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Capítulo 7: El asunto del canal

La sorprendente veneración indígena por Santiago "mataindios"

Procesión en Cuzco
En verano, una gran cantidad de pueblos y ciudades celebran sus fiestas patronales, dedicadas a todo tipo de santos, vírgenes y por motivos igualmente variados, la cual cosa permite al turismo un entretenido “tour” yendo de fiesta en fiesta durante los calurosos días veraniegos. Es en esta vorágine festivo-estival que, el 25 de julio, uno de los santos más conocidos y con más devoción en el mundo cristiano, el apóstol Santiago, celebra su día. No obstante, a pesar de por su importante trabajo convertidor de almas por la península Ibérica desde el siglo I d.C. -la cual cosa le llevó a ser considerado el patrón de España (ver El Voto de Santiago o cómo la Iglesia sangró a los españoles gracias a una leyenda)- gran parte de su afecto se lo llevó por ser, con su caballo blanco y su espada en ristre, el comandante de las huestes cristianas contra los musulmanes durante la Reconquista. Devoción que, de mano de las tropas castellanas, se llevó al Nuevo Mundo, donde también se le tiene una gran veneración por las comunidades indígenas... aunque con una salvedad: allí, en vez de “matamoros” se le conoce por “mataindios”. ¿Santiago Mataindios? ¿Y venerado por los indígenas hasta el punto de ser considerado el patrón de América? Pues, aunque le parezca una broma, así es. Y es que la religión tiene unas lógicas que, a veces, desafían todas las leyes de la cordura humana.

Apóstol Santiago en Compostela
Cuando los conquistadores llegaron a América, no solo llevaron con ellos los vicios (muchos), las virtudes (pocas), las enfermedades (a capazos) y las formas de hacer típicas españolas, sino que también llevaron todas las creencias y devociones típicas del catolicismo. De hecho, las luchas por la reconquista de los últimos territorios musulmanes de la península Ibérica aún estaban frescas e, incluso, la misma Iglesia Católica vistió la conquista de los nuevos territorios ultratlánticos como de una auténtica cruzada contra los infieles. En este caso, los infieles eran los pueblos indígenas que, más o menos, vivían tranquilamente por aquellos lares desde hacía unos 10.000 años. Gran pecado, ciertamente.

Culto exportado
Así las cosas, los ejércitos castellanos, cuando entraban en combate, se encomendaban a todos los santos del santoral y, especialmente, a Santiago para que les ayudara en la lucha. El único inconveniente era que no habían musulmanes que “cepillarse”, por lo que el apelativo de “matamoros” no tenía mucho sentido. La solución a este dilema era lógica: de “matamoros” pasó a ser “mataindios”; al fin y al cabo, los de enfrente también eran infieles y los españoles continuaban siendo los mismos. El santo, de todas formas, no iba a poner ningún pero.

Los moros pasaron a ser indios
En esta situación, conforme que los conquistadores iban avanzando e implantando sus creencias, imponían el culto a Santiago Mataindios (ex Matamoros) a los pueblos conquistados, los cuales tenían que abandonar sus antiguas tradiciones religiosas o bien adaptarlas como buenamente podían, tal y como había hecho el propio cristianismo durante la época romana (ver La Natividad del Dios-Sol). Sin embargo, no todo era imposición forzosa.

Devoción indígena
Durante la conquista de América, no fueron pocos los pueblos indígenas que vieron en los españoles unos aliados ideales para acabar con otros pueblos que los tenían sojuzgados y de los cuales eran sus enemigos tradicionales (ver Aztecas, sacrificios humanos y los salvadores conquistadores españoles). De este modo, cuando las tropas indias iban a entrar en combate, veían que los españoles se encomendaban a un todopoderoso y guerrero apóstol Santiago que cabalgaba un despampanante caballo blanco y blandía una espada, por lo que, ellos, en no teniendo una deidad similar, acabaron por hacerlo propio. Y es que si los españoles estaban protegidos por él, y eran vencedores, los indios, que estaban en el mismo bando, no iban a ser menos.

Santiago de Tlatelolco
Así pues, el culto a Santiago “mataindios” se extendió por todo el continente, ya fuera por imposición de los conquistadores, por adopción directa de los propios indígenas o por adaptación (sincretismo) de antiguos dioses y creencias de las diferentes etnias americanas. Y tal fue el éxito de esta advocación al apóstol Santiago por los pueblos nativos que hay crónicas que narran que los indígenas lo ven con su caballo blanco luchando en su bando e, incluso, castigando a los españoles por tratar mal a los indios. Pero no sólo eso sino que, tal apego consiguió por los habitantes autóctonos, que éstos veían a Santiago Mataindios como un símbolo propio de lucha contra los españoles, provocando que la propia Iglesia, en algunos casos, prohibiese el uso del nombre “Santiago” por ser utilizado de forma idólatra, y obligando a la utilización de su variante “Diego”.

Procesión en los Andes Peruanos
Sea como sea, la veneración a San Santiago, al Santiago Mataindios, acabó por calar hondo en la nueva población americana, ya fueran de origen europeo, indígena, o de los esclavos negros. Solo así se entiende que, a pesar de ser una incongruencia tremenda, hayan centenares de ciudades, pueblos, villas y villorrios en todo el continente americano que lleven el nombre de Santiago y que, de ser un símbolo de opresión de una fuerza impuesta desde el exterior haya pasado a ser, por arte de birlibirloque y de la ilógica lógica religiosa, un símbolo de las esencias de las culturas nativas.

Definitivamente, quien entienda al ser humano y a la religión, que los compre.

Veneración indígena por un "mata indígenas"

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