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Font del Repartidor, popular fuente en peligro
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Una de las fuentes más conocidas y populares de la ciudad de L'Hospitalet es, sin dudarlo mucho, la fuente del
Repartidor. Construida en 1867 y ubicada en la plaza homónima, servía para llevar agua a las tierras que el
Barón de Maldà tenía desde este punto hasta la calle Mayor y, a la vez, como punto de distribución de agua (de aquí lo de “repartidor”) a 5 fuentes públicas del pueblo. No obstante, no fue hasta el 1927, año en que fue remodelada con motivo de la inauguración del edificio de
Correos por la reina Victoria Eugenia, cuando se le dio la estética actual. Igual este pasaje histórico ya le era conocido, pero lo que seguro no conoce es que el color que tiene actualmente correspondería (más o menos) al color que gastaban las casas que la rodeaban. Actualmente quedan a su alrededor pocas casas de aquella época con las que ir a conjunto, pero aún habrá menos si no se cambia la planificación que algún lumbreras dio para la
Riera de la Creu a mediados del siglo XX y que pretende convertirla en una avenida de 20 metros y 4 carriles desde la Av. Josep Tarradellas hasta la calle Mayor. Así, sin vaselina.
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La Riera de la Creu, en proceso de ensanche
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A finales del mes de octubre de 2020, llamaba la atención de los vecinos el derribo de toda una serie de casas antiguas en la Riera de la Creu, cerca de las casitas de la calle
Santa Bárbara (
ver El metro, un pozo escondido y el río subterráneo de la estación de L'Hospitalet-Av.Carrilet). Más de uno pensó que se levantaría uno de tantos edificios de viviendas a los que nos tiene acostumbrado nuestro querido ayuntamiento, pero la realidad es que, si bien sí se levantará un bloque de pisos en dicho solar -canijo y caro, todo sea el decirlo-, la mayor parte del espacio es para convertirlo en
avenida. Una avenida que será la continuación hacia el sur del
sobredimensionado tramo de Riera de la Creu que se halla entre la calle Sant Joan y la Av. Josep Tarradellas... arramblando con todo lo que hay delante, claro. Ello, en nuestro caso, significaría acabar con las pocas casas antiguas que quedan en la plaza del Repartidor,
con la propia fuente y con edificios tan emblemáticos como la catalogada
casa Oliveras (
ver Los misteriosos cuernos que habrían asesinado al alcalde Just Oliveras). ¿Cómo puede ser semejante desatino? A ver si consigo explicárselo...
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Plaza del Repartidor años 30
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Durante buena parte de la historia, los pueblos y ciudades del mundo se han desarrollado como podían, aprovechando las parcelaciones, los caminos antiguos y, llegado el caso, abriendo calles nuevas en función de las necesidades o caprichos urbanísticos del momento. En Barcelona no fue muy diferente, pero el crecimiento durante el siglo XIX de la ciudad hizo perentorio implantar algún tipo de planificación que ordenara mínimamente el caos urbanístico imperante, aprobándose en 1859 (desde Madrid, curiosamente) el archiconocido
Plan Cerdà de ensanche de la Ciudad Condal.
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Plan Cerdà de Ensanche de Barcelona (1859)
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Esta planificación -que no era la que quería el ayuntamiento barcelonés- sirvió para unir de forma más o menos ordenada (y con mucha imaginación) los pueblos que rodeaban a
Barcelona y que, acabarían siendo absorbidos por ella. No obstante, solo afectaba a Barcelona, por lo que las poblaciones adyacentes siguieron haciendo de su capa un sayo, según les parecía a los terratenientes o al consistorio de turno (
ver El disparate urbanístico de las modernistas Casas Baratas de L'Hospitalet). Y así siguió hasta 1953 en que, para poner un poco de orden al caos provocado por la especulación urbanística fruto de las oleadas inmigratorias a Barcelona y su área metropolitana, que durante el franquismo se aprobó el
Plan Comarcal de Ordenación Urbana de Barcelona y su área de influencia (Plan Comarcal del 53, para los amigos).
