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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
Sonrisas profidén.
El gran circo ya está otra vez armado. Los políticos se han vuelto a poner las pilas -y las rayas- y ya están dando tumbos por estas tierras catalanas para pillar cacho y poltrona por otros cuatro años. Tendremos que volver a aguantar los mismos anuncios sin sentido antes de los telediarios, las mismas caras cínicamente simpáticas y los debates televisivos vacíos en que nadie explica nada porque no pueden nada explicar, pero en que todo el mundo habla sin descanso.
En la calle, volveremos a ver las impolutas sonrisas profidén de todos y cada uno de los políticos, y veremos prometer el oro y el moro (perdón, el señor musulmán) aún a sabiendas de que harán de su capa un sayo y que en el momento en que se suban a su cómoda poltrona, todo lo negro será blanco y lo de arriba estará abajo.
Sin embargo, no contentos con esto, no dudarán en hacer proselitismo de su mundo ideal haciendo gala de su magnífico uso de lo políticamente correcto por un lado, y del barriobajerismo más deleznable por el otro. Ellos son buenísimos. Los otros, unos mierdas.
Cinismo derrochado a manos llenas, hipocresía a capazos que les hará irse por los feudos más fieles chocando las manos más sucias y más repulsivas que han visto jamás, besando a los niños más babosos y soportando a las abuelas más pesadas, con el único fin de obtener esa foto que le den los cuatro votos más que su oponente y que le permitirá ser el rey del mambo durante cuatro magníficos años. Un tres por ciento, siempre es un tres por ciento.
En fin, que así se presentan los próximos 15 días, llenos de emoción esperando ver si los nuestros ganan, para ver desolados, cómo por mucho que cambie el gobierno, los que ganan siempre son los mismos.
Los que perdemos, también.
En la calle, volveremos a ver las impolutas sonrisas profidén de todos y cada uno de los políticos, y veremos prometer el oro y el moro (perdón, el señor musulmán) aún a sabiendas de que harán de su capa un sayo y que en el momento en que se suban a su cómoda poltrona, todo lo negro será blanco y lo de arriba estará abajo.
Sin embargo, no contentos con esto, no dudarán en hacer proselitismo de su mundo ideal haciendo gala de su magnífico uso de lo políticamente correcto por un lado, y del barriobajerismo más deleznable por el otro. Ellos son buenísimos. Los otros, unos mierdas.
Cinismo derrochado a manos llenas, hipocresía a capazos que les hará irse por los feudos más fieles chocando las manos más sucias y más repulsivas que han visto jamás, besando a los niños más babosos y soportando a las abuelas más pesadas, con el único fin de obtener esa foto que le den los cuatro votos más que su oponente y que le permitirá ser el rey del mambo durante cuatro magníficos años. Un tres por ciento, siempre es un tres por ciento.
En fin, que así se presentan los próximos 15 días, llenos de emoción esperando ver si los nuestros ganan, para ver desolados, cómo por mucho que cambie el gobierno, los que ganan siempre son los mismos.
Los que perdemos, también.
Pues va a ser que tienen razón estos...
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Comentarios
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Cada vez estoy más convencido que la gente (así, en general y en abstracto) es masoquista perdida. Vamos, es que yo estoy vendiendo berenjenas y pimientos en un puesto del mercado y aparece un tipo de éstos -que nunca va por allí nada más que cuando hay elecciones- y en vez de darle la mano le doy un berenjenazo. Y hasta arrancaría algunos aplausos, oye...
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