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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
La Tsar Kolokol, la campana más grande del mundo
La campana del Zar |
Cuando contemplamos de cerca las campanas de una iglesia, sorprende el tamaño que pueden llegar a tener, lo que pueden llegar a pesar y, sobre todo, la resistencia que ha de tener el campanario para soportar la mole de metal girando y sonando. Este prodigio de ingeniería se repite en mayor o menor medida en todas las iglesias del mundo -siempre que alguien no las haya robado, que de todo hay (ver Pickles, el perro que salvó una Copa del Mundo de fútbol)- siendo el tamaño de la campana un símbolo de ostentación de la importancia de tal o cual iglesia. Y en eso mismo pensaba la emperatriz Ana de Rusia cuando encargó la campana más grande del mundo: la Tsar Kolokol.
Al pie de la torre de Iván el Grande |
La Tsar Kolokol (la Campana del Zar, en ruso), con sus más de 200 toneladas, 6,14 m de alto y 6,6 m de diámetro, es en la actualidad la campana fundida en bronce más grande del mundo, y si la quiere ver, lo podrá hacer yendo al recinto del Kremlin, en Moscú. Pero no se espere verla en ninguna torre de ninguna iglesia ortodoxa, ya que la encontrará a ras de suelo y, encima, rota. Cosas de los avatares de la historia que, como no podía ser menos, procederé a explicarle.
La zarina Ana de Rusia |
La campana en su fosa |
Se cavó una fosa donde hacer un molde con arcilla y que aguantase el bronce derretido -al cual se le había añadido 500 kg de plata y 72 de oro. A la primera no salió, pero sí a la segunda y el 1735 se daba como fundida, si bien, antes de enfriarse, se le añadieron ornamentos florales, estampas del zar Alexey y la emperatriz Ana y unas cuantas inscripciones. Sin embargo, en 1737, un pavoroso incendio que afectó el Kremlin (lo dicho, estaban de moda), afectó a la estructura de madera que sostenía la Tsar III la cual, no se sabe porqué, estaba aún en su fosa.
El colosal badajo de la Tsar Kolokol |
Contrasta con la gente |
La Tsar Kolokol, como es fácilmente deducible de este relato, nunca llegó a sonar y, ni mucho menos, estar colocada en su torre, la cual habría tenido que ser tremenda para poder soportar el peso equivalente al de dos locomotoras. Sea como fuere, la campana -que, de tan grande, se utilizó durante un tiempo como capilla- existe, y aunque no suene (pobrecitos de los vecinos si lo hiciese) está en los anales como la campana más grande del mundo jamás construida.
La Tsar Kolokol, a principios del siglo XX |
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Bonita historia Ireneu. Por aquí hay un dicho relacionado a cuando una cosa es de dudoso resultado que dice "No hay que echar las campanas al vuelo". Saludos.
ResponderEliminarCuriosa historia.
ResponderEliminarhttps://miperiodicodiario.blogspot.com.es/