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Moda con uñas y dientes.

No sé de qué se extraña la gente cuando se ha hecho público que la pasarela de la moda de Milán ha vetado las tallas XL de los diseños de la firma Elena Miró . Es algo absolutamente normal, y, hasta cierto punto, esperado.

Al mundo de la alta costura, lo que realmente lo sustenta es la necesidad enfermiza de una minoría de sentirse exclusivo. Los diseñadores de "alta moda", por tanto, no están en absoluto por la labor de universalizar la moda apostando por modelos para la gente "real", sino que quieren trabajar para una absoluta minoría, cuanto más elitista y adinerada, mejor. Esta vez la excusa ha sido que los modelos de tallas grandes (entiéndase, de la 44 para arriba) de Elena Miró, no se ajustan a la estética de la muestra milanesa. ¿Lo mejor? Que es cierto.

En un momento de crisis profunda para todo el mundo, los que viven de los pornográficos guardarropías de los ricachones tienen la necesidad imperiosa de asegurarse el mercado y de hacer saber a sus "amas" que su modelo sólo lo pueden llevar una ínfima parte de la sociedad, o lo que es lo mismo, auténticas escobas con patas. De la misoginia atávica de la mayoría de los diseñadores homosexuales, mejor no hablar.

No interesa, por tanto, que se vea con buenos ojos a diseñadores que lleven el diseño a TODO el mundo, en este caso, al 45% de la población femenina que utiliza tallas superiores a la 44. El mercado es feroz, el dinero escaso y se han de frenar a los usurpadores... y los han frenado. La mala prensa no les remueve lo más mínimo la conciencia. Es simple cuestión de supervivencia.

En definitiva, los bufones de la moda de la "corte burguesa" han sacado uñas y dientes contra los que de fuera hacen peligrar un modus vivendi tan parásito como snob. Por lo visto, en Milán tienen miedo de que salga algún inocente niño y desvele al "emperador"-léase, comprador- que su glamouroso traje nuevo, no es invisible, sino inexistente.

Qué mala que es la crisis.

¿Su gran pecado? Venden.

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