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Viaducto del Guinardó. Derribado en 2009
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En este nuevo plan se diseñaban los trazados de los grandes ejes de comunicación metropolitanos y se hacía una previsión más o menos ideal de las necesidades futuras de las poblaciones, sobre todo viendo el auge que estaba cogiendo el uso del coche. En Barcelona, estos ejes viarios pasaban por la construcción del
cinturón de Ronda en Barcelona (la actual Ronda del Mig) y, en el caso de Hospitalet, se vertebraba por la Gran Vía, la Carretera Provincial (
ver El invisible y superviviente mojón histórico de la calle Enric Prat de la Riba) y una vía rápida que, aprovechando buena parte del trazado del
Canal de la Infanta, llevaría desde Barcelona a Sant Joan Despí por lo que hoy sería la Av. Josep Tarradellas. Todas ellas, eso sí, construidas a costa de ensanchar calles, destruir infraestructuras ya preexistentes o, incluso, derribando zonas habitadas históricas que, de esta forma, veían hipotecado su futuro por la veleidad de alguien que hizo un dibujo sobre un mapa y al cual -no olvidemos- unos políticos dieron su bendición.
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Carretera Provincial -C./Prat de la Riba (1974)
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En el caso de
L'Hospitalet, entre muchas otras modificaciones de su estructura, se decidió que las dos vías principales antes comentadas se comunicarían en el barrio del
Centro gracias a una ancha avenida que sería la Riera de la Creu y que continuaría hacia el norte por la Carretera de Esplugues. Sin embargo, la inutilidad del régimen para seguir sus propias normativas y la explosión demográfica de los años 60 dejaron
obsoleta cualquier planificación hecha hasta entonces (
ver La larvada guerra fría de los "corralons" de la calle Xipreret).
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Una planificación obsoleta plenamente vigente
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Así las cosas, en 1976 se aprobó (otra vez desde Madrid) el conocido como
Plan General Metropolitano de Barcelona (PGM-76), herramienta urbanística que permitía actualizar y poner un poco de lógica a la planificación de los años 50. Ello implicó modificar los ejes viarios diseñados anteriormente, adaptándolos al
alud poblacional y automovilístico que se había producido durante los años 70 y que se esperaba siguiera durante los años siguientes. De esta forma, se planificó la construcción de la actual Ronda (Dalt y Litoral), dar por anulada la continuación de la inconclusa
Ronda del Mig por el Guinardó y la anulación de la vía rápida de la Av. Josep Tarradellas en beneficio de la Avenida del Carrilet, entre otras modificaciones. No obstante, en tanto que el PGM-76 fue un
parche al del 53, hubo muchos trozos del planeamiento primigenio que no se tocaron y que, con el tiempo, han quedado absolutamente desfasados, tal el caso de la Riera de la Creu.
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Un paisaje urbano tradicional amenazado
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Total, que en la Riera de la Creu sigue vigente la obligación (porque el PGM tiene valor de ley) de ensancharla hasta los 20 metros y los 4 carriles de circulación, a pesar de que, a día de hoy, este mismo planteamiento pone
en peligro toda una serie de casas centenarias e incluso dos monumentos
emblemáticos y catalogados de la ciudad. Todo ello fruto de que el consistorio hospitalense no haya actualizado una planificación urbanística cuyas premisas básicas de promocionar el uso del coche y de esponjar los centros históricos están totalmente obsoletas como consecuencia de la
crisis climática y la concienciación social por la conservación del
patrimonio histórico. Una planificación y unas premisas que, para más inri, entraron en vigor cuando la fuente del Repartidor hacía tan solo 26 años que se había remodelado y Can Oliveras solo 23 que se había construido. De locos.
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Edificio con fecha de caducidad
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Esperemos que, desde el ayuntamiento de L'Hospitalet, con lo rápidos que son para
recalificar terrenos,
talar árboles de 50 años o hacer cualquier cosa que les convenga a
su bolsillo (solo hay que ver las noticias que vienen del Consell Esportiu), también sean igual de rápidos para evitar la aplicación del actual PGM. Un planeamiento urbanístico anticuado y fuera de la realidad que, no solo no supone ningún beneficio para la ciudad, sino que, bien al contrario, pone en serio peligro una parte de nuestra trama urbana tradicional, nuestra memoria histórica y nuestro patrimonio cultural.
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El PGM condena al derribo a una parte del Hospitalet histórico
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