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Pórtico de entrada de la estación de Molins de Rei |
En noviembre de 1854, tras varias paradas y puestas en marcha parciales, se inauguró la línea de
ferrocarril que unía Barcelona con
Molins de Rei. El trayecto, que siguiendo en paralelo el trazado del antiguo
Canal de la Infanta (
ver El Canal de la Infanta, la olvidada y revolucionaria arteria de L'Hospitalet y el Baix Llobregat) finalizaba en Molins, recorría los poco más de 17 kilómetros de distancia en unos asombrosos
24 minutos -171 años después, el mismo trayecto tarda 30 minutos; en vez de avanzar, vamos para atrás. Un avance técnico sorprendente para la época, que hizo que se diseñase una
estación digna de la infraestructura que acogía y que corresponde a la que podemos admirar hoy en día.
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Un auténtico templo dedicado al ferrocarril |
La estación, construida en
estilo neoclásico, destaca por su inconfundible pórtico de cuatro columnas
dóricas ubicada sobre una escalinata y rematada con un
tímpano triangular que recuerda a un templo griego. Esta parte principal está flanqueada a ambos lados por un par de cuerpos simétricos, rematando todo el conjunto con una balustrada. Es, junto con la estación de Cornellà y tras la incomprensible
destrucción de la estación de Sant Feliu, un excepcional ejemplo de los edificios que, originariamente, se construyeron en este tramo de la línea.
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Parte de los andenes de la estación de Molins de Rei |
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