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Pobles Medievals de Catalunya (2024)

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Capítulo 7: El asunto del canal

La Florida, historia y dignidad de un barrio de Hospitalet (1)

La Florida (c/Masnou con c/Primavera)
La Florida (c/Masnou con c/Primavera)

Que un personaje como el rapero Morad sea la figura más conocida de la barriada más densamente poblada de Europa, el hospitalense barrio de La Florida, ya nos tendría que dar una pista de la particular idiosincrasia de esta parte de L’Hospitalet de Llobregat. La fama de barrio pobre, problemático, de inmigración, de marginalidad que precede a la Florida es, ni más ni menos, que la imagen, llevada al máximo exponente, de una realidad que históricamente envuelve a toda la ciudad y que ha llevado a gran parte de la gente de afuera a considerarla, peyorativamente, un suburbio sin historia y, por tanto, sin dignidad. No obstante, ello es cierto solo si queremos creerlo, porque historia, aunque no sea la de los grandes emperadores, la tiene todo el mundo. E historia y, por tanto, dignidad, La Florida tiene a raudales.

Talud entre Les Planes y la vía del tren
Talud entre Les Planes y la vía del tren

La Florida, hoy dividida administrativamente entre la Florida y Les Planes, es un espacio de unos 0,8 km2, ubicado en lo que se conoce como Samontà, parte de Hospitalet que corresponde a las faldas sedimentarias de la sierra de Collserola (ver El Samontà y la Marina, el desconocido origen del alma de L'Hospitalet). Este espacio, formado sobre todo por arcillas rojas cuaternarias, está limitado por las vías del tren al sur -sobre las que cae a pico- a poniente por la Riera dels Frares (ver La Riera dels Frares, la inadvertida riera saltarina de L'Hospitalet) y a levante por el Torrente Gornal, creando una especie de meseta elevada unos 50 metros y levemente inclinada hacia levante que, desde antiguo, se ha conocido como Las Planas.

La Florida no estaba habitada
La Florida no estaba habitada (mapa de 1782)

Este espacio, dedicado desde siempre a la agricultura de secano (viña, cereales…) debido a la falta de cursos de agua aprovechables para el riego y por su pobre suelo arcilloso, nunca fue ocupado residencialmente. Y esto fue así, hasta el punto que, en todo lo que hoy es el barrio, no había ninguna masía, ni casa de campo que gestionara in situ el territorio de lo que hoy llamamos La Florida. Era por así decirlo, un “pedúnculo” aislado en medio de Hospitalet, de difícil acceso y lejos de los centros habitados y las vías de comunicación que atravesaban el término municipal. Por ello fue considerado el mejor sitio donde ubicar el nuevo cementerio de L’Hospitalet en 1852. Aunque todo ello cambiaría a inicios del siglo XX.

Campos, bóbilas y líneas eléctricas (mapa 1923)
Campos, tejerías y líneas eléctricas (mapa 1923)
La llegada de población inmigrada a Hospitalet hizo que la Torrassa y Collblanc empezasen a urbanizarse masivamente hasta llegar a ocupar la totalidad del espacio entre el Torrente Gornal y la Riera Blanca durante los años 20 (ver La sorprendente cláusula que protege la Fuente de la Plaza Española). No obstante, la demanda de vivienda era tan fuerte y las ganas de engancharse al carro del negocio inmobiliario de los propietarios de terrenos eran tantas, que los colindantes terrenos agrícolas de La Florida empezaron a ser ocupados tímidamente.

Planificación de Puig i Gairalt para La Florida (1926)
Planificación de Puig i Gairalt para La Florida (1926)
Así las cosas, tocando al cementerio de Sants, se desarrolló el pequeño barrio de La Granota y al sur el barrio de Ceravalls, que daban cobijo a unas pocas decenas de personas cada uno. El espacio de La Florida, paralelamente, se vio salpicado por bóbilas (tejerías) que, debido al boom inmobiliario, explotaban las arcillas rojas del subsuelo para la fabricación de ladrillos y tejas a toda mecha (ver La explosión de Cosme Toda, la fortuna que evitó la destrucción de L'Hospitalet). Pero la presión demográfica en todo el municipio seguía y el ayuntamiento decidió planificar la urbanización de los terrenos de la Florida, para lo cual, el arquitecto municipal de entonces, Ramón Puig i Gairalt, presentó en 1926 su propuesta de ciudad-jardín obrera. Una propuesta que quedó en agua de borrajas, si bien definió los ejes principales del nuevo barrio y dejó para la posteridad los nombres relacionados con vegetales que tienen algunas calles hoy en día (Pins, Llorer, Clavells, Garrofers, Primavera, Miraflores, Florida…).

Un territorio muy poco poblado (mapa 1940)
Un territorio muy poco poblado (mapa 1940)
Según parece, el nombre de La Florida fue acuñado en esta época (hasta entonces conocido como barrio Montaña o solo por Las Planas) aunque no se sabe exactamente el origen. La leyenda popular cuenta que fue porque había unas parcelas dedicadas al cultivo de flores y que ello dio nombre al barrio, aunque la versión más plausible es que fuera, justamente, la calle Florida, como eje más importante que conectaba el barrio de Ceravalls con Collblanc-Torrassa, la que acabase por dar el nombre a la zona. Fuera uno o fuera otro, el barrio de La Florida había sido bautizado.

Casas bajas de la c/Subur
Casas bajas de la c/Subur
Durante los años posteriores a la Exposición Universal de Barcelona de 1929, la llegada de inmigración (y por tanto el desarrollo urbanístico de La Florida) se frenaron. El paisaje de esta zona quedó salpicado de casas bajas, líneas eléctricas de alta tensión (ver La trascendente fealdad del Transformador de la Torrassa), campos de cultivo de algarrobos, viña y cereal y de hasta media docena de bóbilas, pero el fin de la Guerra Civil y la llegada masiva de inmigración del sur de España durante la posguerra hicieron aumentar, otra vez, la presión demográfica en Hospitalet. Situación que dio un nuevo impulso a la construcción en La Florida.

Bloques Onésimo Redondo (Bloques Florida) en 1957
Bloques Onésimo Redondo (Bloques Florida) en 1957

El aumento del barraquismo y las deficientes condiciones de vida en el extrarradio de Barcelona era percibido por las autoridades franquistas como un foco de desestabilización política, que tenía que ser erradicado a base de hacer vivienda asequible y permitir su acceso por la población más pobre. No por nada, el propio Franco habría dicho que “un propietario más, un comunista menos” y siguiendo este principio, se empezaron a crear toda una serie de polígonos planificados donde acoger a los barraquistas. Así las cosas, en 1954, se inauguraban las 900 viviendas de los Bloques Onésimo Redondo (rebautizados durante la Transición como Bloques Florida) que, construidas en terrenos municipales reservados para el cementerio, acabaron acogiendo a gran cantidad de familias de las chabolas del Somorrostro (ver El gas, el Metro de Barcelona y el yacimiento petrolífero que hizo explotar el túnel de la L4). Las infraestructuras eran lo de menos; solo interesaba construir cuanto más mejor. Y se hizo.

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