|
Reivindicación hospitalense (tonterías a parte) |
Cuando en febrero de 2020 la alcaldesa
Núria Marín “soplaba” a los medios que el ayuntamiento de L'Hospitalet estaba trabajando por conseguir que la ciudad volviera a tener
acceso al mar, no solo estaba diciendo una tontería como una catedral (el tal trozo de mar sería un trozo de
rompeolas dentro del puerto), sino que estaba dejando en evidencia que, la expropiación de más de 900 ha (se especula entre 909 y 935) de
La Marina de l'Hospitalet para hacer la fallida Zona Franca, aún es una herida abierta que pica... y no poco. La puñalada trapera que supuso la apropiación por las buenas de la mitad del territorio hospitalense por parte de Barcelona fue de tal calibre que, un siglo después, aún se sienten sus
coletazos en forma de decisiones judiciales y recurrentes acciones políticas que llevan el asunto a la palestra informativa. No obstante, ¿sabemos qué fue lo que pasó?¿por qué fue tan hiriente? Si tiene un momento, intentaré ser sintético y explicárselo en un par de artículos para que pueda entender la razón de este
cabreo histórico.
|
Plano del Llano de Barcelona (Cerdà, 1855) |
La historia de las agregaciones de territorio por parte de Barcelona arranca de la
Ley de Municipios de 1877, cuando el gobierno da permiso a que los municipios de más de 100.000 habitantes absorban por
Real Decreto (es decir por las buenas, y con el beneplácito del rey
Alfonso XII) todas las poblaciones que se encontrasen a menos de 6 km de sus límites (Madrid, por ser la capital, a 10 km). Barcelona, en aquel momento, había construido todo su término municipal, y si quería crecer tenía que hacerlo a costa de los “
provincianos” municipios aledaños, los cuales habrían aumentado su población y su riqueza, mientras que la Ciudad Condal, encorsetada en sus pequeños límites, perdería poder y peso específico, cosa que las élites barcelonesas no estaban dispuestas a permitir. Por su parte, el gobierno de Madrid, más arruinado que Don Pepito, por la corrupción, el desgobierno y las guerras, veía perfecta la anexión, ya que Barcelona cobraba muchos más impuestos que los pueblos vecinos, lo que significaba, de rebote, un aumento de
impuestos cobrados por el gobierno español. Entre eso, y las
revalorizaciones de los terrenos que empresarios barceloneses tenían en los pueblos del Llano de Barcelona (
ver Finestrelles, las 53 hectáreas de Hospitalet cercenadas por un conde), durante el final del siglo XIX y principios del XX fueron siendo absorbidos todos los pueblos que rodeaban Barcelona.
L'Hospitalet, que había pasado a ser limítrofe, después de la absorción de
Sants en 1897, fue el siguiente en ponerse delante del imparable bulldozer de la burguesía barcelonesa.
|
La Marina de L'Hospitalet desde Montjuïc (1917) |
El estallido de la
Primera Guerra Mundial y la neutralidad española, significó un auténtico maná para las élites comerciales e industriales catalanas, las cuales
se forraron a base de vender productos a ambos contendientes, en buena parte gracias al potente
puerto de Barcelona. L'Hospitalet, con prácticamente todo el delta izquierdo cultivado gracias al
Canal de la Infanta (
ver El Canal de la Infanta o la trascendencia histórica de un patrimonio olvidado), se convirtió en la
Huerta de Europa, pero los industriales catalanes (con el beneplácito del gobierno español) querían aumentar sus beneficios ampliando el puerto para competir con los puertos de Marsella y Génova gracias a una
Zona Franca de bajos impuestos. ¿Y dónde hacerla si Barcelona no tenía espacio? Efectivamente, la Marina de L'Hospitalet era el lugar idóneo. El único inconveniente fue que el ayuntamiento de Hospitalet
no se enteró de nada.
Comentarios
Publicar un comentario