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La banalidad del vandalismo.

Ayer salió a la palestra informativa el hecho de que un juez (jueza, en este caso) hubiera metido casi cuatro años de cárcel a dos jóvenes que habían participado en los actos vandálicos de la celebración de la Champions del Barça del 2009. Ahora, los acusados y sus familias se estiran de los pelos por lo que consideran una pena desproporcionada. Y es que, por lo visto, destrozar mobiliario urbano, agredir a las fuerzas del orden y propiciar y participar de una auténtica batalla campal en el centro de la ciudad no tiene ninguna importancia y menos si es una victoria del F.C. Barcelona. Mira por donde, va a ser que no.

Posiblemente los acusados sean los más pringados de toda la masa de energúmenos que devastó -literalmente- el centro de la Ciudad Condal y también, posiblemente, los daños que se les imputan no sean los que más mal hicieron en aquella noche. Sin embargo, según la gravedad de los actos por los que fueron detenidos, las penas con las que se les ha sentenciado no han sido desproporcionadas, ya que simplemente son las que se estipulan en el código penal... aunque no gusten al que las recibe, claro.

Los abogados, que aducen que se pretende ejemplarizar a costa de los derechos de sus clientes, recurrirán la sentencia -faltaría más, de algo hay que vivir- , y los familiares piensan que una sanción administrativa sería más lógica que no meter a un chaval a casi cuatro años de cárcel por unos actos que, si estuvieramos en Euskadi, serían constitutivo de terrorismo al mejor estilo Kale Borroka.

Efectivamente, la pena ha de ser ejemplar para que descerebrados como los imputados, no se crean que, con la excusa de un triunfo deportivo cualquiera, puedes arrasar impunemente una ciudad. La sociedad -sobretodo muchos jóvenes- se creen que nada de lo que hacen tiene repercusión, y hemos tenido algunos ejemplos especialmente trágicos de esta soberbia inconsciencia.

Estos jóvenes no dudan en participar en actos vandálicos totalmente gratuitos cuya única finalidad es buscar el subidón de adrenalina a base de provocar a las fuerzas del orden, como si de un vulgar "correbous" se tratase. No tienen el más mínimo respeto por nada, y lo único importante para ellos es el juergón del quince que se van a correr a base de destrozar escaparates, hacer volar papeleras, quemar contenedores y tirar piedras a la policía antidisturbios. Y mal que les pese, ha de caer todo el peso de la Justícia sobre ellos.

Las declaraciones de uno de los interfectos ya son bastante elocuentes: "Intentaré hacer todo lo que se pueda, y si me tengo que joder... pues a apechugar. Otro día no iré y ya está. Lo celebraré en casa." Tres años y ocho meses de carcel a lo sumo que llegan en su mente es a hacerle plantear que no va a ir desde Mataró o Vilassar a Canaletes si gana el Barça. Tremendo.

Definitivamente, esta sociedad está muy enferma.

Pero mucho.

Y aún lo consideran excesivo...

Comentarios

  1. Lo extraño es que no hayan dicho que el juez atenta contra su libertad.

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  2. Dales tiempo, chica, dales tiempo...

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