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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
Sanfeliu, historia del barrio que no sabe si bajar o no bajar a Hospitalet (1)
Barrio de Sanfeliu |
Una de las barriadas de L'Hospitalet más olvidadas y con menos población de toda la ciudad es el barrio de Sanfeliu. Perdido en los confines del municipio, a tocar de Esplugues y Cornellà, el aislamiento y difícil comunicación con el limítrofe barrio del Centro debido a la empinada cuesta que los separa, ha hecho que esta parte de Hospitalet tenga una idiosincrasia particular. Valgan como ejemplos que gran parte de la gente no sabe cual es el nombre correcto del barrio (el vecindario -y ni qué decir los forasteros- tienen la tendencia a "santificarlo" y bautizarlo como "Sant Feliu", que les suena más) y que la gente aún diga "bajar a Hospitalet" cuando se ha de desplazar al centro administrativo de la ciudad, pese a los 400 metros escasos de distancia con el casco antiguo de la ciudad. Inexistentes políticas de cohesión social del ayuntamiento aparte, la verdad es que este barrio tiene una historia muy desconocida que lo ha llevado a ser considerado un suburbio dentro del suburbio que despectivamente se ha considerado L'Hospitalet. Esta es su historia.
Mapa del barrio de Sanfeliu |
Ubicado en el ángulo noroccidental del municipio, los 0,51 km2 que forman el barrio de Sanfeliu se encuentran de pleno en el Samontà hospitalense, siendo sus límites la carretera de Esplugues al este (en contacto con Can Serra), la vía del tren de la línea de Vilafranca al sur, el término municipal de Cornellà al oeste y el de Esplugues al norte. Este espacio, atravesado de norte a sur principalmente por el Torrente de Can Nyac (riera que toma el nombre de Riera de la Creu a su paso por L'Hospitalet-Centro y que nace en la visible enforcadura de la montaña de Sant Pere Màrtir) y otras dos más pequeñas, como son la Riera del Canyet (proveniente de Esplugues, actualmente soterrada, pero que es la continuación de la Riera de l'Escorxador) y la del Torrente de la Remunta (pequeña riera que nacía en Sant Ildefons y moría en la carretera de Cornellà) marcan un relieve arcilloso dispuesto en terrazas fruto de la erosión de Collserola, que acaba abruptamente en el contacto con la vía del tren y la traza del Canal de la Infanta. Un contacto que es el límite entre el Samontà y la Marina.
Acueducto de Can Nyac |
Este relieve, que se mueve entre los 20 y los 70 m de altitud, típico de nuestro Samontà (como pasa con La Florida o Collblanc-Torrassa), y de tierras poco fértiles, ha definido desde tiempo inmemorial que la zona que hoy conocemos como Sanfeliu fuera dedicado exclusivamente a agricultura de secano. Algarrobos, olivos y viña fueron los únicos habitantes estables de un sector que, alejado de las principales vías de comunicación, no disponía de masías que lo gestionasen más allá de la Casa Alta o Ca n'Alemany (a partir de 1901 conocida como Can Buxeres), que era el único manso que explotaba estas tierras. Un espacio agrícola que se mantuvo así hasta principios del siglo XX, tan solo "importunado" por la construcción en 1854 del ferrocarril a Molins de Rei y, en 1878, por el paso de la canalización de agua hacia Sants y Barcelona proveniente de Cornellà (ver Pubilla Cases, historia del barrio pijo que torció su destino) que dejó como señal el vistoso acueducto que, aún hoy, atraviesa el torrente de Can Nyac.
El desaparecido Camí de la Fonteta (2011) |
El crecimiento de L'Hospitalet-Centre durante los primeros años del siglo XX hizo que se construyeran algunas casas en la parte más cercana al tren, en lo que se llamaba el Camí de la Fonteta, por una pequeña fuente que manaba al borde del talud arcilloso. Una urbanización desordenada que se generalizará a partir de 1921 con casas bajas y un tanto precarias que perduraron hasta que en 2015 fueron derribadas por la ampliación del parque de Can Buxeres. No obstante, el brutal crecimiento de la población durante los años 20 hizo que los terratenientes creyeran que todo el monte era orégano y, espoleados por las exitosas urbanizaciones de los barrios del norte y los pingües beneficios que se derivaban, intentaran hacer lo mismo en los terrenos que tenían en esta zona.
