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Pobles Medievals de Catalunya (2024)

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Capítulo 7: El asunto del canal

Las tierras rojas que convirtieron L'Hospitalet en la bóbila de Barcelona

Arcillas rojas del torrente de Can Nyac
Arcillas rojas del torrente de Can Nyac
Durante el cuaternario, el nivel del mar bajó por debajo del nivel actual debido a los efectos de la última glaciación (ver La mitológica, pero real, historia de los cíclopes fosilizados). Ello provocó que los torrentes y rieras que bajaban de Collserola por la vertiente de Barcelona, L'Hospitalet, Esplugues y Sant Just Desvern, se encajaran profundamente en los materiales subyacentes. Con el tiempo, estas rieras acabaron por depositar junto al mar los sedimentos arrancados a los contrafuertes de la montaña de Sant Pere Màrtir (ver Los "batiports" de L'Hospitalet, donde historia, inundaciones y malos olores se dan la mano), formando unos potentes y característicos estratos de arcillas rojas, muy visibles en los barrancos que descienden por la parte del Samontà de L'Hospitalet.

Bóbila de la Riera del Canyet (años 60)
Bóbila de la Riera del Canyet (años 60)
Estas acumulaciones de arcillas fueron explotadas hasta mediados del siglo XX por bóbilas (tejerías) que, salpicando estos municipios ribereños, se dedicaban a la fabricación de tejas, ladrillos, baldosas y todo tipo de artículos de cerámica que suministraban, sobre todo, para la urbanización del Eixample barcelonés (ver La explosión de Cosme Toda, la fortuna que evitó la destrucción de L'Hospitalet). Y hasta tal punto fue importante esta industria en la zona que, por ejemplo, a L'Hospitalet se la llamó “La bóbila de Barcelona”, al competir directamente con los grandes centros ceramistas de Castellón de la Plana (Valencia) que suministraban este material de construcción a la Ciudad Condal.

Anuncio de la empresa cerámica Cosme Toda (1917)
Anuncio de la empresa cerámica Cosme Toda (1917)

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