merece el reconocimiento de todos ya que sin él nada sería lo mismo en este perdido rincón del planeta.

Canal de la Infanta aún activo en Molins de Rei
Canal de la Infanta aún activo en Molins de Rei

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Comentarios

  1. Qué lástima que no quede nada por l'Hospitalet. Fui a una co conferencia-presentación de un libro sobre el Canal de la Infanta en el Centre Estudis L'Hospitalet

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  2. Sergi: La verdad es que algo sí que queda. Convertido en cloaca aún se mantiene buena parte de su trazado y hay acequias aún en uso por los alrededores de Can Trabal. De todas formas, es muy difícil eliminar todos los restos del canal, ya que incluso el trazado de las calles reseguían las acequias del Canal de la Infanta, tal y como pasa en Santa Eulalia.

    Respecto los libros, yo he colaborado en dos libros dedicados al Canal, uno editado por el CELH y otro por el CECBLL, por lo que es muy posible que yo estuviera implicado en la presentación que comentas.

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