Calle Valeta, una de las calles principales del barrio |
De esta manera, dos de los propietarios de la parte alta del sector, Josep Valeta y Santiago Sanfeliu (el propietario de la casa Sanfeliu de la Rambla Just Oliveras) en 1924 pidieron poder urbanizar sus respectivas propiedades. El ayuntamiento de L'Hospitalet que, otra cosa no, pero es oír "urbanizar" y te pone la alfombra roja con banda de música y majorettes incluidas, les concedió los permisos de urbanización -como no podía ser de otra forma. Así, Valeta parceló la parte más alta tocante a Esplugues y Sanfeliu hizo lo propio con la parte del medio; y, como marcaba el narcisismo de todo buen propietario en Hospitalet en aquellos días, se autodedicaron las dos calles que iban a vertebrar el barrio de norte a sur, es decir la calle Valeta y la calle Sanfeliu. El único problema fue que el ritmo de urbanización no fue el mismo que en otros barrios.
Refugio del torrente de Can Nyac |
Así las cosas, el aislamiento geográfico (un desnivel de 40 metros en 200 metros no ayuda mucho) y las deficientes comunicaciones (el conocido como "barrio Montaña" estaba lejos de los grandes ejes viarios y de los centros urbanos tanto de Esplugues como Cornellà), por mucho que tuvieran agua y electricidad, no ayudó a convencer a la gente de ir a construir sus casas. De hecho, hacia los años 30, la ocupación del barrio era muy escasa y con construcciones meramente de planta baja. Una tendencia que no varió ni con la Guerra Civil en que el miedo a los bombardeos hizo que se construyeran toda una serie de refugios al pie de los pronunciados taludes arcillosos. Un tipo de construcción que, muy degradado, sin protección legal y abandonado por el Ayuntamiento, aún se puede observar en los alrededores del acueducto de Can Nyac.
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Hola, saludos.
ResponderEliminarMe ha gustado leer sobre Sanfeliu. En los años 60 iba muchos domingos, acompañando a mi padre mientras él cobraba los recibos de Santa Lucía. Era divertido para mí, especialmente cuando mi padre me encargaba de algunos cobros pues solían los vecinos darme una propinilla. Tenía algunos fijos que me daban siempre, ja, ja, ja.
Recuerdo ya muy vagamente el barrio, con un gran descampado al final del mismo y a mano derecha. Pequeñas y cortas calles de casas de planta baja.
La vista de Ciudad Satélite.
Eran días entrañables en mis recuerdos pues pasar el día con mi padre era especial. Él, como muchísimos trabajadores, hacía pluris, y no solo Santa Lucía; vendía de todo lo que ofrecieran las tiendas que abrían y de las que él conocía a sus dueños (vajillas y electrodomésticos es lo que mejor recuerdo, pero no solo), así que durante la semana poco coincidíamos, además yo era un parranda que en cuanto acababa los deberes y tenía un rato me iba a la calle.
Esos domingos eran especiales. Desde la Torrassa en bus hasta el Centro, por detrás de la iglesia, creo que era la calle Barcelona, donde paraban los buses, los Oliveras si los cogíamos en Sta. Eulalia o los Florida si los cogíamos en La Torrassa.
Delante de la parada del bus había un bar y ahí nos comíamos el almuerzo que llevábamos debidamente envuelto en papel de periódico, como tocaba en la época.
Tras el almuerzo la subida al barrio. Cobro de recibos y luego, de vuelta, a la plaza del Ayuntamiento para hacer la liquidación en las oficinas de Santa Lucía.
Sí, fueron unos años bonitos en ese barrio. Se acabaron en 1968 cuando la situación económica de la familia mejoró pues al salario de mi padre y a los emolumentos de coser de mi madre se añadieron los salarios de mis dos hermanos mayores. Ya era otra cosa, tanto que hasta compramos una vieja DKV de segundísima mano (B-218872) y comenzaron los fines de semana de domingueros haciendo rutas de buscar un rincón en las carreteras donde dejar el coche y tener cerca algún riachuelo o así para pasar el día. Eso requirió el sacrificio de "Santa Lucía", pero eso ya fue otra historia, también fue bonita pues la DKV era de 9 plazas (legales hasta 11) y solían venir con nosotros primos y primas, y tíos y tías, claro. Ya he dicho que comenzó la era de domingueros, de barbacoas, de...ayyyy, cuánto tiempo, era niño y ya soy mayor.
No, cualquiera tiempo pasado no fue mejor, pero la infancia siempre lo fue porque las responsabilidades eran apenas aprobar el colegio. Creo recordar que fue Manuel Vázquez Montalbán quien dijo que solo tenemos una patria: la infancia. Y la de los hospitalenses era diversa como nuestro mundo, y es, sigue siendo mi patria.
Muchas gracias por la visita y por compartir tus recuerdos del barrio. ¡Muy interesante! 😊
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