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Todo el mundo conoce el dicho latino de "Carpe Diem", pero casi nadie lo que le sigue: Memento Mori (recuerda que vas a morir). ¿Un olvido colectivo? ¿O el ciego que no quiere ver? Muchas cosas hay en esta vida dignas de olvidar y muchas otras dignas de que se sepan. Sea lo que sea, no te lo tomes muy en serio: Memento Mori!
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Escrito por
Ireneu Castillo
Analfabetismo ilustrado
Realmente, se ha de reconocer que la tarea de cambiar a esta sociedad no va a ser baladí. Por más que se insista en universalizar la educación, por más que se insista en los comportamientos cívicos, por más que se insista en la necesidad de pensar las cosas antes de hacerlas, siempre saldrá algún cazurro que se lo pasará todo por el forro y hará justamente la inversa de lo que debiera. Y es que nada parece que pueda hacerse cuando la gente hace suya el dicho de “la sabiduría me persigue, pero yo soy más rápido”.
El otro día sin ir más lejos estaba poniendo gasolina en una estación de servicio del barrio, cuando ha entrado un retaquillo de unos tres años, rubiete, peinado pelo-pincho engominado, con su pantalón vaquero y su camiseta con el toro de Osborne -que casi era más grande que él- y con una pelota. El gasolinero le ha preguntado qué quería y el niño, ni corto ni perezoso, le ha pedido un paquete de Nobel. Se me han caído los huevos al suelo. Aunque aquí no queda la cosa, porque yo mismo les he pegado una patada cuando el gasolinero, sin mayor dilación ¡se lo ha dado!. El hecho de que a sus espaldas reluciese un cartelón en que se prohibía la venta de tabaco y bebidas alcohólicas a menores de edad no le ha afectado en absoluto. Increíble.
Uno puede alegar que el tabaco no era para el crío, sino para el padre y que tampoco es tan grave, pero no lo creo así, porque sea por una cosa u otra, el niño se ha convertido en un mero objeto de uso y el gasolinero se ha saltado unas normas claramente dispuestas. El primer palo se tendría que dar al padre por perro, por tener los santos huevos de enviar al niño a buscar el tabaco por ahorrarse la molestia de ir él mismo, y el segundo al gasolinero, porque pasando soberanamente de la normativa le ha suministrado tabaco a un menor. Aunque a éste el palo tendría que ser doble, porque me ha cobrado con tarjeta y ni siquiera me ha pedido el DNI, cuando es obligatorio, y más si como era su caso, no me conocía de nada. Vamos, que si sus jefes han depositado su confianza en él, mejor que la depositaran en una maceta, que haría más servicio.
No sé si estos tipos de proceder son producto de un bajo nivel de estudios, y por tanto, un alto grado de ignorancia, o más bien por una desidia y un pasotismo enfermizos. Sea lo uno o sea lo otro, difícilmente se puede esperar nada bueno de una sociedad en que las mínimas reglas de sentido común son pisoteadas egoístamente y que solo reacciona cuando le tocan el bolsillo.
Ignoro si la solución vendría de mano de extender la educación obligatoria hasta la universidad -de tal forma que permitiera a la gente aprender a pensar por si mismo-, pero tengo la sensación de que lo único que conseguiríamos con ello sería crear un analfabetismo ilustrado, es decir, una sociedad que tiene los conocimientos pero que ella misma, conscientemente, no los utilizase por simple cuestión de comodidad.
Y lo peor es que estamos en ese camino. Terrible.
El otro día sin ir más lejos estaba poniendo gasolina en una estación de servicio del barrio, cuando ha entrado un retaquillo de unos tres años, rubiete, peinado pelo-pincho engominado, con su pantalón vaquero y su camiseta con el toro de Osborne -que casi era más grande que él- y con una pelota. El gasolinero le ha preguntado qué quería y el niño, ni corto ni perezoso, le ha pedido un paquete de Nobel. Se me han caído los huevos al suelo. Aunque aquí no queda la cosa, porque yo mismo les he pegado una patada cuando el gasolinero, sin mayor dilación ¡se lo ha dado!. El hecho de que a sus espaldas reluciese un cartelón en que se prohibía la venta de tabaco y bebidas alcohólicas a menores de edad no le ha afectado en absoluto. Increíble.
Uno puede alegar que el tabaco no era para el crío, sino para el padre y que tampoco es tan grave, pero no lo creo así, porque sea por una cosa u otra, el niño se ha convertido en un mero objeto de uso y el gasolinero se ha saltado unas normas claramente dispuestas. El primer palo se tendría que dar al padre por perro, por tener los santos huevos de enviar al niño a buscar el tabaco por ahorrarse la molestia de ir él mismo, y el segundo al gasolinero, porque pasando soberanamente de la normativa le ha suministrado tabaco a un menor. Aunque a éste el palo tendría que ser doble, porque me ha cobrado con tarjeta y ni siquiera me ha pedido el DNI, cuando es obligatorio, y más si como era su caso, no me conocía de nada. Vamos, que si sus jefes han depositado su confianza en él, mejor que la depositaran en una maceta, que haría más servicio.
No sé si estos tipos de proceder son producto de un bajo nivel de estudios, y por tanto, un alto grado de ignorancia, o más bien por una desidia y un pasotismo enfermizos. Sea lo uno o sea lo otro, difícilmente se puede esperar nada bueno de una sociedad en que las mínimas reglas de sentido común son pisoteadas egoístamente y que solo reacciona cuando le tocan el bolsillo.
Ignoro si la solución vendría de mano de extender la educación obligatoria hasta la universidad -de tal forma que permitiera a la gente aprender a pensar por si mismo-, pero tengo la sensación de que lo único que conseguiríamos con ello sería crear un analfabetismo ilustrado, es decir, una sociedad que tiene los conocimientos pero que ella misma, conscientemente, no los utilizase por simple cuestión de comodidad.
Y lo peor es que estamos en ese camino. Terrible.
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Desidia, pereza, irresponsabilidad, creenos más listos o, peor aún, inmortales. No hay más que ver el tráfico: unas normas muy simples y muy lógicas... pero 5000 muertos al año.
ResponderEliminarQué gracia, te pasa como a mí: se cuela un spam a los pocos minutos de poner el post. ¿Cómo lo hacen?
Yo ta me canso de quejarme por chorradas, que no lo son por cierto, pero la gente no estamos acostumbradas a protestar, y los raros somos los que exigimos nuestros derechos.
ResponderEliminarbah! PASO!
Y los demás preocupandonos por la educación de nuestros hijos...
ResponderEliminarSon extraterrestre y estan entre nosotros.Cada vez somos más.
ResponderEliminar"La sabiduría me persigue, pero yo soy más rápido". No lo conocía, debe de ser que voy muy deprisa.
ResponderEliminarY sí, la educación está empeorando, todo está empeorando y cada vez son más frecuentes en la realidad las escenas surrealistas.
Yo también veo fatal que el gasolinero le diera el paquete, sobre todo porque no estaba claro que fuese para su padre.
ResponderEliminarPero pienso todo lo contrario en cuanto a la edad de la educación obligatoria. Uno de los problemas por los que hay tan bajo rendimiento escolar se ha producido desde que se extendió, y eso ha dado lugar a que los más cafres vayan al instituto sin ganas, reventando el programa escolar y metiendo cizaña.