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Pickles, el héroe |
En 1966 todo el mundo miraba a
Inglaterra. Las tierras británicas habían sido escogidas como la sede del
Mundial de Fútbol de aquel año y tras la victoria de
Brasil los dos mundiales anteriores, la expectación era máxima. Aprovechando la tirada de dicho evento, las autoridades organizaron una exposición de
sellos poco habituales en la
Westminster Center Hall, con la particularidad de que, entre las piezas expuestas, se presentaba el trofeo
Jules Rimet, la copa de 1,8 kg de
oro macizo con la que se premiaba a los ganadores. Sin embargo, un domingo por la tarde, tan preciada copa desapareció de su urna, a pesar de la vigilancia. ¡Un mundial sin copa! No se preocupen, ahí estaba
Pickles para salvar al mundo.
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Logo oficial del Mundial del 1966 |
La tarde del domingo 20 de marzo, la copa Jules Rimet había desaparecido para alegría y regocijo del comité organizador y de las propias autoridades. Aprovechando un descuido de sus vigilantes y que en el piso inferior se estaba oficiando una misa
metodista, alguien sustrajo el precioso trofeo (
ver El robo mejor castigado). Sin embargo, el ladrón solo se centró en la copa, la cual estaba valorada en unas
3.000 libras de 1966 (unos 100.000 euros de hoy día) ignorando completamente los sellos, algunos de los cuales valían más de
3 millones de libras. A tres meses vista del acontecimiento deportivo más importante del mundo, se habían quedado sin copa y la noticia corrió como la pólvora por todo el orbe.
Scotland Yard se puso en marcha de cara a resolver el asunto y la
FIFA empezó a hacer contactos para, llegado el caso, hacer una
réplica con la que galardonar al campeón del mundo. Se empezó a interrogar a los vigilantes y a diversos trabajadores de mantenimiento del edificio en busca de algún
sospechoso, pero más que aclarar las cosas, la complicaron. Cada uno explicaba una historia diferente y los testigos señalaban la presencia de diversas personas extrañas, cuyas descripciones no coincidían entre ellas. Estaban totalmente
perdidos.
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Joe Mears |
El lunes 21,
Joe Mears, el presidente de la
Federación Inglesa de Fútbol, recibió una llamada en la que un desconocido le decía que recibiría al día siguiente un paquete en las instalaciones del
Chelsea, club del cual era presidente. Mears recibió finalmente en su casa el paquete, conteniendo el forro del trofeo y una nota en la que reclamaba
15.000 libras en billetes de 1 y 5 libras, y que si lo hacían recibirían aquel mismo viernes la estatuilla. Al poco rato de recibir el paquete, Mears recibió una nueva llamada de un tal "Jackson" que rectificaba, y que en vez de billetes de 1 y 5, que fueran de
5 y 10 -se conoce que veían poco manejable tanto billete pequeño-, instándolo a esperar una nueva llamada.
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Réplica de la
Copa Jules Rimet |
Mears, avisó a la policía y ésta decidió que harían una entrega
falsa, con una pequeña cantidad de billetes verdaderos y el resto en
recortes de periódico, para de esta manera, cazar al ladrón. Joe Mears, estaba enfermo del corazón y, del disgusto, le dio un ataque de asma, lo cual hizo que a la siguiente llamada el interlocutor fuera su mujer. Su mujer pasó el teléfono a un policía en el papel de
asistente de Mears, habida cuenta la imposibilidad de que el propio Mears
llevara la negociación. A regañadientes consiguieron finalmente
concretar la entrega con el supuesto ladrón.
En el momento de la entrega, el tal Jackson no disponía del trofeo y tras una rocambolesca acción de captura que incluía una persecución a pie por las calles de Londres -Jackson se percató de que era una encerrona-, fue detenido y reconocido como un ladronzuelo de poca monta llamado Edward Betchley. Negó que fuera él el ladrón y dijo que había actuado como intermediario de otro personaje que le había pagado 500 libras por ello. A pesar de todo el follón, seguían sin el trofeo.
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Pickles y David Corbett |
El 27 de marzo de 1966,
David Corbett, un conductor de barcazas del
Támesis (
ver Doggerland, la Atlántida del Mar del Norte), y su perro Pickles, un mestizo de collie, se dirigían a la cabina de delante de su casa a hacer una llamada. En ese momento, Pickles, dio rienda suelta a su instinto canino y olió
insistentemente un paquete que se encontraba oculto entre el seto de delimitación de su casa, lo cual llamó la atención de su dueño. El paquete estaba envuelto en
papel de diario y atado con cuerdas y, cuando David lo abrió, descubrió que se trataba de la Copa del Mundo que había sido
robada una semana atrás y que estaba en boca de todo el mundo. El trofeo había sido, finalmente,
recuperado.
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Pickles, una estrella mediática |
Pickles se convirtió en una celebridad en
Inglaterra, protagonizando incluso una película. Su amo obtuvo unas ganancias de
6.000 libras en concepto de
recompensas y, al igual que su perro, acaparó las portadas de los medios de comunicación después del hallazgo. Inglaterra, acabó llevándose el Mundial de
1966 tras ganar la final por 4 a 2 ante el equipo de la Alemania del Oeste y, en agradecimiento, se invitó a
Pickles a la recepción oficial a la que se había invitado, como no, a David Corbett, su dueño.
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Inglaterra, ganadora del mundial 1966 |
Al final se dio
carpetazo al asunto del robo sin saberse quién había sido el ladrón, si bien el detenido fue
encarcelado y condenado a dos años de cárcel. Desgraciadamente, Joe Mears, murió de un ataque al corazón dos semanas antes de celebrarse el Mundial, como consecuencia del
estrés que había padecido durante el robo. Sin embargo, todo ello no fue óbice para que Pickles, el inesperado héroe de esta historia, celebrara la Copa del Mundo de Fútbol obtenida por Inglaterra
lamiendo el plato de su amo en aquella recepción.
¿Le parece poco? ¡Pues Pickles bien movía su cola!
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Pickles, recibiendo 500 libras de Gillette |
Art. Rev. 07/11/13 15.29 358 v
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