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Edificis Catalans amb Història (2023)

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El Hospital de la Torre Blanca, el hostal medieval que dio nombre a L'Hospitalet

L’Hospitalet-Centre, breve historia de un barrio muy descentrado (1)

Plaça de l'Ajuntament, centro político de L'Hospitalet
Plaça de l'Ajuntament, centro político de L'Hospitalet
A L’Hospitalet de Llobregat, por el mero hecho de haber sido considerado una ciudad dormitorio en los arrabales de Barcelona, se le ha negado repetidamente el pan y la sal de tener derecho a tener una historia propia. La imponente sombra de la Ciudad Condal ha hecho que lo que pasaba en un terruño a unos pocos kilómetros, en tanto que no pasaba en la capital, fuera considerada “menor” o, cuando menos, irrelevante. Ello ha hecho que sus propios habitantes sepan más de lo que pasó en la ciudad vecina (por irrelevante que sea) que los hechos que acaecieron por donde pasea cada día (por trascendentes que sean) la cual cosa, si lo vamos a pensar, no tiene ni pies, ni cabeza. En Memento Mori! ya he explicado numerosas de estas historias desconocidas pero, como el grueso del vecindario hospitalense continua sin conocer su propia historia, con este artículo iniciaré una serie dedicada a intentar explicar brevemente la historia de cada uno de los barrios de esta, en apariencia, ciudad sin historia que es L’Hospitalet de Llobregat. Y para empezar me dedicaré al barrio del Centro (Centre, en catalán), origen del nombre de L’Hospitalet.

Límite entre L'H y Cornellà
Límite entre L'H y Cornellà
Que el centro urbano de una población se encuentre a unos pocos metros de la linde con el municipio vecino es algo que, como mínimo, llama la atención. Y es justo eso lo que pasa en Hospitalet, habida cuenta que el centro histórico, administrativo y económico de la ciudad se halla enganchado al término de Cornellá de Llobregat; una curiosa disposición descentrada cuyo origen se remonta a la época de los romanos. Ahí es nada.

Ermita de Santa Eulàlia de Provençana (inicios s.XX)
Ermita de Santa Eulàlia de Provençana (inicios s.XX)
Efectivamente, si bien la ocupación humana del Llano de Barcelona y el Samontà de L’Hospitalet fue intensa desde mucho tiempo atrás (como lo atestiguan los rastros de los silos iberos de La Torrassa) fue con los romanos que todo el espacio entre el Llobregat, Collserola y el Besós se convirtió en una zona agrícola de primer orden. Barcelona era la capital (aunque primero lo fue Badalona) pero todo el resto de terreno fue gestionado por centros agrícolas que -como las posteriores masías- se dedicaban a sacar provecho económico a estas tierras. Ello hizo que, el espacio que hoy consideramos Hospitalet estuviera ocupado por villas más o menos aisladas que se organizaban alrededor del ramal de costa de la Vía Augusta aprovechando los fértiles terrenos que va creando un delta del Llobregat en expansión. En la zona de Santa Eulalia (alrededor de la actual Ermita de Provençana) había un primer núcleo romano -ver La Medusa, el símbolo hospitalense que nunca volverá a la ciudad- y, en un lugar indeterminado de lo que hoy es la calle Xipreret, otro núcleo conocido en latín por Quintiano. Nombre que se cree provendría de Quintius, posible colonizador romano de la zona.

Pl. Mossen Homar, posible ubicación del "hospitalet"
Pl. Mossèn Homar, posible ubicación del "hospitalet"
Con el pasar de los siglos, el asentamiento agrícola de Quintiano (o Quinçà, en catalán) se estabiliza como dependiente de la parroquia de Provençana (que gestionaba todo el territorio hoy hospitalense) hasta que a finales del siglo XII la Orden de los Hospitalarios construye una pequeña hospedería –conocida como el Hospital de la Torre Blanca- que será destinada a albergar a aquella gente que, de camino a Barcelona, tenía que hacer noche por encontrarse las murallas de la ciudad cerrada. El lugar exacto donde se encontraba no se conoce, pero se cree que debía estar en la zona de la Plaza Mossèn Homar, dada su posición al pie de la antigua Vía Augusta (actual carrer Major -ver El invisible y superviviente mojón histórico de la calle Enric Prat de la Riba). Sea como sea, el éxito de esta infraestructura, medio hospital, medio hostal, hace que la zona de la antigua Quintiano crezca en población (en 1356 tendrá unos 250 habitantes) pasándose a llamar durante el siglo XV “La Pobla de l’Hospitalet” y, por economía oral, simplemente Hospitalet.

Carrer del Xipreret, antiguo camino romano
Carrer del Xipreret, antiguo camino romano
Así las cosas, mientras que el antiguo Quintiano crece con el tiempo, el núcleo de Provençana no se desarrolla, por lo que La Pobla pasa a tener la “capitalidad” del municipio. Ello implica que en el mismo siglo XV se construya su propia iglesia (Santa Eulalia de Mérida) que será conocida como “Església Nova”. Crecimiento que provoca la construcción de nuevas casas alrededor de la iglesia y el camino Real, con el asentamiento de las familias más pudientes del pueblo resiguiendo la calle Xipreret (antiguo camino romano que iba a Esplugues y zona segura ante las inundaciones del río Llobregat -ver Los "batiports" de L'Hospitalet, donde historia, inundaciones y malos olores se dan la mano) calle que durante el siglo XVI verá la consolidación de la estructura urbana que ha llegado hasta hoy. No obstante, no todo iba a ser positivo a partir de entonces.

Casa Espanya, actual sede del Museu de L'Hospitalet
Casa Espanya, actual sede del Museu de L'Hospitalet
Las epidemias y, sobre todo, las guerras, pasaron una cara factura a Hospitalet, debido a su cercanía a Barcelona. Ello la convertía en tierra de paso, cuando no en campo de batalla, en todos los conflictos en que estaba implicada la Ciudad Condal. No en vano, en 1713 se firmó -posiblemente en la Casa Espanya- el trascendente Convenio de L’Hospitalet (Tratado de Utrecht) por el cual las tropas austracistas, que estaban batallando en la Guerra de Sucesión, abandonaban suelo español, dejando a Felipe V el camino libre para imponerse en la guerra que acabó al año siguiente con la caída del Sitio de Barcelona. Esta y las guerras que vinieron después (la Guerra de la Independencia) hicieron que, a principios del siglo XIX, el municipio no pasara de 900 habitantes, prácticamente todos ubicados en La Pobla. Pero todo iba a cambiar.



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