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¿Conoces mi último libro?

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Edificis Catalans amb Història (2023)

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La Torre Gran de L'Hospitalet, el bochornoso estado de un patrimonio supuestamente protegido

Valentía importada.

Ayer por la mañana, en plena Sagrada Familia barcelonesa se celebró (y no me equivoco con la palabra usada) un intento de asesinato de una mujer por parte de su expareja a plena luz del día y en medio del bullicio general de la ciudad. La gente, viendo el espectáculo, salió despavorida del lugar... alguno le dio con unos papeles, otros llamaron a la policía... ¿y quien tuvo los santos cojones de enfrentarse con el asesino para evitar la muerte de la chavala? Pues un inmigrante ecuatoriano que pasaba por ahí... ¡olé ahí tus huevos!

En esta sociedad estamos tan acobardados y somos tan recelosos de nuestra seguridad personal (por no decir directamente, egoístas) que nos importa una mierda lo que le pase al vecino. Mientras no nos afecte a nosotros, ya está bien. Tal vez tengamos la sociedad que nos merezcamos.

Nos molesta que nos comparen con un rebaño de borregos, pero es justamente así como actuamos cuando nos encontramos ante una situación comprometida: salimos todos despavoridos y... ¡gilipollas el último! No actuamos como yaks, que ante cualquier peligro (ataques de osos, lobos, etc...), se organizan en un círculo con los yaks más potentes en el exterior y las crías en el interior, volviéndose un conjunto invencible para los depredadores. No, aquí no funcionamos así.

En nuestro caso, tuvo que venir un inmigrante, un sencillo instalador de gas a hacer la faena que no quería hacer nadie y salvó, a base de llave inglesa en la cabeza, la chavala de una muerte segura, a pesar de las 6 cuchilladas que recibió antes de que llegara su salvador, Wilson. Esos tan odiados inmigrantes, que nos quitan el trabajo, que generan delincuencia, que nos molestan con sus músicas, resulta que también nos dan sopas con honda en valentía. Curioso, curioso. Xenofobia, racismo... ¿no serán sinónimos de envidia?

De todo hay entre los que vienen de fuera, y hacer tabla rasa por lo malo, amén de injusto es una crueldad. Posiblemente no tengamos tanta cosa a recriminarles y sí a agradecerles.

Un poco de humildad también nos vendría bien.

Talmente.

Comentarios

  1. Zas, en toda la boca de la sociedad. Aplausos, lo apoyo completamente. Un saludo.

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  2. Antes de nada, gracias por la visita, Dezaragoza! :-D

    Y sí, algunas veces seria bueno que fuésemos un poco críticos con lo nuestro y no tanto con lo de fuera, ya que si hay malos entre los que vienen, no hay menos entre los que estamos aquí, y parece que los inmigrantes sean poco menos que monstruos.

    Aunque nos duela, hay que ser humildes y reconocer que también hemos de aprender algunas cosas de ellos. No somos perfectos.

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